La desesperación de William era evidente iba y venía de un lado a otro, estaba enojado, estaba frustrado y sentía que en cualquier momento le iba a dar un ataque al corazón, —Señor, perdimos el auto— Los ojos furiosos de William se posaron en el hombre que acababa de llegar a dar esa noticia y casi se podía ver una llama de fuego salir de su cabeza, —¡¿Pará qué mierda les pagó si no pueden hacer bien su trabajo?! —gritó William liberando su ira, los empleados y guardias que estaban presentes brincaron al escuchar al enojado hombre y no hicieron más que agachar la cabeza, era algo nuevo para todos, pues nunca antes lo habían visto tan molesto, —Lo lamento señor— William apretó los puños y trató de calmarse, —Maldita sea Diana… ¿Por qué subiste a ese auto? —se preguntó así mismo en