Caminé con pasos lentos, pero firmes hacía el hotel donde se habían refugiado. ¿Un hotel lujoso para esconderse? Lo sé, suena absurdo, sin embargo, algunas veces la extravagancia te hacía perder de vista algunos detalles.
Salté hasta el balcón y esperé un momento, verificando el lugar. Su olor me guio hasta encontrarla sobre una cama matrimonial muy elegante, parecía una de esas princesitas, tan delicada, tan... Humana.
Estaba llorando. De todas las imágenes que esperaba ver, definitivamente, esa era la última; había hecho todo lo que estaba en mis manos para sacarla de peligro y verla sonreír otra vez, pero no había tomado en cuenta sus sentimientos por mí.
Después de abrazarnos y asegurarle que estábamos a salvo, la dejé en la sala de esa enorme suite con comida rápida que habíamos
