Solo una Mirada

Camino lentamente por las concurridas calles de los Nueva York, veo la gente caminar rápidamente casi corriendo tratando de llegar a tiempo a casa.  La noche cae y yo sigo caminando a paso lento ya que no tengo a donde llegar. No tengo una casa a donde llegar, ni una familia que me espere, acabo de perder mi empleo y me van a botar de la pequeña habitación en la cual vivo, trato de no romper en llanto al pensar en lo que va hacer de mí, sólo tengo veinte años así que tengo una vida por delante y sé que de esta saldré. Meto una de mis manos al bolsillo de mi chaqueta y sacó el único dinero con el que cuento en este momento. Solo dos dólares, dos dólares. -              ¿qué haré ahora? – pregunto casi al borde del llanto, pero me niego a llorar. Continuó caminado hasta que me tropiezo con un anciano. – disculpe señor venia distraída -              No te preocupes hermosa – me responde amablemente – ya estoy muy viejo así que mi vista y oído no son muy buenas. -              ¿se encuentra bien? – pregunto -              Si linda, sólo debo ir a entregar el dinero y este billete de lotería que me quedo el día de hoy – me dice como si nada mostrándome el billete – aunque temo que es algo que me descontaran, pero no puedo hacer más nada. – dice un poco afligido -              ¿Cuánto vale? – pregunto -              Dos dólares – me dice sonriendo y sin importarme que con lo único que cuento decido comprarle el billete de lotería ya que él puede necesitar esos dos dólares más que yo. -              Yo se lo compro señor – digo extendiéndole el billete. -              Que tengas mucha suerte – me dice entregándome el billete para luego seguir su camino. Observó un segundo el billete y veo que el premio mayor son ciento cincuenta millones de dólares. Buscó el número del billete y veo que tiene ocho números, 1-2-1-7-2-5-0-3. Reanudó el paso mientras dobló el billete con la intención de botarlo, pero no encuentro un cubo de basura así que me lo meto al bolsillo de la chaqueta para tirarlo luego.  Al llegar al edificio donde vivo respiro hondo y entró, trato de no hacer ruido, pero la señora Becca dueña del edificio de habitaciones me sorprende. -              Sofía, es la última vez que te lo advierto – me dice visiblemente enojada – o me pagas los meses de renta que me debes o te boto a la calle. -              Deme un par de días señora Becca – suplico ya que no tengo a donde ir. -              Dos días Sofía, dos días- me dice furiosa – si no te has puesto al día voy a sacar tus cosas a la calle. -              Si señora Becca – respondo para luego caminar hasta mi habitación donde una vez dentro rompo en llanto y lloro hasta quedarme dormida. Al día siguiente me levanto temprano y luego de una ducha salgo en busca de un empleo, pero paso caso todo el día y no encuentro nada. No he probado bocado en todo el día y ya comienzo a sentirme mal, así que decido volver a mi habitación, pero al cruzar la calle veo un puesto de revistas donde en ese justo momento están pasando por la televisión el sorteo de la lotería que justo anoche le compre al anciano. Reanudó el paso, pero algo me impide irme y decido ver el resultado ya sea por curiosidad o una excusa para retrasar la llegada al edificio. Veo como la primera balota es uno, la segunda es dos, la tercera es el uno de nuevo, luego el siete, dos, cinco, cero y por último el tres. Abro los ojos como platos al darme cuenta de que los números que la presentadora está diciendo son los mismo que están plasmados en el billete de la lotería. Comienzo a correr hasta llegar al edificio e ignorando los reclamos de la señora Becca entró a la habitación en busca de la chaqueta que tenía la noche anterior, al encontrarla reviso en sus bolsillos hasta dar con el billete de lotería, rápidamente verificó los números y caigo de rodillas al darme cuenta de que son los mismo que salieron en el sorteo. -              Soy millonaria.