Demián Heller
— ¿Es necesario que viva con usted? — pregunta Zae leyendo el contrato en sus manos.
Jodidamente lo es.
— Si, es un trabajo de veinticuatro horas ahí lo aclara, el tiempo que se toma entre el pueblo y la ciudad me afectan a mi, tu no pierdes.
Alza sus seductores ojos en mi dirección golpeando sus labios suavemente con la punta del bolígrafo, su mirada es pensativa pero yo solo puedo concentrarme en sus labios rosados y carnosos.
— Puedo vivir cerca de usted.
— Las cláusulas son claras Zae, no hay cambios dime si puedes o no.
— Después de firmar esto será un mes de prueba — dice pensativa.
— ¿Crees no poder con el trabajo Zae? — pregunto disfrutando la vista frente a mis ojos.
Ella sonríe de lado dulcemente.
— Yo siempre puedo — aclara con decisión, no sabe cómo me gusta oír eso — ¿Algo más que deba firmar? — pregunta poniendo su firma en la hoja.
Ella es como una blanca paloma que acaba de ser capturada. Lo que ella no sabe es que le acaba de vender su alma al diablo.
— Empiezas mañana, nos veremos aquí, quiero ser yo quien te lleve personalmente a mi casa.
— No es una casa perdida en el bosque ¿Cierto? — pregunta bromista obteniendo una sonrisa.
Oh mi luna claro que lo es pero no la conocerás de momento.
— No lo es.
— Perfecto, nos vemos mañana señor Demián — dice poniéndose de pie y extendiendo su mano sobre la mesa.
Señor Demián
Yo no puedo siquiera considerar en hablarle de usted mientras ella ya lo hace.
— Dime Demián, Zae.
Ella cierra su mano en puño poniéndose sería frente a mi, claramente disgustada por mi actitud poco formal. No es fácil hablarle como a todos, ella es diferente a todos los demás.
— Nos vemos mañana Señor Demián — repite necia.
Su abuelo dijo sería difícil pero no ha este nivel.
— ¿Almorzamos juntos? — pregunto repasando el elegante escote de su top de seda, las tiras en sus hombros la hacen ver delicada.
Ella sonríe ladeando la cabeza hacía la izquierda levemente, rodeo el escritorio hasta estar frente a ella.
— Eres todo un caballero Demián pero si trabajaré para ti prefiero que tengamos una formal relación de jefe y empleada — pide dando un paso atrás.
Corro la silla con el pie haciendo caiga en la silla sentada. Me mira un poco molesta.
— Sigue siendo muy tierna — dice mi lobo tranquilamente.
— No veo nada de malo en que salgamos a comer Zae, nos conocimos antes de esto ¿No es así?
No debería ser tan difícil que me diga si, ella debería sentir lo mismo que yo así sea humana.
— No quiero que se mal interprete — aclara inclinando la cabeza hacía atrás para verme mejor.
— Es eso realmente ¿O se preocupa por qué su esposo sepa que está con nosotros? — gruñe mi lobo muy disgustado.
Debo admitir que también lo estoy y que solo considerar que eso sea la razón me envenena el alma. Me hago aún lado para que se pueda levantar.
— He cambiado de opinión, la quiero aquí mañana a primera hora y si quiere la trate solo como una empleada así lo haré, retírese — ella frunce sus cejas poniéndose de pie — Ahora — gruño al ver me mira más tiempo de lo necesario.
— A primera hora — afirma girándose sin importarle un carajo que me ha puesto de mal humor.
Tengo un perfecto ángulo de su culo, es redondo y a cada paso que ella da siento mi polla se endurece más, como si el destino se burlara de mi hace su cabello aún lado embriagándome mucho más con su aroma.
— Maldito loco bipolar — susurra para ella cuando ya está cerca de la puerta caminando a paso acelerado.
El golpe de sus tacones en el piso golpea cerca de mi oído.
— ¿Disculpa Zae? — interrumpo su huida — ¿He oído bien?
