Lo que se suponía que sería un simple almuerzo, se convirtió en un café y una conversación que nos mantuvo en la casa de sus padres casi todo el día, ya son casi las ocho de la noche cuando entras al ahora nuestro piso y lo primero que hago es dejar mi bolso a un costado e ir hacia el sofá. Me recuesto, acomodo uno de los almohadones debajo de mi cabeza y me quito los zapatos rápidamente. —¿Cansada? — me pregunta acercándose a mí. —No sé si cansada es la definición exacta a como me siento ahora. — admito y ríe. Lo observo sentarse en el apoyabrazos del sofá y él de la nada comienza a masajear mis pies haciéndome sonreír —mis padres pueden ser un poco… metiches cuando quieren. — comenta finalmente. —¿Supongo que lo dices por lo del bebé? ¿no? — cuestiono. —Eso y todas las preguntas qu