Punto de vista de Lilith
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Estábamos en la oficina de Atlas. El sol de la tarde entraba por las enormes ventanas, bañando la estancia con un resplandor cálido que contrastaba con la tensión que se sentía en el aire. Aquella mujer que había entrado a la oficina no se veía para nada como la mujer que yo conocí años atrás.
Está loca, no hay otra forma de describir lo que estoy viendo, porque hasta tuvo el descaro de pintarse el cabello de rubio, muy parecido al mío. Elena entró como si estuviera desfilando en una pasarela. Su cabello rubio perfectamente peinado, su atuendo ajustado resaltando cada curva, y una sonrisa falsa que me revolvió el estómago.
Esta mujer está loca, en definitiva.
—Atlas, cariño —comenzó, ignorándome por completo. Su tono empalagoso era suficie
