Extra 3 – ¿Eso quieres, darling?

1510 Words
Demian Tremblay —Tengo que regresar a Las Vegas dentro de poco, Tremblay. ¿Estás seguro de esto? Ruedo los ojos ante la insistencia de Dmitriev. Ya entendí su jodido punto y ya le dije que no me importaba. —¿Acaso estás esperando que te invite a follar con mi esposa, Dmitriev? ¿Es por eso que quieres estar en la ciudad? Aleksandr me mira con una ceja enarcada. Cruzado de brazos con su traje hecho a medida, se mantiene en el lugar y no dice una maldita palabra en segundos. Segundos que me hacen mirarlo con sospecha. Un gruñido se forma en mi pecho y cada músculo en mi cuerpo se tensa ante la amenaza. Entrecierro los ojos. —¿Muy lejos si confieso que tengo…curiosidad? Ese gruñido ahora retumba en mi pecho y se escucha. Dmitriev lo escucha. Y el maldito solo se sonríe desde su posición. Me cuesta todo mi autocontrol para contener el impulso de lanzarme por encima de la mesa de centro y darle un puñetazo en su puta cara. Si no lo hago, es porque en algún punto me digo que solo lo hace para provocarme. —Métete la curiosidad por el puto culo, Dmitriev. Estás cerca porque me caes bien, de lo contrario, hace mucho te habría mandado a la mierda Él resopla y se relaja. Sus brazos caen a sus costados y sus hombros dejan la firme línea que siempre traen. —Estoy cerca porque por mí estás vivo. Porque yo me encargué de mantener a Chelsea con vida hasta que te ocuparas de tus asuntos. Si hubiera querido quedarme con ella, como me trataron de convencer toda la vida, no habría sido difícil… Un músculo me palpita en la cara y comienzo a decirme que antes no debí contenerme una mierda. Doy dos pasos en su dirección y Alek, con su sonrisa de mierda, levanta sus manos para detenerme. —Pero no estoy interesado, maldición —exclama rápido, sonriente y a la vez, un poco preocupado de haber pasado la raya—. Me da curiosidad saber qué se traen, pero ella no es lo que quiero…aunque sea por completo mi tipo. Cierro mis puños con su última declaración. No debió decirla. En dos pasos más estoy frente a él, lo agarro del cuello de la camisa sin que pueda hacer nada para detenerme. Todo pasa demasiado rápido. Lo estampo contra la pared detrás de él. —Chelsea Tremblay no es tu puto tipo, ¿entendido? —¡Demian! —chilla Chelsea desde la puerta. De la sorpresa disminuyo la fuerza del agarre y Dmitriev se suelta con un empujón. Reacciono y vuelvo a por él, pero Chels se interpone entre los dos. —Detente, ¡joder! ¿Qué carajos está pasando aquí? Yo gruño cuando Alek suelta una risita; una que quiere ocultar, pero con lo que fracasa estrepitosamente. —Tu macho alfa no quiere compartirte…darling —informa y maldita la manera en que se refiere a ella. Estoy por lanzarme sobre él otra vez cuando Chelsea interrumpe mi impulso. —Estás bien, Alek, pero seamos sinceros…mi único tipo se llama Demian Tremblay. No creo que puedas ofrecer algo a la altura. Y si te atreves a hacerlo, no será mi esposo el que te corte la puta v***a por atrevido… No sé si rugir con orgullo o con celos, pero al ver la mirada de Chelsea ahora puesta sobre mí, me quedo callado. —Sin embargo, no podemos ser unos malagradecidos, cariño. ¿Por qué no lo invitas a mirar? Su voz suena segura, pero sus mejillas están rojas. Y no es de excitación. Está en ese punto en el que su forma de ser la empuja contra mí y colisionamos como dos trenes de carga yendo a toda velocidad. Quiero tumbarla sobre mi hombro como un saco de patatas y alejarla de aquí antes de que diga algo más que me vuele la cabeza. Pero la mirada que me ofrece me demuestra que esto le divierte y la asusta a partes iguales. «¿Asustada?». Pienso y frunzo el ceño en su dirección. Chelsea se muerde el labio y ya sé que estoy perdido. Porque mis instintos son bajos, nada maleables, rudos. Y ella está jugando con fuego. —¿Eso quieres, darling? —Me cruzo de brazos ante ella. La seguridad que antes mostró se tambalea. Dmitriev no dice una palabra y yo agradezco, porque me estoy moviendo en el límite de mi autocontrol. Pensar en alguien follando a mi esposa, no es algo con lo que quiera lidiar. Pero pensar en alguien mirando, sí es