Demián Heller Repaso con la mirada a Zae que come en absoluto silencio como lo ha hecho los últimos cuatro días, no me mira, no habla, no sonríe, no se enoja, no... Nada, solo nada, no hace nada a tal nivel que parece un robot programado. — Deja tu silencio — ordenó por décima octava vez en cuatro días. Alza la mirada sin decir nada, solo me ve llevando otro bocado de ensalada a la boca. — Quiero oírla hablar — gruñe mi lobo — ¿Y si me dejas a mi? — No — gruño en desacuerdo. — Nuestra — me recuerda. — No ahora Conan. — ¿Porque solo tu puedes hablar con ella y yo no? — Yo soy el humano y tú eres el lobo — le recuerdo burlón. — Ambos estamos espiritualmente en este cuerpo así que tú podrías ser el lobo y yo el humano, probablemente sea así y no lo has notado — se burla. Dejó de c