No me he despegado ni un minuto de Juan Pablo desde que lo abracé afuera del lugar donde lo tenían secuestrado. Llevo tres días quedándome en su apartamento, ya que sus padres regresaron a Panamá porque Juliana tenía clases en la universidad y no quiero dejarlo solo. Pedí un permiso especial en el hospital hasta el lunes y JuanPa ha trabajado desde casa, esa es la ventaja de ser su propio jefe. Veo nuestros pies enredados en el sofá y no puedo creer que este hombre ha logrado en unos meses romper mis barreras e inseguridades acerca del amor. Estiro la mano para agarrar más palomitas de maíz y al pasarla cerca de su cara, me muerde. Lo golpeo suavemente en la mejilla y empieza una lucha entre ambos, coloco una mano en su frente haciendo presión para que no me muerda, pero es mucho más fu