La risa de Carol retumbaba por toda la cafetería y yo solo podía verla, al menos alguien se divertía con mi situación, –Diana ¿Por qué no se lo dices y ya? – me preguntó ella cuando recuperó el aliento, –No, eso no, no hasta que me ame de verdad – –Pero si estas de acuerdo, que te haría las cosas más fácil, ¿No? – –Si, supongo– respondí no muy segura de eso, –Me encantaría conocer a William y saber por qué te tiene como te tiene– comentó ella, –Yo también quisiera saberlo– admití mientras movía mi café con una cuchara, después de lo que dijo la otra anoche me sentí un poco deprimida, “¿Que mi perfume era barato? “, no lo era ni un poco, ¿Por qué decía cosas tan crueles, él no era así, bueno, al menos era lo que yo creía, –Tus padres están preocupados por ti– –Diles qué no se