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La pasante

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Hacer pasantías en una gran organización, como corporación Z, tiene que ser bueno pero si además te asignan para trabajar con uno de los ejecutivos más sexys del lugar, debe ser doblemente bueno. Eso pensaba Macarena, hasta que estuvo en la situación soñada y los enredos y dolores de cabeza no se hicieron esperar.

¿Enredarse con el jefe?

Primer relato de la serie relatos eróticos románticos de oficina

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Capítulo I
Eran las 8:34 am, Macarena subía en el ascensor y aunque sabía que iba con media hora de retraso no se agitaba, nada podía hacer ya, se reprendió por quedarse dormida, pero aprovechó y se miró en el espejo, llevaba una falda de cuero amarilla hasta las rodillas y un suéter manga larga de algodón blanco, estaba segura de que su supervisora de pasantías en recursos humanos no aprobaría su apariencia pero no le importaba, Macarena se dio cuenta de que acaparaba las miradas, pero no iba a dejar de vestir como deseaba. Hasta el momento solo había hecho papeleo aburrido para recursos humanos, pero ya era tiempo de que pasara a otro departamento, como las demás pasantes, deseaba ser asignada con uno de los altos ejecutivos, donde tendría mayor visibilidad, el director ejecutivo, el director de finanzas o el de operaciones, además los tres eran los más guapos y jóvenes directivos, ella estaba consciente de que estaba allí para cumplir con un requisito académico en primer lugar, luego quizás aprende algo y hacer contactos y si la vida era muy buena, conseguir trabajo fijo, habían ciertas conexiones internas que se la asegurarían. Macarena a sus 21 años, estudiaba administración de empresas y sabía lo triste que era salir al mercado laboral sin experiencia, si, mucha gente pasaba por eso pero Macarena no era cualquier gente, era muy inteligente y atractiva, creía que por su genética, le debía ir bien en la vida, solo porque sí. Ella también hacia su esfuerzo. El ascensor se detuvo en el piso 12 y vio como entraba una rubia guapa más o menos de su edad, notó que marcó el mismo número de piso, el piso 14, en ese piso solo funcionaba recursos humanos, Macarena recordó entonces que no era la única pasante a la que se le agotó el ciclo en un área y debía pasar a rotación, como estaba asignada a recursos humanos sabía que había solo tres opciones: Gary Meléndez director de Tecnologías, Sue Lobato directora de Marca o Iker Paladino, director de Finanzas. Según lo que Macarena escuchó en recursos humanos, Gary Meléndez era un déspota y egocéntrico, de 45 años y aunque es guapo no es precisamente atractivo por su carácter petulante, Sue Lobato una hábil y experimentada ejecutiva que a sus 47 años lucia como de 25, quizás porque no se había casado y no había tenido hijos, o porque se gastaba su sueldo en tratamientos de belleza, pero era estricta y exigente, ninguna pasante le duraba un mes y por último estaba Iker Paladino, el más joven de los ejecutivos, de 33 años de edad y dos años como director, soltero de los que deja suspiros por donde pasa. Ella solo estaba segura de algo, quería quedar con Iker, quería esa oportunidad en la organización, era el CFO, el director financiero mano derecha del director ejecutivo y uno de los más influyentes del lugar, tenía récord de dejar a sus aprendices con puestos fijos si no allí, en otras buenas compañías. Todo era conexiones. Macarena le sonrío con timidez a la rubia que la ignoró con descaro. Se abrió la puerta del ascensor y ambas hicieron un intento por salir al mismo tiempo, sus cuerpos chocaron y perdieron un poco el equilibrio. Ninguna se disculpó o hablo, siguieron hasta la oficina de recursos humanos con una velocidad que solo revelaba que ambas sospechaban a que iban. Se sentía con ventaja, había estado allí  los últimos dos meses, pero al entrar la mala cara de Rosa la asistente de la gerente de selección la hizo caer en cuenta de que quizás no aventajaba tanto a la rubia como pensaba. —¡Macarena! A las 8:30 era la cita con Daniela para hacer la reasignación, debías estar igual aquí a las 8 am y tú Miranda, llegas unos minutos tarde. Pasen. Las dos se miraron y solo asintieron con la cabeza tras un modesto buenos días y siguieron hacia la oficina de Daniela. —¡Bonitas horas de llegar! Seré breve.  Este comportamiento no podrán mostrarlo cuando sean asignadas a las nuevas áreas, y como deben hacer las prácticas con los directores, ellos mismos elegirán con quién se quedan. No lo haremos arbitrariamente nosotros. Vas tú primero a la entrevista Miranda y luego tú, Macarena. Primero con Sue y luego con Iker, Gary ha pedido no tener practicantes justo ahora porque parece que tienen un proyecto importante y dice que un pasante lo retrasa mientras le explica todo, después hablo con él. ¿Alguna pregunta? —¡No! —contestó Miranda. —¿Y si ninguno me elige? —preguntó Macarena. —¡Buena pregunta! No creo que ocurra, pero si pasara, vas a Procura, hace falta gente para que arme expedientes de proveedores, están en una campaña de actualización de datos. Pueden irse ahora, ya las deben esperar. Ambas salieron mirándose de arriba abajo, Macarena notó que la rubia llevaba un vestido marrón ajustado y hasta por encima de la rodilla, que envolvía con gracia su cuerpo. Llegaron al piso 17 sin dirigirse la palabra, la rubia se adelantó y tocó la puerta de la oficina de la dirección de Marca y pasó contoneando su trasero perfecto. Macarena rodó los ojos. Debía esperar a que ella hiciera todas las rondas para luego pasar ella, como la segunda. Después de media hora salió y se dirigió de nuevo al ascensor, antes, le lanzó una mirada desafiante a Macarena y se aplicó un labial y soltó su cabello haciendo un movimiento sexy, Macarena entendió que quería lo mismo que ella, impresionar a Iker, pero a diferencia de ella querría hacerlo como fuera.  Macarena sopeso que la muy puta debió quedar mal a propósito con Sue. Se dirigió a la entrevista resignada. Ella tenía tan mala fama, sus aprendices pasaban sin pena ni gloria. Sue llevaba un traje que debía costar todo lo que ella ganó en su vida laboral como cajera en un local de hamburguesas desde los 17 hasta los 20. Le sonrió con amabilidad pero se notaba que estaba distraída en otras cosas y esperaba salir rápido de ella. En efecto la entrevista fue vacua y la hizo salir a los 20 minutos. Básicamente le dijo que no esperaba mucho de ella solo que fuera bonita y como las dos los eran, dependería de la que seleccionara Iker, que no se preocupara que ninguna terminaría asignada a Procura para hacer papeleo aburrido. —¡Si Iker se queda con Miranda! Vienes conmigo. Si Iker se queda contigo Miranda viene conmigo. Fácil, puedes salir —se despidió con apremio. Macarena se puso más nerviosa al saber que todo dependía de Iker. Siguió a la oficina de finanzas y esperó afuera, su asistente le confirmó que la entrevista con Miranda no había terminado. Mientras esperaba escuchó risas dentro de la oficina y pensó lo maldita facilona que resultó la Miranda, con eso conseguiría quedarse en finanzas. Tenía esa fama la chica. Se abrió la puerta y vio salir a Miranda batiendo de un lado a otro su rubia cabellera, su cabello brillaba y era hermoso, enmarca sus rasgos finos, la muchacha tiene un rostro hermoso, admitió Macarena. Se levantó y se dispuso a pasar. Miranda suprimió una sonrisa con la que salió y le mato los ojos a Macarena. Al entrar a la oficina de Iker, lo primero que notó fue el enorme ventanal detrás de su escritorio, vio que los edificios y las calles que se veían con precisión desde allí. El sonido no existía y la imagen resultaba atractiva. Sentado en la silla detrás de su escritorio estaba Iker,  alto y musculoso, de ojos azules, la forma de sus ojos un poco rasgada, como si tuviera algún antepasado asiático, su piel se veía muy blanca y se notaba que no se había bronceado en meses, sus cabellos castaños oscuro casi más bien negros caían lisos y abundantes, llevaba un corte varonil y moderno. Su rostro era rectangular y lucía una sonrisa amable en la que dedica ojos y labios. —¡Buenos días! ¿Macarena? ¿No? —dijo él mientras tomaba entre sus manos su hoja resumen. —¡Buenos días! Si. —¡Bien Macarena! Confío mucho en el proceso de selección de la compañía, si estás acá, es porque has aprobado los estándares mínimos, así que mi decisión se basará en un asunto de compatibilidad y química para hacer equipo. —¡Bien!  —¡Cuéntame qué opinas del estilo de trabajo de la Corporación Z, hasta ahora! —Me gusta, veo que hay libertad para crecer y aprender y eso es lo mío, estoy por graduarme y solo quiero aprender de todo. El la miró con una expresión que denotaba decepción, esa debe ser la frase más utilizada por todas las personas en una entrevista, él evidentemente se distrajo ante sus palabras y se dedicó a observarla, quizás sin darse cuenta, hizo un repaso de su delgado cuerpo y se detuvo en sus pechos, subió enseguida la mirada hasta sus ojos y le sonrío con malicia, ella se revolvió en el asiento porque se dio cuenta de la mirada atrevida. Se sintió turbada de inmediato y su imaginación voló. Ante su silencio, él la volvió a interrogar. —¿Quién te cae mal de acá? Quiero que seas sincera, no me gusta la gente falsa, por favor habla mal de alguien de la compañía. —¿Qué? Yo no puedo… —¡Gracias Macarena! Puedes irte, le informaré de mi decisión a Daniela, fue un placer conocerte, que te vaya bien con el resto de tus prácticas —dijo e hizo un gesto con su mano invitándola a salir de su oficina. —¡Tomás! De relaciones institucionales, me lanza miradas descaradas y una vez hizo gestos obscenos detrás de mí en el ascensor. Marta de Contabilidad, me hizo escanear 100 veces un documento porque no estaba conforme con ninguna de las veces y la oí luego decir que lo hacía por diversión, Andrés de Operaciones siempre hace escándalos por cosas que no merecen ni la más mínima atención, y la rubia que salió ahora no me respondió el saludo. Él la miró con una sonrisa amplia y con diversión en sus ojos, se pasó la mano por el cabello, y le lanzó una mirada pícara. Ella sintió como su corazón latió más fuerte. —¡Bien Macarena! Me alegra tu actitud, ya te había elegido a ti, lo único que le pregunté a Daniela sobre ustedes fue por su tendencia a la discreción, y te valoro mejor a ti, pero fue divertido oírte quejarte. ¡Bienvenida! Trae tus cosas de una vez, Roraima te ayudará a instalarte, la asistirás a ella y a mí. —¡Gracias! —dijo.       Macarena se levantó emocionada y miró con cautela a su jefe por los próximos dos meses, él la miró con diversión y volvió a darle un repaso descarado a su cuerpo. Ella salió y le indicó a Roraima que iría por sus cosas. Roraima parecía amable y le indicó de una vez cuál sería su puesto, era uno justo frente a él de ella. Roraima era una mujer robusta y alta que parecía tener flojera de moverse mucho, así que le agradeció su presencia y le advirtió que al ser más joven que ella, tendría que hacer todos los mandados, Macarena asintió encantada. Cuando por fin regresó y acomodo sus cosas en su nuevo puesto por los próximos dos meses, Roraima le explicó sus tareas diarias. —¡Iker toma café! Le gusta cortado con azúcar, bastante azúcar. Come dos magdalenas con su café, también bebe té, le gusta el de Ginkgo biloba con poca azúcar y anís. Aquí está su agenda, tú debes organizarla, todas las llamadas y solicitudes, revísala con él directamente, ahora cuando haya que atenderlos, también te ocuparas tú, porque eres más bonita y joven, es lógico.  —¡Son tareas de asistente! —observó Macarena. —¡Si! También deberás hacer el enlace con el departamento de reportes para enviar información a los bancos y a la comisión de valores, serán tus tareas —indicó. —¡Perfecto!  