DOLOR

1293 Words
Una punzada de dolor en mi cabeza hace que abra los ojos lentamente, el miedo me invade al no ver nada. Paso saliva intentando sentarme sobre la superficie suave en la que me encuentro, pero me doy cuenta de que algo frio y pesado rodea mis muñecas. Comienzo a mover mis manos escuchando el sonido dándome cuenta de que me encuentro encadenada algo que hace mi miedo aumente. - ¡AUXILIO!!! – grito fuerte sintiendo como mis ojos se llenan de lágrimas - ¡POR FAVOR!!!! – suplico dejando que las lágrimas rueden libremente ¡AYUDA!!! – vuelvo a gritar, pero no hay respuesta. ¿Qué está pasando? Me pregunto cubriéndome la boca con mis manos. ¿Dónde estoy? – recuerdo lo último que sucedió antes de perder el conocimiento. Aquellos hombres venían por mí, pero ¿Por qué? ¿Qué planean hacer conmigo? ¿Quiénes son ellos? Estas son algunas de las preguntas que viene a mi mente mientras me acuesto en posición fetal llorando por que no sé qué es lo que está sucediendo. Pienso en lo que puede estar pasando con mi nana, con Helder. ¿estarán buscándome? No se cuánto tiempo paso sumida en mis pensamientos hasta que escucho que la puerta se abre al tiempo que se enciende una luz iluminando el lugar. Cierro los ojos un instante y al abrirlos de nuevo veo al castaño de ojos grises quien entra a la habitación sentándose en una silla cerca de la cama. - Eres realmente hermosa – habla a lo que yo sonrió cínica. - ¿enserio? – pregunto – ¿enserio, vas a decir esa estupidez cuando me secuestraste? - Interesante – veo que me observa poniendo una de sus manos en su mentón. - ¿Qué hago aquí? – pregunto un poco asustada de su respuesta, algo que él parece notar por que sonríe con superioridad. - Eres una moneda de cambio – responde él mientras otro hombre entra a la habitación acercándose a mí – tu hermana cometió un error mortal y debe pagar por ello –lo veo ponerse de pie acercándose a mí. Retrocedo tratando de huir de él, pero me toma bruscamente de las manos abriendo las esposas mientras el otro hombre pone una bandeja con comida sobre la cama. Sin pensarlo dos veces, tomo la bandeja lanzándosela al desconocido para luego bajarme de la cama de un salto, pero no doy no dos pasos cuando el castaño me toma del brazo mirándome divertido. - No eres muy inteligente ¿verdad? – pregunta burlón, pero sin que se lo espere le doy un cabezazo el cual hace que me suelte, por lo que corro a la puerta justo cuando entra un hombre que al verlo me deja sin aliento de lo impresionante e imponente que es. - ¿una niña te causa problemas? – habla haciendo que un escalofrió me recorre el cuerpo, comienzo a retroceder bajo la atenta mirada de sus increíbles y hermosos ojos grises. - Quería saber que tan lejos podía llegar – responde él idiota tras de mi a lo que juntos sonríen mientras yo continúo retrocediendo hasta que tropiezo cayendo en el regazo del imbécil que me toma de la cintura haciendo que lo vea a los ojos - ¿intestas seducirme? - ¿Qué quieren de mí? – hablo con fingida valentía poniéndome de pie alejándome de ellos. - Ya te dije, eres nuestra moneda de cambio – responde él idiota poniéndose de pie, para que el otro hombre se siente. - Entonces creo que tienen a la persona equivocada – hablo abrazándome a mí misma bajo sus atentas miradas – no tengo familia más que mi nana. - Interesante – habla el hombre que se encuentra sentado – te han estado engañando. – se vuelve a ver al imbécil – dile a Pavel que traiga la información de los Valencia. – lo veo tomar su celular llevándolo a su oído y habla en ruso rápidamente mientras me observan. - Les juro que están equivocados – hablo cayendo de rodillas a lo que él enarca una ceja. - Tu hermana toco algo muy valioso para mí y tu padre la oculta... - Como quieren que les diga que NO TENGO FAMILIA – hablo justo cuando la puerta se abre y por esta aparece el pelinegro que me secuestro. Veo que se acerca hasta él entregándole una carpeta negra dándome a entender que es el jefe. - No estoy equivocado – habla poniéndose de pie caminando hasta mi hincándose para quedar a mi altura – tu padre, Hugo Valencia – veo que abre la carpeta tomando una foto mostrándomela y yo siento que el aliento abandona mis pulmones – se esforzó muchísimo en ocultar a tu madre, Maria Mercedes Mendoza – toma otra foto enseñándomela – pero la asesinaron cuando aún estaba embarazada de ti, en venganza contra Hugo. tu padre hizo bien escondiéndote con su hermanastra – muestra una foto de mi nana - luego adopto a tres huérfanos – me enseña otras tres fotos de dos hombres y una mujer bellísima – y destruyo cualquier prueba de tu existencia. - Cometió un solo error – habla el pelinegro tras él - No borrar el rastro de ella – señala la foto de mi nana, rompo en llanto observando las fotos sintiendo desfallecer, sin más siento que vuelven a esposarme antes de que salgan de la habitación dejándome sola, pero esta vez la luz queda encendida. Observo las fotos mientras recuerdo las pocas veces que lo vi, observándonos de lejos y siempre antes de que tuviéramos que mudarnos. Tomo su foto viendo que en lo único que nos parecemos es en el color de nuestro cabello, luego tomo la foto de mi madre quien es una versión un poco mayor de mí, aunque su cabello es n***o como la noche. "la asesinaron cuando aún estaba embarazada de ti, en venganza contra Hugo" – recuerdo las palabras del jefe. ¿Quién es ese hombre? ¿porque mi madre y yo tenemos que pagar por sus acciones? – en un ataque de rabia tomo su fotografía y la rasgo mientras grito con dolor. - Te odio – hablo lanzando los trozos al aire antes de cubrir mi rostro con mis manos llorando sin poder contenerme. El tiempo empieza a pasar, aunque perdí la noción de este. La puerta de solo se abre cuando me traen comida, al igual que la luz. La incertidumbre de no saber qué sucederá conmigo me mata. Los hombres que me secuestraron y su jefe no volvieron, por lo que no tengo a quien preguntarle ya que los hombres que me traen de comer solo me ignoran. Estoy sentada sobre la cama abrazando como puedo mis piernas al tener mis manos esposadas mientras recuerdos momentos de mi vida donde fui inmensamente feliz. Recuerdo la primera vez que mi nana me llevo a clases de gimnasia artística. También la primera vez que vi una pista de hielo, recuerdo que lo primero que llamo mi atención fue el sonido de los patines sobre el hielo y luego el inexplicable olor que desde entonces fue como un bálsamo para mi. - Quiero volver a mi vida tranquila – hablo para mi antes de romper en llanto – no importa cuán engañada estaba, era mi vida y era perfecta para mí. De repente la puerta se abre al tiempo que las luces se encienden, lo primero que veo son unos sombríos y fríos ojos azules tan claros que podrían pasar por grises. Estos ojos me observan perplejos un instante. Observo al hombre frente a mi quien sostiene un arma en una de sus manos. el terror me invade al darme cuenta de la situación. Viene a matarme...
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