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LA CHICA GREYSON

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Blurb

La chica Greyson, así es como llamaban a Bethany desde el incidente que marcaría a toda su familia, y desde entonces, su vida ideal se hizo añicos: Adiós al novio perfecto, a las amigas leales y a una vida acomodada... Solo para darle la bienvenida a unos misteriosos ojos esmeralda que no dejan de seguirla.

— ¿Qué es lo que quieres de mí? —exigió saber.

—Todo —respondió él mientras la miraba de arriba abajo —Quiero todo.

Bethany se conmocionó y un cosquilleo recorrió su cuerpo. Mentiría si se decía así misma que aquella mirada y ese tono sensual no le producían un extraño placer.

—Apenas y te conozco.

—Entonces, ¿quieres conocerme? — la respuesta era sí, pero no fue capaz de pronunciarla —. Puedo ser muchas cosas por ti. Un amigo, un confidente…Un amante. Solo tienes que pedírmelo —La chica tembló mientras se imaginaba un par de brazos rodeándola en gesto protector—. Solo pídemelo…—susurro él mientras acortaba la distancia entre ambos y acercaba sus labios a los de ella—. Pídelo, y lo haré realidad.

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UNO
— Mírala — se escuchó el murmullo a las espaldas de la joven —, ¿cómo se atreve a mostrarse como si nada? La pobre Bethany se mordió el labio y apresuró el paso. Estaba cansada de que todo Weston la observara y tachara de delincuente. Si bien era cierto que el tío Becker había cometido un atroz crimen, o eso parecía indicar la evidencia, no le parecía justo que ahora toda su familia fuera vista del mismo modo, y es que, en un pueblo tan chico como este, la gente suele enterarse de lo más mínimo si no tienes cuidado, y aparecer en televisión con la terrible nota de “Becket G. asesina a golpes al heredero de los Porter”, no ayudaba más que acrecentar la idea de que la familia Greyson era de salvajes y… de asesinos. —Debería largarse de aquí. —Deberíamos echarlos a todos —. masculló una mujer adulta que no dejo de mirar a Bethany como una criminal. Su mirada lo decía, su cuerpo lo decía, y de no ser porque la mujer iba acompañada del brazo de otra mujer más robusto, le habría caído a palos a la chica con su bolsa de las compras. —Bethany —una voz masculina y que ella conocía a la perfección la hizo detenerse en seco. —Oliver…—dejo escapar el nombre con la misma pasión de siempre. Giró lentamente para contemplar al hombre de sus sueños: Hombros anchos, cabello corto y dorado, ojos de un azul profundo y labios gruesos de un tenue color rosado. Se trataba de Oliver Mayhugh, su novio. —¿Estás bien? —pregunto él. Bethany no estaba ni por asomo bien, desde el día en que las patrullas llegaron a su casa, catearon todo en busca de “algo” y se llevaron las pertenencias del tío Becket, todos en Weston estaban listos para linchar a la familia Greyson o en su defecto, expulsarlos del pueblo, nada de eso ocurrió porque la policía tuvo que intervenir. Sin embargo, antes de aquello, la vida de Bethany era cómoda, tenía un buen novio, dos mejores amigas, un grupo de conocidos a los que sin problemas llamaba también sus amigos, daba clases de dibujo a los niños cobrando una modesta cantidad y caminaba sin temor a que un extraño le arrojara una lata de cerveza y la llamara “La chica Greyson”, porque ahora todos la conocían así. Greyson, era en ese momento, el apellido maldito de todo Weston. —Estoy bien —. Respondió mientras fingía una sonrisa para él. Para Bethany, no había nada más perfecto que Oliver, su dulce amor de la infancia, de quien se enamoró en cuanto conoció en sus clases de artes marciales a los 10. Ocho años de amistad y dos años de relación respaldaban su confianza en él. —Excelente, ¿nos vamos? —él la tomo por los hombros y la hizo retomar el camino, luego paso su mano por su espalda y la depositó en su cintura, eso casi la mataba. Sentirlo de esa manera la derretía como mantequilla, sus manos eran cálidas y fuertes, manos a las que muchas veces se había imaginado tocándole partes del cuerpo que no se atrevía a mencionar en voz alta. Cuando cumplieron 18 años y solo tenían 6 meses de novios, Oliver intentó llevar más lejos su relación, pero Bethany, tan casta e inocente, se rehusó a cualquier encuentro íntimo. Oliver no volvió a intentar nada desde entonces, pero ahora, Bethany se sentía una mujer y a sus 20 años, deseaba probar esos deseos ocultos con él, solo que no sabía cómo pedírselo y mucho menos, mostrar que estaba lista. —¿Pedirás algo? —Oliver le susurró en el oído mientras esperaban en la fila del café. Bethany se obligó a quitar de su mente las imagines de un Oliver con el torso desnudo rozándole el cuerpo con los dedos. —No estoy segura, quizá… —pensó un poco más antes de leer en el menú la nueva bebida de la temporada, un late con crema de calabaza, caramelo y canela —. Creo que pediré un pumpkin late. — ¿Estás segura? — el rostro del muchacho era de disgusto —, la gente dice que sabe de la mierda. —Bueno…—dudo otra vez, porque ella no había probado la bebida antes y dudaba de la veracidad de aquello — Un late de matcha entonces. —Nena, ¿En serio te gustan esas cosas asiáticas? — Oliver se carcajeo al tiempo que una notificación asaltaba su celular, de inmediato deslizo la pantalla y leyó algún mensaje que lo hizo esbozar una sonrisa extraña. —Entonces un Moka —dijo al final, a sabiendas que esa era la bebida favorita de su novio. —Suena mejor —acepto él, produciendo alivio en el cuerpo de Bethany, que sentía que la aprobación del muchacho era un punto a su favor para ser mejor novia. Al avanzar la fila y tocar su turno, Bethany se iba disponer a ordenar su bebida, pero Oliver se apresuró a responder en nombre de ambos. —¿Qué les vamos a dar? —Un Caramel Macchiato con leche entera y para ella un Moka con leche light. —Enseguida. Oliver avanzó a una mesa mientras no apartaba la vista de la pantalla de su celular, Bethany lo siguió en silencio y cuando se sentaron el uno junto al otro, se animó a preguntar. —¿Leche light? —dijo en voz bajita. —Sí. —Pero ¿por qué? —quiso saber ella y busco la forma de hacer que sus miradas se encontraran —. ¿Por qué? —repitió. —Nena… —contestó sin mirarla—, no quería ser yo quien te dijera, pero…Has subido un poco de peso. > Pensó ella. —¿Subí de peso? —la vergüenza le escalaba desde el estómago a la cara. Era cierto que había subido un par de kilos, pero era porque había encontrado en la comida un extraño placer que le ayudaba a sobrellevar toda la situación respecto al tío Becker. —Sí —la respuesta de Oliver la pasmo, y aún peor cuando él se atrevió a pellizcarle con los dedos una pequeña parte de su estómago, estirándola para mostrarle una lonja. En cuanto ella la vio, quiso apartarse de él y correr al rincón más alejado para vomitar su almuerzo y correr mil kilómetros para desaparecer el exceso de grasa en su cuerpo. —Y-yo… Yo… —ella pensaba decirle que no era nada, que pronto bajaría esos kilos y que comenzaría a cuidar más de lo que comía, pero que por favor, no fuera a pensar que se estaba descuidando. —¡Eh! —alguien gritó para llamar la atención —. ¡Oliver! —la voz provenía de un grandulón al que apodaban Big Joe, compañero de equipo de futbol de Oliver. —¡Big Joe! —este lo saludo y se levantó para ir a hablar con él, ignorando a una pobre chica perpleja que no podía ni moverse. Bethany se quedó en su lugar, inmóvil y con la mirada clavada en la mesa, estaba ensimismada pensando en cómo modificar su dieta cuando el teléfono sobre la mesa la hizo saltar en cuanto vibró y la pantalla se iluminó. —¿Noticias…Weston? —se preguntó en cuanto leyó el nombre de quien había enviado el mensaje. Estuvo a punto de apartar la mirada, pero no lo hizo, porque otro de los mensajes que llegaba era un emoji. > Quiso saber. Bethany miró en dirección de su novio, él estaba tan entretenido hablando con Big Joe, que no notaría si ella fisgoneaba en su teléfono. Se inclinó y deslizo la pantalla para ver mejor los mensajes, en ellos se leía: Está noche voy a comerte toda la … anexando emojis de berenjenas y lenguas con fuego. Y de pronto, una foto, una chica con los senos expuestos. Pero no, a Bethany no le sorprendieron los emojis, ni tampoco los senos, lo que le sorprendió fue reconocer el rostro, que pese a verse muy pequeño, Bethany pudo reconocer de inmediato. Su mejor amiga, Lina.

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