La mañana estuvo tranquila, Roraima se ocupó de recibir a unos ejecutivos de un aliado comercial, porque ya ella se había comprometido pero le advirtió a Macarena que en adelante y por dos meses sería su tarea. Sonó el intercomunicador del puesto de Macarena y en el cintillo decía CFO Iker Paladino, las iniciales en inglés para chief financial officer o director de finanzas en español. El corazón le saltó, me está llamando pensó, atendió y trató de aclarar la garganta para no sonar nerviosa. —¡Diga señor Iker! —dijo con una voz suave que terminó sonando más sugerente de lo que hubiese querido. El rió y ella incluso pudo oírlo respirar a través de la línea. Su voz era grave y la encendía, escucharlo hablar en su oído la excito un poco y debió recordarse dónde estaba y quién era él y para qué estaba ella allí. —¡Señor Iker! Qué bien se oye eso. Ven a mi oficina Macarena por favor —dijo él entre risas. —¡Voy! —dijo y lanzó el teléfono para correr hasta la oficina de él. Se arregló el cabello castaño claro antes de llegar y se echó una mirada en un discreto espejo de polvera que mantenía sobre su escritorio.  Se paró en la puerta y le echó una mirada rápida antes de que él notara su presencia. Cuando la notó, le sonrió y la llamó con la mano. —¡Por favor siéntate! —dijo él y le miró interesado mientras ella lo hacía. —¡Dígame! —dijo ella colocándose el cabello largo suelto detrás de las orejas, estaba nerviosa y luchaba para que no se le notara. Él la miró en silencio por un segundo, repasó sus labios y regresó a sus ojos. —Roraima te hará peticiones locas sobre lo que como, nada de eso, todo es para ella, no la ayudes a seguir alimentándose mal. Yo solo tomo té —dijo con seriedad. —¡Ya me parecía raro que comiera todo eso y se viera así! —dijo y enseguida se dio cuenta de lo que dijo. Abrió los ojos y esperó su reacción. —¿Cómo me veo? —preguntó entretenido. —¡En ...bueno, es obvio, quise decir, quiero decir, bien, en forma, no es gordo! Él se rió y negó con la cabeza. —¿Estás nerviosa? ¿Te pongo nerviosa? Puedes estar tranquila. No soy un jefe gruñón, soy delicado con el horario y me gusta que todo esté en orden, cero errores en las agendas y en los números que reportamos a terceros, eres solo el puente entre finanzas y los terceros, pero no quiero errores. —¡Me queda claro! Señor.  —¡Trae mi té! ¡Por favor!  —¡En seguida! —dijo y se levantó, y siguió hacia la salida instintivamente, se giró a mirarlo y lo encontró mirando su trasero con descaro. Macarena se ruborizó, pero decidió ignorarlo ¿Qué más podía hacer? Él le sonrió con picardía. Se sentó en su silla y tragó grueso, el hombre la miraba con descaro y él no estaba de mal ver para nada, de hecho era muy guapo y ella se sintió atraída por su voz y su personalidad tan confiada. —¡Ay Macarena! Cuidado con resbalarte porque este no te perdona —dijo en voz alta para sí. —¡Hora de almorzar! —dijo Iker muy cerca de ella— ¡Vuelvo a la 1:30pm!  Ella sonrió y asintió con la cabeza. Se apresuró a ir a comer con Xander y Luisa, pasantes también. —¡Niña! Te pase buscando por la oficina y me dijeron que estabas en Finanzas con Iker y yo, What? —dijo Xander exagerando sus maneras como acostumbraba. —¡Si el hombre es fuego, estoy deshecha! —bromeo. —Miranda andaba con mala cara —les dijo Luisa. —Miranda es muy puta, no quiere dejar para nadie —dijo Xander. Todos rieron. —¡Está buenísimo! Y Roraima parece amigable. Si todo marcha, tendré buenas oportunidades de quedar fija ¿No? —¡Roraima! ¡Cuidado te come! He oído que se come todo, esconde tu comida —bromeó Luisa. —¡No seas así! Ha sido buena conmigo, lo seré con ella. Ya comprare las magdalenas que me dijo que se comía Iker.  —¡Que pícara! Es el jefe, mira cómo se pone cuando lo nombra. ¡No niña! Ubícate. ¿Cómo crees que lo tenga? ¿Rosado? ¿Grande? ¿Grueso? —¡Xander! —gritaron Luisa y Macarena al unísono. Xander y Luisa estaban asignados al director ejecutivo de la compañía, aseguraban que era un total mujeriego descarado, pero de Iker decían que era más discreto. Antes de regresar al puesto pasó por la tienda y compró el pedido de Roraima, cuando entró al asesor, quién lo detuvo para ella fue Iker, que la saludó sonriente y le echó una mirada a la comida y bebida que llevaba. Ella trató de ocultarla pero fue imposible. —¡Me encanta que no me obedezcan! —dijo irónico. —¡Son para mí! —mintió ella. —¡Oh! Ya veo, claro. Disculpa —respondió con una sonrisa que trataba de reprimir. El silencio fue incómodo y la tensión podía palparse. Ella acomodó con su mano libre, su falda de cuero que ya estaba perfecta.  