Me vuelves loca

1783 Words
El domingo tenía pensado pasarlo tranquila en casa, repasando cada momento de la noche anterior, cuando conocí a Alaric, o como a mi me gusta llamarlo, el Dios griego, en cambio, tengo que ir a la oficina. Siempre ocurre algo, algún imprevisto. Podría no coger el teléfono, pero soy una de las favoritas del jefazo y ya mismo es su jubilación. Sería la mujer más joven en dirigir un bufet de abogados en Nueva York. Tiene un hijo, pero por lo que he podido escuchar tiene sus propios negocios y pasa de los del padre. Y eso me viene genial. Abro el armario para elegir la ropa que me voy a poner, una falda negra de tubo, una camisa blanca vaporosa y unos tacones, hasta que llegue a la oficina llevaré mis tenis blancos súper cómodos. Miro mi reflejo en el espejo, el pelo es una lucha diaria. Me imagino a un León recién levantado con toda su melena despeinada, pues así soy yo. Mi pelo es rubio, pero es muy rizado, una melena llena de volumen, que un sábado por la noche está genial, pero en un juicio pues no tanto. Me lo mojo y lo peino con el cepillo. Me hago un moño para que no se noten los rizos, y ya estoy lista para trabajar un domingo por la mañana. Que asco de vida. Caminando entre las calles llenas de gente y sus imponentes edificios, suena mi teléfono. No reconozco el número, aun así descuelgo, podría ser cualquiera, un compañero, un cliente. Desde que trabajo en Lawyer's Lyon mi teléfono está disponible veinticuatro horas los siete días de la semana. - Eda Blake, dígame - Contesto. Tengo que cruzar la calle, al bajar el escalón no me doy cuenta de que hay un charco y meto el pie dentro. La zapatilla está empapada, mis medias también. - Joder - Susurro estirando el pie para quitarle todo el agua que pueda. - Hola Eda, Soy Alaric ¿Estás bien? El Dios griego me está llamando. Me olvido del zapato, del barro. Estaba completamente segura de que no volvería a saber de él. Cumplía todos los requisitos del buenorro si te he visto no me acuerdo. - ¿Alaric? - ¿No te acuerdas de mi? - Ahora parece algo mosqueado. Puede que a los tíos les atraiga que le machaques el ego. En eso soy especialista y en ser torpe también se me da genial. - ¡Ah! Alaric, si, si, perdona. Que sorpresa tu llamada. Sigo caminando esquivando a las personas que van en sentido contrario. Mis amigas se quejan del tráfico, pero intentar ir al trabajo andando en hora punta también es un trabajo de titanes. - Tenía que comprobar que la tarjeta que dejaste era real, como desapareciste en mitad de la noche - Suelta riendo - Te apetece que quedemos para comer. Me encantaría quedar para comer o para comerte o para mirar una pared blanca contigo a mi lado. - Me gustaría mucho, pero voy corriendo a trabajar y creo que terminaré tarde. También puedo llamar a mi jefe y ponerle una excusa, y hasta aquí habría llegado mi carrera en el mundo de la abogacía. Por más bueno que esté este hombre, no puedo anteponerlo. - Vaya... Una lástima, tenía planes interesantes. - Podemos cenar si quieres - Contesto rápido. Me tapo la boca, acabo de parecer un poco desesperada. Cierro los ojos avergonzada. Planes interesantes, espero que sea una noche de sexo. Como respuesta una risa baja al otro lado del teléfono. Es tan sexy todo lo que hace, cualquier sonido saliendo de sus labios suena a sexo. - Bien, dime la dirección y te recojo ¿a las nueve te viene bien? - Perfecto. Nos vemos. Antes de decir alguna estupidez más, cuelgo el teléfono. Ya has hecho bastante el ridículo por hoy. Espero que mi noche termine igual de bien que la de ayer. Mi trabajo consiste en asesorar y preparar la documentación necesaria de empresas privadas, problemas de comunicación entre empresas, empleados, despidos, de todo un poco. Ahora tenemos un problema con una de ellas, esta empresa, nos proporciona más de un millón de dólares al año, ese es el motivo por el que trabajo un domingo. Al final del día dejo a mi asistente terminando de preparar los documentos que yo misma revisaré mañana y los mandaré de manera urgente. Llego tarde. Son casi las nueve y voy corriendo por las calles. Después de tanto tiempo sin un hombre, me encuentro con la oportunidad de mi vida, sexo sin complicaciones. Cuando por fin llego a mi casa un coche me pita. Me tiro para contestarle alguna fresca, pero mi sorpresa es que Alaric es el típico tío que prefiere esperar a que le esperen. Ya ha llegado. - Llego tarde, perdona. Sube conmigo, en cinco minutos estaré lista. Gira el contacto de la llave y se baja. - ¿En qué trabajas? - Pregunta mirándome de arriba a abajo. - Soy scortt - Bromeo. Su expresión cambia al momento, pero no aguanto mucho antes de romper a reír a carcajadas - Es broma, soy abogada. - Te gusta bromear ¿eh? ¿En que especialidad trabajas? Yo también soy abogado. Me paro en seco al escucharlo. Podría ser cualquier cosa, no