Demian no se mueve, pero después de todo le agradezco que no lo haga. Acostumbrándome a su tamaño, el ardor en mi piel sensible poco a poco se alivia, mientras me abro para él. Me tomó desprevenida y creo que fue eso precisamente lo que me provocó el mayor orgasmo de todos. O tal vez estaba tan necesitada de él, entre mis propias fantasías y cómo me dejó el muy maldito la última vez que nos vimos. Lo siento tan adentro y me parece que, de moverme, me partiré a la mitad. Su inmensa polla late dentro de mí, con las ganas de obtener lo que quiere. Respiro por la boca y me recompongo, mientras sus manos dejan su agarre posesivo en mi cintura y comienzan a acariciar mi espalda, hasta llegar a mis hombros. Se sostiene y solo una rotación de sus caderas basta para que yo grite otra vez, sintien