Al llegar al piso 17, él le hizo un gesto para dejarla salir primero y ella lo hizo. Él aprovechó para observar su cuerpo mejor, más de cerca, cuando pasó junto a él, ella se incomodó por el gesto pero sonrío nerviosa. Roraima los vio llegar juntos y les dedicó una mirada evaluadora, la miró a ella de arriba abajo con expresión seria. —¡Coincidimos en el ascensor! —aclaró él y siguió a su oficina. Macarena le dejo las compras a ella sobre su escritorio y le guiñó un ojo. —¡Le dije que eran para mí! Así que bota las bolsas en mi papelera. —¡Gracias nena! Eres lo máximo —contestó Roraima con una sonrisa. —¡Creo que tengo una nueva amiga! —pensó para sí Macarena. Ese hombre es demasiado sexy y atractivo y me comporto como una idiota junto a él, tengo que gobernarme y permanecer seria, es difícil cuando me devora con los ojos, si fuera otro ya me habría quejado pero como es él y es guapo, me derrito, pensaba Macarena. Sonó el teléfono. Era el señor Iker. —¡Macarena! Ven. Su voz grave la prendía y debió reprenderse. Se levantó nerviosa y tomó lápiz y papel, se dirigió corriendo a la oficina de él y observó a Roraima devorar las magdalenas. —¡Aquí estoy! —dijo con timidez. —¡Si que estás! Verás necesito que organices mi agenda para mañana. No tendré la reunión con el banco a primera hora, deberé ir con la comisión de valores. —¡Bien! —respondió y anotó. Él la observó largo rato sin decir nada. Sonrío solo. Ella no sabía qué hacer y bajó la mirada. Se revolvió en el asiento porque la incomodaba su presencia. —¿Estudias administración? —preguntó él. —¡Si!  —¡Bien! Supongo que aspiras quedarte después de concluir tus pasantías. —Sería lo ideal, es el plan, para eso quiero esforzarme mucho. —¡Lástima!  Ella no se atrevió a preguntar nada y bajó la mirada de nuevo. —¡No entiendo! —se atrevió a decir. —¡No importa! Ella se puso roja, sintió como los colores se le subieron y se levantó de forma automática.  —¡Si no hay más nada! —dijo con voz débil. —¡No! Puedes irte. Macarena salió de prisa y trató de pensar en cualquier cosa para que los colores de sus mejillas desaparecieran. Siguió en su escritorio ordenando las cosas y familiarizándose con los archivos y las tareas, Roraima era ahora muy amable con ella. —Importante que sepas niña, César es uno de los mejores amigos de Iker, además de ser el CEO, lo verás con frecuencia por aquí. Espero que te comportes —dijo con seriedad. —Está bien —respondió ella con timidez. Macarena había oído algo sobre la fama del director ejecutivo de la compañía, era un hombre joven y atractivo, soltero y mujeriego. —Por lo demás, espero que estemos bien. —Los pasantes tienen buen record acá, para quedarse a trabajar digo. —Sí, muchos quedan. Si quieres quedarte debes hacer muy buen trabajo e impresionar a Iker —advirtió. Macarena asintió con la cabeza y siguió en su computadora. Ese día al terminar, se levantó y recogió su cartera, dudó en despedirse de Iker que aún seguía en su oficina. Miró a Roraima que se veía distraída. —¿Algún problema si me voy? —preguntó con dudas Macarena. —Es la hora, vete, nunca salgas antes pero si es la hora, puedes largarte niña. —Es decir, el jefe no se molesta sí, sabes, me voy sin decir, por si necesita algo. Roraima levantó la mirada y la evaluó de arriba abajo, sonrío. —Que considerada, bien pensado, eso le va a agradar a Iker, despídete de él —contestó. Macarena suspiró y se acercó a la oficina de él. —Me voy ya ¿Necesita algo más antes de que me vaya? Él la miró sonriendo y negó con la cabeza. —Ya en un rato me voy también, gracias por preguntar Macarena. Macarena salió de la oficina rumbo al ascensor pensando en que le encantaba como se oía su nombre en su boca.

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