CAPÍTULO 1: El accidente

1868 Words
Termino de aplicarme la pestañina en un ojo y me concentro en el otro, hoy me espera un día largo en el trabajo, aunque no es uno como cualquier otro, pues desde que desperté decidí ponerle fin a mis dos años de abstinencia, así que antes de que anochezca debo tener un prospecto de buen polvo. Me miro en el espejo y me digo a mi misma  —Vamos Dessire Vivas tú puedes conseguir un hombre que te folle sin tanto compromiso— examino a la chica que me ve del otro lado, con unos pantalones negros ceñidos al cuerpo, plataformas nude y una blusa de seda rojo pasión> la abotono justo hasta dejar ver mis senos más de lo normal y salgo a la calle. Cuando ingreso al bus todos voltean a verme, y pienso > pero nada. Llego a la tienda de calzado en la que laboro desde hace más de un año y saludo al personal. —¿Buenos días chicas cómo están?— —Buenos días jefa— contestan al unísono. Sonrío y les aclaro por enésima vez que me llamen por mi nombre. Entro a la oficina y rememoro como ha cambiado mi vida desde que salí de mi país. Hace dos años guardé mis sueños en una maleta, junto a mi título de enfermera y vine aventurar a Colombia, el país natal de mi madre; huyendo del dolor que me causó la traición del que solía llamar "amor de mi vida". No ha sido fácil tirar cuatro años de relación, alejarse de la familia y los amigos, dejar el trabajo de tus sueños. Pero aquí vamos, después de unos meses vendiendo zapatos, me ascendieron a encargada de tienda, ya que era la única asesora comercial con estudios. Aún recuerdo la emoción que sentí al darme cuenta que en el área que fuera, seguía creciendo... Dejo a un lado mis pensamientos, retoco mi labial y comienzo la jornada. Después de pasar varias horas entre encargos de pedidos y el balance de ventas, tocan la puerta; —sí, adelante—. —Disculpa Dessi afuera te busca el Sr Gerardo López— anuncia Laura, una de las vendedoras. Pienso y no conozco nadie con ese nombre. —¿No sabes de quién se trata?— pregunto. —Si claro, ha dicho que es el encargado de la tienda central—. >. —Dessi, Dessiii ¿Qué le digo? — —Ahh, perdón Laura estaba pensando. Si dile que pase por favor—. Me arreglo el escote de mi blusa, quien quita que si pueda ser el que me ayude con la abstinencia sexual que tengo desde que termine con mi querido novio, al que encontré con una mujer de piernas abiertas en su trabajo, justo el día de nuestro aniversario. El sonido de la puerta me regresa a la realidad —Buenos días Dessire, un placer soy Gerardo López— Lo veo de arriba abajo, como cuando uno examina su plato favorito, y la desilusión cae a mis pies, el señor gordito, de bigotes canosos me extiende la mano. ¡obvio no tengo nada en contra de los gordos y de su edad!, pero no era lo que esperaba para retomar mis hábitos sexuales. Hablamos durante una hora sobre las nuevas ofertas para los clientes, y los productos más innovadores, al finalizar, decido almorzar en mi puesto para adelantar el montón de trabajo que tengo, los lunes suelen ser muy movidos. Sobre las cuatro de la tarde me duele la vista de tanto estar en el computador, decido tomarme un café. Salgo al local de enfrente, pido un capuchino mientras observo a las personas pasar. Una pareja camina tomados de la mano, mujeres van y vienen con bolsas de compra, sí, por fin veo a un hombre, no es como lo imaginaba, pero servirá, pasa por mi lado y se sienta dos mesas más allá, yo le sonrío, él también lo hace > me animo. Espero unos minutos mientras decido como acercarme y hacerle la proposición sin que suene tan raro > no lo pensaré más, como salga, me levanto y cuando me dispongo a ir hacia su mesa, una chica llega y lo besa en los labios > me regaño para mis adentros. Regreso a la tienda, y suena mi móvil, veo el nombre de mi prima en la pantalla y sonrío > . —Hola Pao cuéntame para que soy buena—. —Dessi primi, necesito que si mi mamá te llama le digas que al tú salir del trabajo iremos al cine— resoplo mientras la escucho, no me gusta tener que cubrirla en esas cosas. —Paola Guzmán ¿Dónde y con quién estarás? ya sabes que no me gusta Men…— —Sí, ya sé, pero solo será esta vez. Realmente estoy en el cine, pero con Damián— —¿Damián, tú novio de hace días no era Jean?— —sí, de hace 29 días, pero Damián es lo máximo— Para mi prima todos los hombres son encantadores, deben ser las hormonas a los 20 años que te hacen ser tan enamorada, aunque yo no fui así >. —Está bien, a las 5pm salgo del trabajo y estaré en el gimnasio. Avísame para encontrarnos y llegar juntas a casa. Adiós—. Como somos vecinas, si llego sola mi tía se dará cuenta. Miro el reloj de mi mesa y faltan 20 minutos para que acabe mi jornada, ósea que cada vez se dificulta más conseguir el prospecto sexual. Recorro las vitrinas, mientras les indico a las asesoras quien debe cerrar el local y hacer el aseo. Una vez entro al gimnasio, saludo a mi entrenador y comienzo mi rutina en la trotadora, al correr repaso visualmente el lugar en busca de un hombre > después de 30 minutos, me concentro en mis piernas y glúteos, ya que ser tan voluptuosa tienen sus desventajas, la celulitis está latente todo el tiempo. Me ducho rápidamente porque Pao viene cerca con el tal Damián a recogerme, me coloco la ropa del trabajo, porque se vería raro que estuviera en el cine con un short de deporte. Suena mi celular. —Dessi apúrate, estamos en la calle del frente del gym, y aquí no podemos aparcar—. —Voy enseguida, ya estoy lista— contesto. Agarro mi bolso, me despido del entrenador y avanzo rápidamente, salgo y veo el carro que me espera del otro lado. Ladeo la cabeza, el semáforo está en rojo, aprovecho de correr antes que cambie, cuando casi termino de cruzar escucho un fuerte frenazo y una luz se acerca muy rápido, de repente hay mucho ruido y todo se torna oscuro...                                                                                              .......... —Dessi, por favor despierta, prima abre los ojos— Escucho a Paola sollozar, quiero decirle que estoy bien, pero no puedo. No sé qué ha pasado, cuánto tiempo llevo aquí. Por lo que veo, estoy en una clínica, muy lujosa por cierto > Sigo examinando el lugar, pero no puedo moverme bien, intento mirar mis manos, me duele horrores la espalda, comienzo a tocar mi cuerpo >. levanto la sabana para ver mis piernas y agradezco que aún las tengo. Toco mi cara, aparentemente está bien, sigo bajando, ay >. Tocan la puerta, y mi prima se asoma con los ojos hinchados; —Dessi que susto me diste, como te sientes?— —La verdad me duele todo, siento como si me hubiera atropellado un ca ...— claro, eso fue lo que pasó ahora recuerdo el miedo que sentí cuando esa camioneta venía hacia mí. —Ay Dessi fue horrible ver como rodabas por la calle, tu espalda sufrió lo peor, tienes muchos moratones— —¿Pao y quién está pagando los gastos médicos?— —Eso es lo mejor, el hombre que te atropelló es...— El ruido de la puerta nos interrumpe y entra un hombre alto, muy alto, moreno con unos ojos color miel que me dejan boquiabierta. —Hola, de verdad discúlpame no te vi, lo siento mucho— dice con un acento que desconozco, yo lo miro de arriba abajo y no puedo creer que lo que me propuse esta mañana podré cumplirlo finalmente —¿me escuchas, como te sientes? —. —Ah perdón estaba recordando el accidente, no te preocupes yo tampoco debí cruzar así— respondo mientras veo a la maravillosa figura masculina que tengo enfrente. —Mi nombre es Juan Pablo Echeverría, no ha sido la mejor forma, pero me alegro de conocerte— > —Lo mismo digo Juan Pablo, yo soy Dessire Vivas—. Los médicos ingresan a la habitación para chequearme, y después de hacerme gritar al tocar los moratones que tengo, me dicen que podré irme a casa, seguir un tratamiento de antinflamatorios y no quitarme el collar cervical por nada, ya que el golpe que recibí en la espalda fue bastante fuerte. —Señorita Vivas debe regresar en cinco días, y recuerde guardar reposo absoluto— anuncia el médico, mientras se va. —¿Pao cómo nos vamos a ir si Damián se fue? deberías llamar un taxi— Le sugiero a mi prima, que está embobada viendo a mi próximo amigo sexual hablando por teléfono. —De ninguna manera— dice Juan Pablo, dejando el móvil a un lado  —lo menos que puedo hacer es llevarte hasta tu casa y asegurarme de que estés bien—. Cuando subo a la camioneta que se me vino encima, saco el celular de mi cartera y veo que son las 11:00 de la noche > además tengo muchísimas llamadas perdidas de mi mamá >. Hacemos el recorrido a casa rápidamente, y Juan Pablo me da la mano para ayudarme a bajar de la camioneta, cuando nuestros dedos hacen contacto siento como una corriente extraña me recorre, al levantar la vista veo que él también la sintió y me mira mientras curva la comisura de sus labios, logrando que mis pantis se mojen al instante. >. Le agradezco por su atención y entro a la casa con ayuda de mi prima. Mi madre al verme hace un drama, y yo la tranquilizo. Para ella todavía soy su bebé, aunque tenga 23 años. Me tomo los analgésicos y me acuesto a dormir.                  
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