Ir en el auto por las calles de Nueva York junto a él aún me parece algo irreal, es que nunca pensé que vendría detrás de mí a rehacer su vida a esta ciudad, pero aquí está conduciendo de esa manera tan sexy que siempre lo hizo llevándome a quien sabe dónde —esta ciudad puede ser muy bella si sabes dónde ir — comenta de la nada y sonrió. —Lo es. — respondo. —Sí, solo hay que descubrir sus encantos ocultos. — comenta y por dentro no sé si estamos hablando de la ciudad o de él. —También tiene que dejarse descubrir, pero para eso hace falta que la persona que la mire tenga una visión especial, ya sabes, estar dispuesto a ver esos encantos ocultos. — comenta y rio. —¿Hablas de Nueva York o de ti? — pregunto finalmente y ríe. —Puede que de los dos. — dice con picardía y rio. —De ti ya