Prólogo

495 Words
HELEN Me encuentro tumbada boca arriba sobre mi cama, mientras Esteban termina de vestirse. Lo observo en completo silencio y no me preocupo en imitarlo y colocarme la ropa, porque de todas maneras una vez que se vaya me ducharé. Esteban es mi vecino y un muy buen amigo mío, que algunas veces en la semana me viene a visitar y nos divertimos, pero sin adquirir ningún tipo de compromiso. Yo vivía completamente sola, ya que mi Universidad quedaba a varios kilómetros de mi ciudad natal, por lo que podía tomarme la libertad de tener esta amistad con Esteban, sin que mi madre pegara un grito en el cielo y me tachara de libertina. —Quisiera decirte algo, Helen… Esteban se sienta sobre la cama y me observa, posando sus ojos sobre mi cuerpo aún desnudo. —¿Qué pasa? —pregunto. Me siento sobre la cama y abrazo mis piernas, afirmando la cabeza sobre mis rodillas y observando seriamente a este chico. Su mirada me indica que lo saldrá de su boca es muy importante, por lo que me guardo todos mis comentarios sarcásticos. —Me gustas mucho, Helen —hago una mueca y suspiro. Cierro los ojos, sacando paciencia de donde no tengo. —Esteban, desde un inicio quedamos en que esto era algo casual —le recuerdo. Él me da una triste mirada y acerca una de sus manos a mi cabello, con cuidado lleva un mechón tras mi oreja y deposita un beso en mi frente. —No pude evitarlo, lo siento —dice apenado. Yo me alejo de su cercanía, me coloco de pie y me envuelvo en una manta que descansa en mi silla de escritorio. —¿Y qué quieres que haga? —pregunto. Esteban se coloca de pie y camina hasta quedar frente a mí, me observa con tanto cariño que quiero vomitar. —Helen, ¿podríamos darnos una oportunidad? Yo te cuidaría y te prometo dar lo mejor de mí. —Por supuesto que no, Esteban —niego con la cabeza y salgo de la habitación, él me sigue el paso y llegamos hasta la entrada de mi departamento—. Si quieres divertirte, me puedes buscar, pero solo eso. Esteban me observa con tristeza y llego a sentir lástima, porque quizá si estaba ilusionado conmigo, pero no puedo responsabilizarme de sus sentimientos cuando nunca le di esperanzas. Él abandona mi hogar y yo cierro la puerta. Vuelvo a mi habitación y me dejo caer en la cama. Helen Keim no tenía novios, porque simplemente no estaba dispuesta a dejar mi libertad por nadie, yo amaba la vida loca y nunca la dejaría por estar con alguien, menos con Esteban. Camino al baño para tomar una ducha y aclarar mis pensamientos, porque algo me decía que mi amistad con el vecino había llegado a su fin.    ¡Holaaaaaaaaaaaa! Adelanto de lo que se viene para Abril.  ¡No olvides guardar este libro en tu biblioteca!
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