Faby Jones. Entramos a la cabaña y es preciosa. —Eres muy romántico, cachorro. —Hazme un favor, no le digas a nadie que soy tan dulce, perdería el respeto. No puedo evitar reír a carcajadas, pero creo a Uriel no le ha causado mucha gracia. —¿Hablabas en serio? —Sí, Faby. No quiero perder el respeto. —Está bien, no le diré a nadie que eres nada más que un hermoso y tierno gatito. —Faby, no me hagas enojar. —¿Qué harás, cachorro? Él se acerca lentamente y me toma de la cintura, puedo sentir su erección en mi abdomen. —Te haré el amor, mi Faby. —Lo hicimos esta mañana, cachorro. —Pero, no tiene nada de malo que le haga el amor a mi futura esposa. —¿Dónde está la habitación? —pregunto y él sonríe. Él me carga hasta llegar a la habitación y me deja sobre la cama. Tod

