CAPÍTULO #48 —Segundo —continué. —. No soy tu mujer para que me celes, y no tengo por qué darte explicaciones —aclaré. Apretó sus manos con fuerza, podía imaginarme los humos saliendo de sus orejas como en las películas. —¿Por qué me haces esto, Luna? —preguntó entre dientes. —¿De qué me hablas Dylan? Te casas si no me equivoco en unas semanas y aún sigues buscando amantes —me crucé de brazos. —¿Aún piensas que te consideraba mi amante? Es ese resentimiento que no te deja escucharme —fijó sus ojos en los míos. Apreté mi mandíbula con fuerza. —¿Escucharte para qué? ¿Para que te vuelvas a burlar de mí? ¿Qué cambiará si te escucho? ¿Eh? Vamos, di algo, te escucho, te disculpo y felices los cuatro —expresé con sarcasmo. Me reí con ironía. —Claro, me lo advirtieron pero yo fui

