Como todas las mañanas, Karina miró el techo por ocho minutos antes de que la alarma sonara, estiró su brazo y para su sorpresa, alguien más la detuvo. Era Pandora. – Buenos días. Karina intentó levantarse. – Con cuidado – le dijo Pandora y le sostuvo el brazo. Al mirar su piel, Karina vio las manchas y arrugas, después tiró de la manta para cubrirse. Pandora suspiró – ¿recuerdas lo que pasó ayer? Había algunas imágenes en la mente de Karina, un rostro deforme, seguido de sus manos encerrándose sobre algo suave que no podía identificar, o no quería hacerlo, porque siempre que volvía a ese momento y miraba hacia arriba, veía el rostro de Lilith. – Kary – dijo Pandora y tomó la mano de Karina – fue una época increíble, tengo fotografías tuyas de cada convención y en todas luces hermo