Dos Reglas

Observo el ataúd de mi padre bajar lentamente mientras abrazo a mi hermana quien llora. La abrazo más fuerte dándole a entender que nos tenemos la una a la otra, porque acabamos de quedarnos solas. Nuestro padre lo era todo para nosotras, mamá murió dando a luz a Emily, así que nuestro padre se encargó de hacernos feliz pagando un gran precio. Él nos amó incondicionalmente, se propuso darnos lo mejor para que jamás sufriéramos la ausencia de mi madre. Desde que Emily nació, se dedicó a nosotras y su pequeña empresa, la cual nos dio el dinero suficiente para tener una vida cómoda y con algunos lujos. Pero hace dos días murió de un fulminante ataque cardiaco, el cual no nos dio tiempo de reaccionar. Cuando volvemos a casa, mi hermana se va a su habitación mientras que yo voy a la cocina junto Hellen quien me prepara un poco de café y un sándwich. Hellen es la mujer que se encarga de la casa y de nosotras cuando estábamos pequeñas, ella es como una abuela para nosotras. Papá la contrató luego del entierro de mamá y desde entonces ha cuidado de nosotras. -              Todo va a estar bien cariño – dice tomando mi mano y yo solo reprimo las lágrimas. -       Duele mucho – digo rompiendo en llanto mientras ella corre abrazarme. -              Con el tiempo, el dolor será más llevadero – responde ella besando mi cabeza. Esa noche mi hermana y yo dormimos juntas en la cama de papá. Nos abrazamos tratando de darle apoyo a la otra, pero el dolor y la ausencia está presente. Él no volverá. Una semana después viene a casa el abogado de mi padre para la lectura del testamento, pero verlo solo nos reafirma que mi él jamás volverá. -              Buenas tardes señoritas Owen – nos saluda mientras nos sentamos en el comedor. – Como ustedes sabrán, vuestro padre no tenia muchas cosas, solo el negocio y la casa por lo que a las dos les tocan partes iguales de cada uno de ellos. – nos explica – el patrimonio neto del señor Owen es de diez millones de dólares. -              Queremos poner en venta el negocio – digo mientras mi hermana asiente con la cabeza. -              Yo me encargaré de la venta – dice mostrándonos un acta que debemos firmar dando por terminada la reunión. Mientras lo acompañamos a la puerta nos informa que en dos días tendremos el dinero en nuestras cuentas y que en dos semanas tendremos el de la venta del negocio. Cuando el abogado se va, vamos al salón donde nos sentamos juntas en un sofá abrazadas. -              ¿Qué harás con el dinero? – pregunta ella tomándome por sorpresa - Quiero irme a Londres y terminar mi carrera allí. -              Solo te falta un año – digo y ella asiente. -              Y quiero terminarlo en Londres – responde y yo la abrazo. -              Me parece muy bien – digo dándole una sonrisa – yo me tomare el mismo tiempo para recorrer el mundo o lo que más pueda de él. -              El mundo es un lugar muy grande – dice ella observándome. -              Lo sé, pero tengo fondos suficientes para hacerlo o una parte de él – respondo y ella asiente – el dinero de la venta del negocio, voy a guardarlo hasta que vuelva y saber qué hacer con él. -              Me parece bien – responde – ¿dónde empezarás? -              En Grecia – respondo y es que hace mucho tiempo fuimos, pero yo quedé enamorada de ese país. Continuamos hablando hasta que cada una se va a su habitación pensando en lo que sucederá con nuestras vidas. Dos semanas y luego de que dejáramos todo listo para que Hellen no pase necesidades durante este año. Tomamos nuestras maletas y nos subimos a un taxi que nos llevará al aeropuerto. Al llegar nos observemos en la entrada y respiramos profundamente ya que aquí nos separamos. -              Un año – suspira mi hermana - ¿de verdad lo haremos? -              Si – respondo abrazándola – nos vemos dentro de un año, 12 meses, 56 semanas y 365 días. -              Envíame muchísimas fotos – dice ella besando mi mejilla. -              Y tú a mí – respondo besando su cabeza. Caminamos cada una a su zona de embarque rumbo a nuestra aventura. Media hora después estoy sentada en un asiento de primera clase rumbo a Atenas. Donde sin saberlo la vida me cambiará para siempre.