¡No puedo creer que esté abrazando a Maya! Es algo surrealista, mis lágrimas bajan de emoción al poder verla feliz. Como ella se merece. La dejo sobre sus pies y me limpio las lágrimas. Paso mi mano por su rostro. —Pero. ¿Cómo? —inquiero— ¿Cómo es posible que estés aquí? —El tío fue por mí—anuncia con exaltación—Se le congeló el culo, pero me busco—me rio ante sus palabras. —Quedamos en que no repetirías las malas palabras—escucho detrás de mí la voz de Caleb. Volteo para encontrarlo de pie en el relleno de la puerta a escasos centímetros de mí. Desvía la mirada de Maya a mí—Hola— dice. —Hola—respondo sin saber de qué se trata esto. —Maya. Porque no me acompañas por algunas galletas a la cocina— Mamá interviene desde atrás de Caleb. Ella se aleja feliz y al pasar junto a Caleb, est