se, pero abogado jamás lo habría dicho. Además de estar bueno es inteligente. Menudo pack. - ¿En serio? - ¿A qué creías que me dedicaba? - Pasa sus dedos por el pelo divertido por la situación. Seguro que no es la primera vez que sorprende con esta información. Abro la puerta de casa, me hago a un lado y le dejo pasar primero. - Pues no se... Jugador de fútbol americano, modelo, socorrista ¿tu te has visto? No tienes pinta de abogado Le dejo solo en el salón riendo abiertamente. Me doy una ducha rápida y me pongo algo más informal. Un pantalón pitillo con un top negro. Me paso el difusor por el pelo y lo dejo a lo loco. Me pongo un poco de rímel y una pequeña línea sobre el párpado para resaltar el azul de mis ojos y vuelvo al salón donde debe estar aburrido de esperar. - Perdona por hacerte esperar. Está delante del tocadiscos. Va pasando los dedos por delante de cada uno de ellos mientras lee el nombre de los músicos. Algunos dirán que soy un poco carca, hoy en día con Internet, los CD, s y todas las formas de escuchar música de forma moderna es mucho mejor, yo prefiero la melancolía del vinilo. - Tienes auténticas obras maestras - Se gira para prestarme atención - Estás guapísima, increíble. Quien me iba a decir que debajo del moño de abogada tenías esa melena. Me gusta su rollo, es muy parecido al mío, somos bromistas, simpáticos y está bueno que te cagas, eso le da puntos extras. - ¿Verdad? Soy una caja de sorpresas. Cojo el bolso, las llaves y el móvil y salimos para comenzar nuestra cita. La cena la disfruto como pocas veces. Llego a la conclusión de que sabe llevar una conversación, es increíble la de tíos raros con los que me he cruzado, una vez cené con uno y me dejó tirada por ir a la caza de un pokemon... Después de dos horas entretenidas sin parar de charlar y de hacer bromas, me lleva de vuelta a mi casa. Para el coche a un lado de la carretera. - ¿Quieres subir y tomar un café o una Copa? - Si lo cogiera de la camisa y lo tirara sobre mi cama sería menos descarada. Pero soy una mujer moderna y me da igual quien de el primer paso. - Me encantaría - Se desabrocha el cinturón y baja. Nos lanzamos miraditas durante todo el camino desde el ascensor hasta mi casa. Creo que la copa y el café van a tener que esperar. En cuanto cierro la puerta me estampa contra la pared y aprisiona mi cuerpo con el suyo. Sus labios devoran los míos, anhelantes y exigentes. Nuestras lenguas de fuego juegan entre ellas, mientras nuestras manos tiran de los botones y de la cremallera para quitarnos la ropa Coloca sus manos bajo mi culo y me levanta. Enredo mis piernas alrededor de su cadera sin dejar de saborear sus labios. Saben a menta, a frescura. Este hombre es simplemente adictivo. Caemos sobre la cama, puedo sentir su erección, que al momento provoca mil sensaciones en mi, la primera, la humedad en mi entrepierna. Clavo mis uñas en sus hombros. Separa sus labios de los míos. Tenemos la respiración entrecortada, excitada, el corazón grita deseando tenerlo dentro. Saca un preservativo de algún sitio y se lo coloca mientras yo tiro mi ropa interior por los aires sin ningún cuidado. Hace el amago de tumbarse encima de mi, coloco la mano sobre su pecho y le ayudo a tumbarse. Me coloco encima de él a horcajadas sin apartar mi mirada de la suya. Poco a poco voy bajando hasta que soy yo la que marca el baile. - Joder, nena - Gruñe. Coloca sus manos a ambos lados de mis muslos. Me inclino y le doy un pequeño mordisco en el lóbulo de la oreja sin dejar de moverme rítmicamente. Sus manos ascienden hasta mis pechos, aprisiona mis pezones entre ellos. Se me escapa un gemido descontrolado. Vuelve a colocar sus manos bajo mi culo y me levanta. Esta vez me tira sobre la cama sin ningún cuidado. Quiere mandar él y yo necesito que lo termine porque voy a explotar en cualquier momento. Las acometidas aumentan el ritmo y la rudeza cada vez más. - Alaric - Susurro con voz entrecortada. - Córrete. Su voz masculina, la exigencia y sus manos sobre mis pechos me llevan al orgasmo una vez más. Unos segundos después Alaric se desploma encima de mi intentando controlar la respiración. - Que polvazo - Digo sin pensar. Levanta la cabeza sorprendido por mi comentario. - Tienes razón, ha sido un polvazo. Nos quedamos un rato tumbados hasta que el corazón vuelve a su ritmo normal. Después vamos al baño y nos damos una ducha. Yo ya he activado el modo zombie, necesito dormir urgentemente. - ¿Quieres que me vaya? - se queda de pie mientras yo me tumbo en la cama - Como te gusta desaparecer y estás en tu casa... No me gustan las ataduras. Desde mi última pareja aprendí que no se puede esperar mucho de los hombres, así que no he vuelto a esperar nada de ellos, hasta ahora.... - Túmbate a mi lado - Pido haciéndome a un lado para dejarle hueco.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD