Enzo Marchetti El humano Lennox ingresa a mi oficina con su rostro enrojecido, no dejo de mirarlo y vislumbro en sus ojos un profundo odio hacia mi persona. —Signor Marchetti, non può fermarlo. (Señor Marchetti, no pude detenerlo) —la preocupación en el rostro de mi secretaria es bastante notable. —No te preocupes, me encargaré del señor, —asiente y se retira cerrando la puerta—¿Qué lo trae por aquí? —pregunto. —¡No se haga el estúpido conmigo! —grita. Es el humano más estúpido que he visto en toda mi vida, no entiendo cómo se atreve a gritarme sabiendo que lo tengo tomado de los testículos y que con una sola orden puedo hacerlo desaparecer de la faz de la tierra. —Señor Lennox, ve en mi rostro algún indicio de que estoy enterado de alguna situación suy