Aprieta el pomo girándose hacía mi, me sonríe dulce y encantadora, fingiendo confusión frunce las cejas.
— ¿Que? Yo no he dicho nada — espeta tranquilamente.
Entre cierro mis ojos en su dirrección.
— Escucho muy bien pero por esta vez haré como sino oí, puedes irte.
— Eso hacía — bufa saliendo de mi oficina.
Llamo a Milo con el primer Click de la puerta.
— Está saliendo de mi oficina, asegúrate de que llegue sana y salva a su casa, no la pierdas de vista en ningún segundo.
— Nunca espere llegar a ver este momento — expresa con fingida nostalgia — lo haré bien, lo prometo.
Le cuelgo antes de que me joda con su drama. Milo tiene casi cinco siglos y hace dos encontró a su mate, tienen dos hijos y de no ser porque se que tipo de hombre es no dejaría el se encargará de esto. Será temporal hasta que encuentre una mujer adecuada para proteger de mi luna.
Tomo mi abrigo saliendo de mi oficina.
— Becker encárgate que todo lo de Zae este preparado para mañana — ordenó caminando al elevador.
— Si señor.
Las puertas del elevador se cierra, presionó el último botón, el estacionamiento subterráneo. Conduzco a mi mansión en la ciudad, normalmente solo hago uso de mi departamento a unas cuadras pero Zae probablemente necesite su espacio y debo asegurarme que tenga todo lo necesario para nosostros. Las puertas se abren cuando las camaras de seguridad me reconocen, me estacionó frente la puerta, varios hombres entran y salen.
— ¿Se encuentra todo listo? — pregunto entrando.
— Si Alfa, todo está preparado, las habitaciones tienen todo lo que pidió, terminaremos en unas tres horas con todo ¿Necesita algo más?
— Asegúrense de que la seguridad alrededor de la mansión este a treinta metros de distancia, no quiero a nadie dentro cuando esté la mujer que me acompañará y yo — ordenó caminando a mi oficina en casa.
Aún no puedo revelar que la mujer es mi mate pero estoy seguro que ya muchos creen que me he convencido de que no la encontraré y traeré a otra mujer como luna. Me siento y abro mi laptop, todo el equipo de trabajo que pedí ya se encuentra acá, trate de que el lugar se vea como si realmente viviera aquí.
Paso mis dedos por mi mentón cuando abro el expediente de Zae.
Estoy asegurándome que todo lo que hay en la casa sea de su agrado y que no sea alérgica. Al parecer no sufre de alergias.
No creo vivir mucho tiempo sin ella, el deseo de tomarla del cabello y unir sus labios con los míos es cada vez más grande como marcarla y hacerla mía.
El que esté casada no ayuda.
Ordeno comida mientras trabajo en unas cosas de la causa, la empresa y la manada. Zahra se encarga de que mi orden llegué en menos de veinte minutos.
Contesto bebiendo un poco de jugo de limón.
— ¿Si?
— ¡Eres un maldito! ¡Un desgraciado sin palabra! — frunzo mis cejas sin entender la alteración — ¡¿En serio?! ¡Aprovecharte de la necesidad de mi nieta! Voy acabar contigo cuando te tenga frente a mi Demián... Has cambiado tu propia tumba maldito infeliz hijo de...
— Elian te dará un infarto, te sugiero relajarte — respondo tranquilo llevando un pedazo de carne a mi boca.
— ¡Infeliz!
De momento, pronto tu nieta me hará muy, muy feliz.
— Ella acepto, no la obligue en lo más mínimo...
— Si y también me dijo cuánto piensas pagarle, no acordamos nada de eso...
— Tu no acordaste nada de eso, no yo y dudo poder estar un día más sin ella cerca, no me he portado como un trogladicta, estoy siendo demasiado paciente y lo que haga con ella no te incumbe porque es mi mate...
— ¡Me incumbe porque es mi nieta!
— ¡No le haré nada! — que ella no quiera — posiblemente la veras marcada hasta dentro de dos semanas no menos...
— No me hagas ir a buscarte Demián.
— No me hagas mandar por su esposo y matarlo en este instante Elian, mi paciencia es poca y el que sea el abuelo de mi mate no cambia nada.
— No me subestimes Demián, te tendré vigilado.
— Claro ¿Cómo está tomando esto Anh?
— Es mejor que no se te ocurra tratar con ella Demián.
— Mantendré mi palabra Elian.
Casi le cuelgo sin querer hablar más con él...
— ¡Abuelo! ¡¿Me ayudas?! Pienso ir con Katia por ropa, no tengo mucha ropa para estás épocas y...
El maldito de Elian me cuelga sin dejarme oír más de mi luna, llamo a Milo.
— Sigue en casa pero parece que va a salir — responde como si supiera porque lo llamo — Su abuelo sabe que estoy aquí y me está comenzando a preocupar la forma en la que me ve.
— No seas un cobarde y sigue a Zae, quiero que me llames y me digas dónde estará.
— Espero llegar vivo al lugar.
Mi luna estás comenzando a ser un dolor de cabeza para mí. Termino de comer y hacer trabajo mientras Milo me informa de Zae, cuando todos se van camino a lo que será la habitación de Zae, amplia, con los lujos que considero puede necesitar y con paredes firmes que podrán mantener segura. No solo eso, está cerca de la mía y podré oír en caso de que necesite algo, salgo de la habitación y camino a la mía desnudandome para tomar un baño de agua helada.
Deseando así todos mis pensamientos por ella disminuyan.
(•••)
Subo al elevador junto a Sebastian.
— Diatter finalmente obtuvo el poder — anuncia Sebastián con una sonrisa de lado.
Me es inevitable no sonreír con satisfacción.
— ¿Cuánto falta para que todo esté bajo nuestro dominio?
— Un cuarenta por ciento, de ese cuarenta por ciento la mayoría de nuestros planes de ejecución se están llevando a cabo.
— Eso suena mal deberíamos ir poco más adelante Sebastián ¿Alguien que esté entrometiéndose en nuestro camino?
— No, desde hace un tiempo los rogues están muy tranquilos y eso me preocupa.
Asiento con la cabeza, también lo había notado.
— ¿Y Slayder? — pregunto por el rey de los vampiros.
— El sigue de acuerdo con nuestro tratado y como sabes también es parte a la causa, quienes se revelan ante el o son un problema son sentenciados a ejecución.
— Me parece bien ¿Alguien que no esté a favor?
— Nadie, todos están colaborando y he ahí el problema, en algún momento uno de todos querrá encabezar esto.
— Tengo un plan de seguridad para eso Sebastián, no te preocupes.
— Te pueden matar ¿Y me dices que no me preocupe?
— Confía en mi ¿Cómo va tu plan con tu mate?
— Bien, es muy diferente a cuando estoy en mi forma lobuna.
— ¿Aún te pesa el balde de agua fría?
— ¿Aún te pesa que tú mate te haya rechazado una comida?
Le gruño en desacuerdo.
— Al menos trata a mi lobo con respeto.
— Más que a ti, se nota.
— Cierra la boca ¿Quieres? — ordeno cuando las puertas se abren.
— Como digas.
El delicioso aroma de mi luna me golpea haciendo la busque con la mirada. Veo mi reloj notando son las seis menos veinte.
Decidí llegar antes para ver cuan puntual puede ser mi luna, veo llegó mucho antes de lo esperado, Zahra también se encuentra aquí pero de ella no me sorprende, vive muy cerca y dijo que hoy llegaría antes de lo normal para arreglar algunas cosas.
Puedo ver a mi luna de espaldas, su cabello peinado en una trenza y la mitad del cabello suelto, usa un pantalón formal y elegante pegado a sus esbeltas piernas, un saco femenino y unos tacones de diez centímetros de alto. Espero que soporte.
— El señor Heller odia la impuntualidad, no le gusta lo contradigan, es un obsesionado con el orden, todos los trabajos, documentos y formatos los quiere lo más claros y específicos posibles... — escucho a Zahra explicarle a Zae.
Zae la escucha con atención, le explica algunas cosas sobre mi forma de trabajar y otras formas de manejar mis reuniones.
— Buenos días — saludo detrás de Zae.
Se estremece sin poder evitarlo, su perfecto cuerpo me llama para poder tocarlo y adorarlo, llenar su rostro de besos y...
— Buenos días señor Heller — responden al unísono.
A mi luna no le a quedado claro que me gusta me llame por mi nombre.
— Felicidades por su puntualidad — comento a Zae.
Se gira para encararme con una amable sonrisa. Mi mirada se pierde en su blusa ajustada.
— Gracias, estaba aprendiendo de como le gusta las cosas con la señorita Becker.
— Perfecto, ahora preferiré me acompañe para explicarle unas cosas más.
Asiente con la cabeza siguiendo mi paso a la oficina, veo a Sebastián quedarse junto a Zahra sin interrumpir mi tiempo con Zae.
— ¿Que es lo que quiere explicarme? — pregunta cerrando la puerta de mi oficina.
— Siéntese por favor — pido haciendo lo mismo.
Ella se sienta frente a mi.
— Hoy tengo una reunión en una agencia vecina, el viaje será en helicóptero, luego de ellos tengo una reunión en un restaurante en el mismo lugar, usted me acompañará en todo momento, regresaremos y pasaremos la tarde acá trabajando, por último me acompañará a casa.
— Está bien ¿Algo más que deba saber?
— Zahra le entregará una tablet con mi horario y dos celulares, uno es para atender mis llamadas privadas y el otro para hablar personalmente conmigo, siempre tienes que tenerlo contigo, iremos solos está vez, apartir de mañana dos hombres más nos estarán acompañando y cuando tenga tu demás instrumento de trabajo te lo haré saber.
— Comprendido ¿Puedo hacerle una pregunta?
Sonrío.
— Dado a qué me estás haciendo una ahora, creo son dos pero adelante.
Se sonrojada dándome una mirada filosa.
— ¿Porque necesita un guardaespaldas? Dado que mañana dos hombres nos acompañaran son tres.
— Ser billonario no es fácil señorita Swer.
Sonríe falsamente soltando un sonido de ironía.
— Gracias, su respuesta me ayuda mucho señor Demián.
— Siempre es un gusto poder ayudar — respondo con burla.
— Con permiso.
Se pone de pie caminando a la puerta.
— No le he dicho que se retire señorita Swer.
Se gira de nuevo hacía mi.
— ¿Que más necesita señor Demián?
— Necesito que se encargue de conseguirme un vestido rojo, elegante y atrevido.
Ella frunce sus cejas repasandome de pies a cabeza.
— ¿Se puede saber para que necesita usted un vestido?
— Tengo una cita después de llevarla a casa y debo llevar un obsequio, el color rojo es su favorito.
Alza las cejas con sorpresa.
— No creí que usted fuera un hombre de citas.
— Lo soy y usted se encargará de manejar la próximas, suelo ir con ellas a los restaurantes más elegantes y atractivos para el público ¿Puede organizarlas? En la tablet que le dará Zahra encontrará mis primas citas, haga las reservaciones desde ahora por favor.
Me mira con seriedad haciendo aún lado su cabello con perfecta delicadeza.
— Como ordene ¿Ahora sí me puedo retirar?
— Por supuesto que si, la puerta está detrás de usted.
— Lo sé — me da la espalda abriendo la puerta — lo que faltaba, también mujeriego — expresa muy bajamente para ella cerrando la puerta.
Por la gran distancia se creería que no la escucharía pero lo he hecho muy bien, la haré sentir lo que yo siento sabiendo que está casado con otro hombre que no soy yo.
Hago unas llamadas y reviso las estadísticas de la empresa. El celular de mi oficina suena y contesto la llamada.
— El helicóptero nos espera.
— Estoy en cinco minutos con usted — respondo con una sonrisa.
Oír su voz es jodidamente bueno. Observo el espacio de mi oficina, es demasiado grande... Llamo a Milo.
— ¿Debo vigilar de nuevo a tu preciada luna? — se queja.
— Quiero que metan un nuevo escritorio en mi oficina, que el lado izquierdo tenga un toque femenino sin arruinar el estilo de mi oficina ¿Entiendes?
— ¿Que?
— ¿No me oíste?
— Si, ahora me encargo.
— Lo quiero todo para mañana a primera hora.
Salgo de mi oficina encontrando a Zae con un abrigo blanco en ves de su saco.
— ¿Tiene frío? — llamo sus atención.
Alza la mirada negando con la cabeza.
— No pero afuera si lo sentiré, es mejor que use esto ¿Debo usar un uniforme especial? La señorita Becker usa uno similar a las demás mujeres...
— No — ella no — lo que usas está bien Zae, no hace falta otra ropa, ni un uniforme.
Ella no debe vertir como los demás, así la haya contratado como mi empleada no es una para mí, es mi mate, mi luna y futura mujer con la que compartiré mi vida, todos deben notar la diferencia entre ellos y ella.
Asiente con la cabeza tomando una cartera algo amplia y a juego de su ropa.
— Estoy lista ¿Y usted?
— También, primero las damas.
Ambos subimos al elevador, presionó el último piso, en la terraza es donde el helicóptero nos espera. Ella mira su reflejo sin prestarme la más mínima atención en los minutos que el elevador nos toma para salir, en el techo una ola de viento nos golpea, le mueve demasiado fuerte el cabello que debe cubrir el rostro con su mano, camina con la cara tapada pero no se cae, voy detrás de ella para asegurarme no tropiece, uno de mis hombres intenta ayudarla a subir, con una mirada mía se aleja de ella.
— Permíteme ayudarte Zae — la tomo del brazo y la cintura alzándola, suelta un jadeo de sorpresa desviando la mirada.
Se acomoda mientras yo subo. Mis hombres cierran las puertas, solo el copiloto está al frente junto a uno de mis hombres de seguridad.
— Gracias.
— Abróchate el cinturón de seguridad por favor.
— ¿Viaja mucho por el helicóptero?
— El veinte porciento de mi vida la paso por el cielo.
— Lo tomaré como un si.
El helicóptero comienza a tomar vuelo. Ella saca la tablet que Zahra le tenía que dar.
— ¿Has viajado otras veces en helicóptero?
Deja de ver la tablet para prestarme atención a mi.
— Si, muchas veces, mi parte favorita es volarlos.
Frunzo mis cejas poniendo toda mi atención en ella, en el expediente no dice que vuelve helicópteros.
— ¿Sabes volar uno?
— Si, también aviones, mi padre pertenece a la fuerza aérea, el me enseñó a manejar todo tipo de aviones helicópteros y avionetas, es un pasatiempo.
— Es bueno saberlo, siendo mi guardia podrías ser solo tu quien me lleve de un lado a otro en estos casos.
Me encantaría ser solo ella y yo.
— Aún no me ha dado un arma ¿Sabe que necesito de ella si también debo cuidarlo?
Preciosa ternurita, me encanta.
— Te serán entregadas mañana por la tarde.
— ¿Realmente me darás ambos trabajos?
— ¿Crees no poder hacer ambos trabajos?
— Creo en mi ¿Usted cree en mi?
Si.
— No lo puedo asegurar aún.
Regresa su mirada a la ventana sin borrar su sonrisa, mi celular comienza a sonar demasiadas veces dentro de mi bolso como para ignorarlo, lo saco notando es Sebastián, respondo llevándome el móvil al oído.
