— Entonces... ¿Siempre sí te vas blanquito? — Hablo la rubia.
Él solo atinó a sonreír. Habíamos dejado la harina de lado hace un buen, ahora todos cambiados con ropas limpias estábamos sentados en el sofá sin mirarnos realmente. Extrañamente incómodo.
Erick debía partir a no-sé-dónde y resolver no-sé-qué esta misma noche, y yo quería… Una parte de mi quería saber más de lo poco o nada que pude obtener de mi amiga y, otra parte de mí, me recordaba que no era mi asunto.
》¿No le dirás un "hasta luego", siquiera? — volvió a hablar, pero ahora se dirigía a mí. Erick había ido por su maleta.
Por alguna razón, que mi cerebro no lograba entender, no quería que aquel desconocido, porque para mí seguía siendo uno, se alejara. Antes… No sé si antes ya lo hacía, pero ahora es cuando me doy cuen
