Eda
Puedo intentar engañarme, pero me hace mucha ilusión salir a cenar con Alaric. No aprendo. Debería asimilar que el amor no es para mí, que las relaciones son para otro tipo de chicas, chicas que no tengan traumas como sufrir un ataque de pánico cuando hay una tormenta.
Tengo veintiocho años y mi último novio fue a los veintitrés. Me dejó insinuando que algo dentro de mi no estaba bien, que no era normal ponerse así por unos truenos y un poco de lluvia. Ese día dejé de creer en el amor.
Ahora Alaric y yo nos estamos acercando de una forma peligrosa, y eso me da pánico. Aunque permita que nos conozcamos más, tengo clara una cosa; no voy a volver a ser engañada por otro hombre.
Te hacen creer que eres el amor de su vida, que te bajarían la Luna si se lo pidieras. JA, todo mentira. Cuando hay un bache cogen la maleta y se van y si te he visto no me acuerdo.
Llevo todo el día en la Oficina. Hoy hay más trabajo de lo normal y no se si me va a dar tiempo a regresar a casa. Saco el móvil para escribirle un mensaje.
Pocos minutos después suena la contestación
Espero alguna contestación graciosa, como es su estilo, pero no dice nada más. Así que me pongo a trabajar. A la hora de comer bajo al restaurante. Pido una ensalada mixta y una botella de agua.
- Hola, señorita Blake -levanto la mirada sabiendo a quien corresponde la voz.
- Señor Litman - Uso su apellido de forma profesional - ¿Habíamos quedado?
Arrastra la silla vacía y se sienta sin preguntar si puede.
- Alex, por favor. Después de verla bailar creo que podemos tutearnos.
Asiento con una sonrisa pintada en la cara. No me gusta este tío, quiere algo más conmigo, pero jamás mezclo trabajo y cama y aunque lo mezclara, no lo haría con él.
Es guapo, no es que sea un viejo verde. Es alto, Moreno y sabe lucir un traje como el que más, pero tiene algo que hace que me aleje de él. Podría ser su mirada de cazador o la seguridad que tiene de poder conseguir la mujer que quiera.
- Dime, Alex ¿Puedo ayudarte en algo? - Dejo el tenedor sobre el plato y presto atención.
Saca una carpeta del maletín y me la tiende. Hay documentos con datos de su empresa. No entiendo nada.
- Esos datos no están correctos. Han sido puestos ahí para engañarme.
- Entiendo, quieres denunciar falsificación de datos ¿es así?
Sigo sin comprender que haya venido a contármelo a mi. Estos temas son otra especialización, yo no le puedo ayudar. Después de unos segundos asiente despacio.
- Entonces lo primero que debes hacer es poner una denuncia, después puedes venir y Esther se encargará, ella es la que lleva este tipo de temas.
Me levanto dando por terminada la conversación. Cualquier cliente habría esperado en la sala de espera junto a mi despacho, pero Alex Litman tenía que bajar a buscarme mientras como. Cree que como es poderoso puede tenerlo todo en cualquier momento. Voy a demostrarle que no es así.
- Buenos días, señor Litman.
Me alejo de la mesa sin mirar atrás. Ahora debe estar muy disgustado, pero ¿a quien le importa? A mi desde luego que no.
Paso el resto del día comprobado documentos y datos, actualizándolos o simplemente haciendo nuevos contratos para clientes recién llegados. La carga de trabajo cada día aumenta, y aunque eso es bueno, no lo es para mí salud. Ya trabajo más de sesenta horas.
A las nueve y media miro por una de las cristaleras. Alaric está fuera esperándome. Apago las luces del despacho, cojo el bolso y la chaqueta y salgo.
Mi Secretaría está en su mesa mirando atentamente algún documento.
- Vete ya Nicole, es tarde - digo mientras camino hacia el ascensor.
- Si, señorita Blake. Ahora mismo termino.
Llego a la planta baja, me despido del recepcionista y del vigilante de seguridad y salgo a la calle. Hoy hace frío, nos estamos despidiendo del otoño, así que cada vez hace más.
Alaric espera en la acera con las manos metidas en los bolsillos de su abrigo n***o tres cuartos. Parece que también acaba de salir de trabajar. Su pelo que normalmente va más a lo loco, hoy tiene una perfecta línea a un lado, engominado y perfecto.
- No te has perdido ¿verdad? - Pregunto acercándome y dándole un pequeño beso en los labios.
Al momento me arrepiento aunque él parece no haberse dado cuenta de nada. Las parejas se besan cuando quedan para a hacer algo ¿Qué hacen los folla amigos? ¿Se saludan con la mano? ¿Se chocan los cinco? No tengo ni idea.
- No podría perderme aunque quisiera.
Parece más serio de lo normal. Alaric es un hombre bromista y alegre y hoy parece un terrorífico ejecutivo de esos implacables que salen en las películas.
Me abre la puerta del coche para que suba. Mientras me abrocho el cinturón, se sube y arranca. Comienzo a sentirme incómoda con este silencio.
- ¿Estás bien? ¿ha ocurrido algo en la oficina?
Tal vez soy una paranoica que se cree el ombligo del mundo y lo que ocurre es que ha tenido un mal día, así de simple.
- Todo bien - Contesta escuetamente.
Decido dejar de preguntar. El resto del camino lo hacemos en silencio. Normalmente esta situación viene antes de que el tío me deje, pero Alaric no conoce mi secreto, no sabe que no estoy muy bien de la cabeza, así que no se que narices está pasando.
Deja el coche en la entrada y le da las llaves al aparca coches. Este restaurante es nuevo, apenas llevan unos pocos meses y ya se han convertido en la comidilla de las altas esferas. Me parece increíble que en tan solo un día Alaric haya podido reservar. Grandes besas redondas con manteles bordados en oro, lámparas colgantes por todas partes y las personas vestidas con esa clase que solo da el dinero, lo convierte en el nuevo lugar de moda.
Un camarero nos acompaña hasta nuestra mesa y después se aleja. Poco después vuelve con las cartas, Alaric pide una botella de vino. Seguimos en silencio hasta que la trae, la abre con extrema lentitud y la sirve en las copas.
He estado a punto de quitarle la botella de las manos y beber directamente de ella. Mucha clase y todo lo que quieras, pero poca psicología.
- Dime que te ocurre, por favor - Insisto una vez más.
Suelta el aire y me mira como si me estuviera analizando.
- ¿En qué consiste tu trabajo en Lawyer's Lyon?
Arrugo las cejas sin comprender a donde quiere ir a parar. Ya sabe que soy abogada y mi especialidad. ¿Que mosca le ha picado hoy?
- ¿Qué pregunta es esa? Soy abogada y me encargó de los contratos con otras empresas, pero eso ya te lo había contado.
Su mirada se vuelve fría y terrible. Un escalofrío recorre mi piel, porque hasta este momento sólo había conocido al simpático y gracioso Alaric.
- ¿Estás esperando dirigir el bufete? ¿Esperas sustituir al señor Lyon?
- ¿Pero qué....? ¿Cómo sabes eso?
Esta discusión no tiene ni pies ni cabeza. No entiendo nada. Primero no se porque le molesta tanto mis espectativas laborales y segundo, esa frialdad con la que me mira duele, no se porque, pero duele.
- En una de las discusiones con mi padre, me dijo que si no aceptaba yo, la señorita Blake ocuparía su lugar - Suelta como una bomba - Jamás habría dicho que tu fueras esa señorita Blake.
Acaba de decir que su padre le dijo... Tengo que recomponerme, porque no pienso permitir que este tío venga como si fuera el rey del mundo a pedirme explicaciones por algo que no ha querido.
- Vaya - Digo como si nada - Así que tu eres el hijo gilipollas que iba a dejar a su padre en la estacada.
Acerco la copa a mis labios y bebo despacio. Necesito que el líquido baje por la garganta y me refresque. La tengo seca por los nervios.
- No vas a dirigirla. Es un negocio familiar, tengo primos, tios y una hermana que estaría encantada de hacerse cargo - Cierra los puños intentando contenerse.
Aprieto los dientes y le regalo una pequeña sonrisa. Como si nada me importara, pero lo cierto es que no soy capaz de escapar de los erráticos latidos de mi corazón y como poco a poco se rompe, me había hecho alguna que otra ilusión con este hombre, una vez más queda demostrado que el amor no es para mí.
- Al parecer tu padre no piensa igual y si quiere que la dirija, lo haré, tu puedes hacer lo que has hecho todos estos años, hacer como si tu padre y su empresa no existieran y dedicarte a la tuya como el egoísta que eres.
Paso el dedo por el borde de la copa, antes de que Alaric pueda contestarme con un pequeño toque del dedo la vuelco sobre el mantel. Me levanto arrastrando la silla y me alejo de la mesa.
En cuanto traspaso la puerta corro hacia una de las calles para esconderme. No quiero seguir discutiendo, no quiero sentir la tristeza que está comenzando a aflorar en mi pecho.
Me permito un segundo para recomponerme. Cierto los ojos y respiro profundo. Al abrirlos de nuevo, me convenzo de que soy fuerte y que puedo con todo. Levanto el brazo y paro a un taxi.
Sentada en la parte trasera vibra el móvil en el bolso. El nombre de Alaric brilla en la pantalla. No pienso seguir discutiendo, tampoco pienso defenderme de algo por lo que no tengo que hacerlo. Cuelgo la llamada y apago el teléfono.
Ahora sólo tengo que añadir otro nombre a la pequeña lista de fracasos amorosos de Eda Blake.