Bruno está en su casa, sentado en su oficina privada, revisando algunos papeles cuando su asistente golpea la puerta y entra.
—Señor Larsson, ya tengo los informes que pidió sobre Isabella Murano —anuncia, extendiéndole una carpeta gruesa.
—Dámelos —ordena, extendiendo la mano.
Su asistente le entrega la carpeta y se mantiene en pie, esperando instrucciones. Bruno hojea rápidamente el contenido, pero algunas frases lo obligan a detenerse.
—Háblame —ordena, sin levantar la vista de las páginas.
—Bueno... —el asistente carraspea—. La señora Murano quedó huérfana de madre hace algunos años. Su padre no figura en los registros recientes. Después de la muerte de su madre, quedó bajo la tutela de sus tíos. —Hace una pausa, midiendo sus palabras—. Fueron ellos quienes la obligaron a suplanta