una experiencia que le prometí que tendríamos alguna vez. Queda por determinar si el maldito cabrón que lo mira todo con atención es merecedor de ese privilegio. —Usted decide, señor… «Maldición». Me la pone dura de solo escuchar su sumisión. Y me parece escuchar un gemido ahogado proveniente del otro hijo de puta. Me acerco a Chelsea ignorando todo a nuestro alrededor. La miro con autoridad, con toda mi energía dominante sobre ella. Sus mejillas brillan ahora, de un rojo intenso, pero no baja su cabeza. No le he dicho que lo haga. Llego a su lado, levanto mi mano y acaricio su mejilla. Es un toque suave, antes de que mis dedos se encajen en su barbilla, bajen a su cuello y apriete allí, en ese lugar donde su piel palpita. —¿Estás proponiendo algo, darling? ¿Te crees con derecho a dar concesiones? Traga en seco. El nudo que baja por su garganta es palpable debajo de mi palma. —No, no tengo derecho a exigirlo, pero sé que harías todo lo que esté en tus manos para complacerme. Estrecho los ojos. —Intento entender la parte en que “complacer” y el “cabrón mirón” entran en la misma frase… Chelsea ríe, nada intimidada. Se despeja un poco esa bruma estrecha que se forma entre nosotros cuando nos dejamos llevar. —Estoy aburrida. Quiero que él mire. Y quiero que me castigues por eso. ------ Chelsea Tremblay La anticipación es la peor de las sensaciones. Tres días han pasado desde que Demian aceptó que nuestra siguiente sesión estaríamos acompañados de Dmitriev. Si bien no participando, sí mirando. Es raro, me pone la piel de gallina el solo imaginar que él pueda estar viendo la manera en que Demian y yo nos integramos con el otro, nos pertenecemos, nos complacemos. Pero no es un raro “malo”, es solo complicado de superar. Hoy es viernes y sé que es el día. Como si estuviéramos de regreso en nuestra rutina, me preparo mentalmente para asumir ese papel que me toca desarrollar. No sé lo que me espera. Solo sé que será fuerte. Yo me lo busqué después de todo. …Como quieras, darling. Solo recuerda que tu palabra de seguridad caducó y que no podrás parar lo que tenga preparado para ti… Las palabras de Demian me sonaron rudas. Los celos estaban allí, pero no lo culpo. Ni siquiera sé qué me pasó por la cabeza para pedir semejante mierda. Dmitriev está buenísimo, no hay dudas de eso, pero yo hace mucho que dejé de interesarme por otros hombres. Supongo que saberlo cercano, al haberlo tenido alrededor las últimas semanas, se siente como algo que tomaré con confianza. Sé que Demian recuerda esa vez que me mostró un escenario en el que yo sería la atracción principal, en una habitación con paredes de cristal y una docena de desconocidos viendo. Prefiero pensar que Dmitriev me pone menos incómoda. Y también, debo aceptar que este mundo comienzo a parecerme mucho más excitante. Los límites no son fijos, son a prueba de voluntad. Demian lo sabe y yo lo estoy entendiendo. Nos abre un mundo de posibilidades el hecho de que estemos dispuestos a probar cosas nuevas. ¿Qué tan lejos sería capaz de llegar de su mano? Solo podremos descubrirlo juntos. Camino por el pasillo que me lleva a la habitación de Abril. La dejé dormida hace unos minutos, pero tengo que asegurarme que sigue siendo así para poder seguir las indicaciones. Carol está en la habitación de al lado, ella sabe lo que me espera hoy y estará al tanto de la pequeña. Cuando me aseguro que sigue dormida, abrazando el enorme peluche que no puede faltar, suelto un suspiro tembloroso y voy hasta la recámara principal. Sé que Demian no estará ahí, pero yo tengo que prepararme. Entro y lo primero que veo sobre la cama es una caja de color n***o mate con un lazo igual de n***o, pero satinado. Me recorre un escalofrío y mis dedos tiemblan ligeramente cuando la alcanzo. Mi valentía es una mierda cambiante. La abro y frunzo las cejas. Un antifaz. «Creí que habíamos pasado ya por esto». Una nota hay debajo y cuando la reviso, todos mis vellos se erizan. “Te pido disculpas, ahora que puedo. Espero que no lo olvides antes de que acabe la noche” «Oh, por Dios, ¿dónde me metí?».
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