— Dime que no te has subido aún al helicóptero — pide Sebastián demasiado alterado.
— ¿De que hablas? Ya lo he hecho, estoy junto a Zae...
— Has que aterricé, el helicóptero tiene las alas dañada, el que se encarga de darle mantenimiento era un infiltrado de algún grupo de los rogues es lo que creemos, estamos en eso, tu solo has que aterricé, el motor puede explotar, el tail boom del helicóptero también está dañado...
— Busquen un lugar para aterrizar — gruño a los hombres frente a mi alejando el celular de mi oído.
Observo por la ventana como giran las alas del helicóptero sobre nosostros y también si hay un daño en la parte trasera pero aún no lo hay.
— ¿Que? — preguntan los tres seres conmigo.
— Señor no podemos aterrizar ahora, no hay un lugar donde podamos hacerlo...
— He dicho que ahora — gruño fuerte.
— Demián no te alteres — pide Sebastián que he olvidado sigo en llamada con el — y no me cuelgues.
El helicóptero comienza a hacer ruidos extraños.
— ¿Que está pasando? — pregunta Zae mirando a los hombres que buscan un lugar donde aterricemos.
— El motor del helicóptero está fallado — gruñe el copiloto intentando con mayor interés aterrizar.
— Está soltado mucho humo — dice Zae mirando por la ventana.
Miro lo mismo que ella y mi corazón se acelera ¿Me tenía que pasar esto en la primera vez que salgo con ella? Mi lobo comienza a inquietarse.
— ¿Cuántos para caídas tenemos? — pregunto al guardia.
— Tres señor...
— Tienen dos minutos para buscar donde aterrizar o uno de ustedes puede que no sobreviva... Zae ven acá — le ordenó buscando los paracaídas.
Oigo un sonido de sorpresa por parte de ella.
— ¿En serio piensa dejar que uno de ellos se muera? — se queja cerca de mi.
Pregunta tan suave y bajo como si ellos no pudieran oírla, tienen la oportunidad de sobrevivir, ella no.
Regreso mía atención a ella con el paracaídas en la mano al mismo tiempo que oigo el motor estallar pero no por completo, Zae salta en su lugar. El helicóptero comienza a moverse de un lado a otro destabilizando nos, veo como el piloto se esfuerza por llevar esto hacía arriba pero parece muy tarde.
— Te pondré esto...
— Primero póngase el suyo — me ordena — sigo siendo yo quien debe cuidar de usted — me recuerda.
¿Está loca?
— Zae no me colmes la paciencia ahora...
— Ahora — me ordena quitándome el paracaídas e intenta ponérmelo.
Siento su cuerpo muy cerca del mío cuando intenta ponérmelo a la fuerza, sonrío de lado deleitado con la cercanía de mi luna.
— Señor parte del sistema del helicóptero ya no funciona, las alas no funcionan y tampoco puedo elevarnos más...
Cuando terminó de ponerme el paracaídas intento ponerle uno a Zae pero no me deja.
— No los puedes dejar morir aquí...
— Sino hubieran sido tan idiotas tal vez no estaríamos en esta situación, póntelo Zae.
— Señor...
Les tiro uno de los paracaídas.
— Ese es suyo.
— ¡Demián!
La agarro de las manos a la fuerza como ella hizo conmigo para ponerme uno de los paracaídas, lo logro oyendo a los hombres discutir por el paracaídas que les di cuando finalmente logro ponérselo y estoy por abrir las puertas un arma se interpone entre nosostros, justo en mi sien.
— El paracaídas señor — pide el cobarde que se hacía llamar mi guardia.
Zae abre los ojos con sopresa mirando al hombre con incredulidad, sus ojos viajan por todo el lugar, sosteniéndose del asiento y de mi brazo para no caer, especialmente porque le he quitado el cinturón.
— Baja esa arma, no te conviene, sabes que no me hará daño...
— Mis balas son de plata señor, no estaría tan seguro de que no le hagan daño.