Parpadeo con pesadez, sintiendo el ardor en mis ojos mientras mi cuerpo se despereza sobre las sábanas revueltas. La luz del día entra a través de los ventanales, proyectando sombras irregulares sobre el techo. Y es entonces cuando lo recuerdo. Mi respiración se acelera por un instante. La noche anterior. Mi cita con David. La detención. Gedeón. Su toque abrasador, su presencia arrolladora. El dominio con el que me había arrastrado al abismo oscuro y prohibido del que aún no logro salir. Maldigo entre dientes, cerrando los ojos con frustración cuando cada uno de los recuerdos me golpean. Me incorporo lentamente, sintiendo la suavidad de las sábanas, deslizarse por mi piel desnuda. El ambiente a mi alrededor me recuerda que no estoy en mi departamento, ni en ningún lugar familiar. Aún esto