Capítulo 5. La chica que lo vuelve loco.

1918 Words
—No necesito chicas ahora Fits. —¿No estarás haciendo travesuras sin mi, o si Connor?. Connor se reclinó en su silla y empezó a abrir y cerrar su puño. —No estoy haciendo nada, ¿Recuerdas que te dije que tuve un accidente?. —Si, que una mujer se atravesó en tu camino y terminó en el hospital. Eso no es algo nuevo, bueno, algunas no terminan en el hospital sino en tu… —Púes está chica se quedó sin casa y sin nada, así que la estoy ayudando, se quedará conmigo unos días, en lo que se recupera—Interrumpió Connor. Fits aplaudió y metió sus manos a los bolsillos de su pantalón. —¿Ahora eres un buen samaritano?. —Tal vez. —¿Qué planeas con ella?. —Nada. —No mientas. —Es en serio Fits, no planeo nada, solo quiero ayudarla. Fits asintió, no quería molestar a Connor, él era un hombre muy calmado, pero cuando su lado agresivo salía, era mejor alejarse. —Está bien, dejaré mi curiosidad a un lado, ¿Has hablado con Max?. —No. —Iré a verlo entonces, si cambias de opinión y quieres venir a la subasta te guardaré un lugar, ya conozco tus gustos. Connor no respondió, solo miró como su amigo salió de su despacho, suspiró y miró unas llaves sobre su escritorio, las agarró y las metió a un cajón, las estaba escondiendo incluso de él mismo, se puso de pie y salió a fumar un cigarro. Mientras tanto Regina salía de la ducha, había tardado mucho en bañarse, pero lo había logrado exitosamente, miró hacia uno de los ventanales y ahí estaba Connor en el jardín, mirando a la nada y sosteniendo un cigarro entre sus dedos, parecía un modelo, alguien inalcanzable, solo una hermosa ilusión. Algo despertó en Regina, de pronto su cuerpo se sentía deseoso, ¿Cómo sería tener a un hombre como él en la cama?, ¿Sería un buen amante o no?, Regina estaba segura de que si, con ese cuerpo y ese rostro, él debía de ser más que bueno. Ella tenía semanas sin sexo, su período estaba próximo y sus hormonas estaban locas, se sentía necesitada, caminó hasta la cama y cerró los ojos, estaba por tomar su ropa y volver al baño a cambiarse cuando pensó en algo, volteo a ver a Connor, él estaba lejos, pero estaba segura que sí volteaba, él la vería, ¿Quería que la viera?, si, ella quería provocarlo por que esa idea la estaba excitando. Dejó caer la toalla al suelo y se puso la ropa interior, no estaba segura de si Connor ya la había visto, pero ella esperaba que si, deseaba que él tuviera un arranque y que de un momento a otro entrara en su habitación y la hiciera suya, que la tomara sin pedir permiso, respiró con fuerza al imaginarlo y tragó grueso. Afuera en el jardín, Connor estaba terminando su cigarro, cuando su mirada fue directo a la habitación de Regina, se quedó estático al verla a través de aquel ventanal, de inmediato miró a su alrededor, no quería que nadie más la viera como él la estaba viendo, su mirada regresó hacia ella y sintió una palpitación en su miembr*, dio una última calada a su cigarro y lo dejó caer sobre el pasto mojado, sentía el humo invadiendo sus pulmones mientras que aquella chica se estaba echando crema en el cuerpo, tocándose de ese modo tan sensual, dejó salir el humo y se sobó el cuello, algo le dolía, ver el cuerpo semi-desnudo de aquella chica era mucho mejor que ver una porno muy explícita, se sentía excitado, quería ir a esa habitación y coger a esa mujer de mil maneras, hacerla gritar hasta que tuviera un orgasmo, quería penetrarla tan duro hasta oírla pedir piedad, abrir sus piernas y acariciar sus pechos. Connor no lo soportó más y se apresuró a entrar a la casa, fue directo a su habitación y se encerró con prisa, su frente golpeó la puerta y se apresuró a desabrocharse el cinturón, se bajó la bragueta y dejó salir su miembr* tan erecto y duro, sentía como empezaba a transpirar por el deseo. No podía sacar de su mente el hermoso cuerpo de Regina, esa piel lechosa y ese cabello castaño, esas piernas perfectas y esa cintura delgada que él quería apretar con sus manos, su cuello delgado y su fina espalda, empezó a masturbars*con esa imagen invadiéndolo, eso era algo normal, toda la gente lo hace, no sentía vergüenza, él solo quería sacar aquello de su interior, necesitaba sentirse libre, puso una mano en la puerta mientras que con la otra trabajaba su cuerpo, recordando la sonrisa de la chica, esos labios suaves y rojos, después de un rato sintió un escalofrío. Apretó los ojos con fuerza y dejó salir el aire que contenía, ¿Por qué ella lo ponía así?, ¿Por qué la deseaba tanto si apenas y la conocía?, ¿Por qué?. Se recargó en la puerta y dejó que su semen cayera en la palma de su mano para que no se regara por todos lados, respiró hondo, se sentía un poco más aliviado, se apresuró a ir al baño y se deshizo de cualquier evidencia, se lavó las manos y se lavó el rostro, acomodó su ropa y se miró al espejo, esa chica iba a volverlo loco. Regina por otro lado cuando terminó de vestirse volteo hacía el jardín, pero ahí no había nadie, ni siquiera la había visto, se sentía tonta, ¿Qué vería un hombre como Connor en alguien como ella?, ella solo podía aspirar a hombres como el desgraciado de su ex esposo. Se sentó en la cama con dificultad y trató de respirar hondo, las costillas aún le dolían, se puso un poco de maquillaje y trató de peinarse, pero solo logró desenredar su cabello, se dio por vencida y de pronto alguien tocó a la puerta. —Pasé. La señora Martha entró y sonrió. —La comida está lista señorita. —Gracias, enseguida voy. —Claro. Martha salió de la habitación y Regina miró aquella silla de ruedas que no le gustaba, había sido tan tonta, cruzando así la calle, pudo haber muerto. Se levantó de la cama y se sentó en la silla, le tomó unos segundos mitigar el dolor que sentía en el abdomen, pero se recompuso con rapidez, empezó a hacer girar las ruedas y negó, no, no le gustaba, se levantó de aquella silla y dio pequeños pasos hasta la puerta. Cuando abrió se asustó un poco, Connor estaba ahí mirando su teléfono, alzó la vista para verla y frunció el ceño. —¿Qué haces?. —No me gusta la silla—respondió ella. Él guardó su aparato en su pantalón y sin preguntar se acercó a ella, eso hizo que Regina se sorprendiera, se hizo un poco hacia atrás y se ruborizó de inmediato. —Te cargaré entonces. —No, yo puedo. —Yo se que si, pero no es bueno que te esfuerces— dijo Connor y la tomó de la cintura, ella miró sus ojos y luego se avergonzó, sintió como los fuertes brazos de aquel hombre la levantaron y no le quedó más que sujetarse de su cuello, su cuerpo era puro musculo, lo podía sentir, la dureza de su pecho y la firmeza de sus brazos. Trató de calmarse así misma, no quería parecer más tonta de lo que ya era. —¿Te gustó la ropa que compré para ti?. —Si, muchas gracias—respondió ella tratando de no verlo fijamente. —No fue nada. Connor caminó con Regina en brazos hasta que llegó al comedor, no se veía ni un poco cansado, tampoco parecía estarse esforzando mucho, dejó a Regina en una silla y luego fue a tomar asiento. Comieron en silencio y después de un rato Martha llegó. —Señor, la enfermera ya está aquí. —Hazla pasar. Martha asintió y después de un rato una mujer muy guapa entró, usaba un uniforme rosa y tenía el cabello recogido en un chongo. Regina la miró y automáticamente miró a Connor, aquella enfermera era muy guapa y a diferencia de ella, era una mujer preparada, con estudios. —Buenas tardes. —Buenas tardes— dijo Connor y se puso de pie, aquella enfermera lo vio de pies a cabeza, y automáticamente sonrió, estaba frente a un hombre demasiado atractivo. —Soy Lauren, la enfermera que pidieron. —Mucho gusto, yo soy Connor, y ella es Regina, la chica que necesita la enfermera. Lauren miró a Regina y de inmediato volvió su vista hacia Connor. —Ya veo, ¿Y que fue lo que le pasó?. Regina se aclaró la garganta y Lauren volteo a verla. —Me atropellaron, y me facturé una costilla, me duele la pierna izquierda y un poco los brazos. —Muy bien. —No necesito una enfermera. Lauren borró su sonrisa y Connor solo suspiró. —Solo será por unos días. Regina quería protestar, pero no estaba en la mejor posición para hacerlo, así que no le quedó de otra que guardar silencio. Esa noche Connor desapareció, Martha le había dicho a Regina que se había ido por asuntos de trabajo, y que tal vez no volvería hasta la madrugada, así que no había necesidad de esperarlo hasta tarde. Lauren era una mujer atenta, hacia bien su trabajo y no había razón para odiarla. Esa noche Regina se sintió muy sola, y también afortunada, pues no cualquiera ayuda al prójimo, tenía que estar agradecida, eso debía de ser, ella solo se sentía agradecida con Connor por todo lo que estaba haciendo por ella, así que trataría de ya no pensar mas en él como hombre. Los días siguientes fueron un poco largos para Regina, ella creyó que vería todos los días al señor Hassel, pero se equivocó, él no había vuelto a casa y según Martha, eso era algo muy común en él. Después de casi dos semanas Regina se sentía mucho mejor, así que pensó que ya no era necesario vivir en la casa de aquel misterioso hombre, el cual había desaparecido sin más. —¿Estas segura?. Regina miró a Lauren y sonrió. —Si, tengo que buscar trabajo, para pagar mi deuda con el señor Connor. —¿Por qué no esperas a que él venga?. —Lleva dos semanas sin venir, no puedo estar viviendo de él como un parásito, estoy mejor, ya puedo caminar bien y mis dolores ya casi son nulos. —Trataré de contactarme con él, para informarle de tu decisión, supongo que también tendré que irme. —Lo siento si te causo problemas. —No te preocupes, si tú estas bien, eso es bueno, hice bien mi trabajo— comentó Lauren. —Gracias Lauren. —No me agradezcas a mi. Regina asintió, y miró la habitación, no iba a llevarse absolutamente nada, pues nada era realmente de ella, quería agradecerle a Connor personalmente por haberla recibido en su casa, así que tendría que ir a verlo a su lugar de trabajo, tal vez no era lo más correcto, pero no se le ocurría algo mejor, no contestaba las llamadas que Martha le hacía o las que le hacía Lauren, así que no había otra opción. Ella iría a verlo, para por fin despedirse como era correcto, no podía irse así como así, y ser una mal agradecida.
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