Un insistente ruido taladra mi cabeza. Gruño cuando abro un ojo y el dolor en mis sienes es insoportable. La luz que entra en la habitación me molesta y quiero gritar de frustración por no poder dormir a gusto y como necesito. El timbre suena una y otra vez y ganas me dan de levantarme para ver quién carajos se atreve a molestarme tan temprano. La resaca que llevo es monumental y apenas puedo sostenerme sin que no sienta que me caeré de solo poner un pie en el piso. Cupcake se une al espectáculo, ladrando a quien sea esté del otro lado de la puerta. Y esta vez no me queda más remedio que levantarme de una y rezongar con amargura mientras me dirijo a la entrada de la casa. Pero cuál es mi sorpresa cuando, justo antes de llegar, un folder es lanzado por debajo de la puerta. Me detengo