Vacaciones en el lago

4019 Words
Estaba tumbada en el sofá viendo una película, bueno, estaba tumbada de mala manera en el sofá porque tenía que compartir sofá con Bryan y Aaron mientras que papa y mamá estaban en otro sofá. No podía estar con mi móvil porque los chicos miraban a la pantalla para cotillear.   Después de la última fiesta que fui, no me encontré con Taylor. Tampoco él había subido alguna foto a alguna red social. Mi móvil vibró y lo desbloqueé. Un mensaje de Yohanna.   Yohanna Rebelo: Prepara tus maletas, nos vamos a una casa en un lago. Stella Bennet: ¿Con Robert y sus amigos? Yohanna Rebelo: Sí. Por fin nuestras vacaciones se animan. Stella Bennet: ¿Cuándo nos vamos? Yohanna Rebelo: Dentro de dos días. Pregúntaselo a tus padres.   —    Dentro de dos días, me voy a una casa en el lago, con Yohanna, Kathy, Robert y sus amigos —dije en voz alta. —    ¿Estás informándonos o pidiéndonos permiso? —papá me miró. —    Ehh, pidiendo permiso. —    ¿No vais muy pocas chicas? —preguntó mamá. —    No van a violarnos —rodé los ojos. Mamá miro a papá y papá miró a mamá, hablando con la mirada. Discutiendo psíquicamente que iban a hacer. —    Está bien —dijo mamá. Guay. Estaba deseando salir de esta casa, de ver a Aaron salir y entrar mientras yo me quedaba en mi habitación sin nada interesante que hacer. A mi madre le encantaba ponerme a limpiar cuando me veía tirada en algún sitio leyendo o escuchando música. Habíamos limpiado toda la casa en menos de dos días, ¡Y quería pintar! Me quitaría de en medio mientras papá la convencía de que aún  no hacía falta.       Cuando Robert y Yohanna vinieron a buscarme me di cuenta de que tendría que compartir los asientos traseros con Jack y Liam. El calor en el coche era sofocante, me sentía como una sardina en una lata de conserva. Me abaniqué con mis manos. Tenía las piernas de los chicos pegadas a las mías. Sudando. Eran armarios, anchos y fuertes. No me había dado cuenta antes de que eran tan grandes hasta que no los vi sentados a mi lado. —    ¿Vais al gimnasio, eh? —miré a ambos lados. —    ¿Se nota? —Jack miró sus músculos. —    ¿Sois de los que ejercitáis la parte de arriba y se olvida de la de abajo?  —miré sus piernas. Robert y Yohanna soltaron una carcajada. —    No, mi pene está siempre ejercitándose —contraatacó Liam. Lo miré horrorizada y avergonzada. —    ¡No me refería a eso, mente sucia! —    Eres tan ingenua —Jack pellizcó mi mejilla dejándola dolorida. —    Yo no soy ingenua —froté mi mejilla— Me tenéis sin vida aquí. Quiero saltar del coche en marcha. ¡No quepo! —    Siempre puedes ponerte encima de mí —sugirió Jack—. Tendremos más espacio. —    No, gracias —rodé los ojos. —    ¿Sabes? A veces pienso que vas a sacar una pistola y vas a matarnos a todos —dijo Liam. —    ¿Te imaginas un ejército de Ella's? —Jack le siguió el juego. —    Todas bajándose de autobuses. Un montón de Ella's con metralletas. Liam rio y yo no pude evitar imaginarme la situación. Sonreí.   Cuando llegamos y los chicos salieron del coche, me arrastré por los asientos y caí en la arena. —    ¡Tierra! —grité—. Ha sido el peor viaje de mi vida. —    No seas mentirosa, Ella, has disfrutado de estar cerca nuestra. —    Seguro. Me levanté y vi la casa. Era de madera y parecía que se iba a caer en cualquier momento. —    ¿Te gusta? —Robert se puso a mi lado con varias maletas. —    Es seguro entrar ahí. —    Sí. Espera a ver el interior. Él avanzó con una maleta en cada mano y yo fui al maletero a coger la mía. —    ¿Cuál es la tuya? —me preguntó Jack. —    La negra. Él me la dio y la cogí en peso como pude hasta la casa. —    ¿Quieres que te ayude? —se ofreció Liam. —    No, gracias. Yo puedo. Subí las escaleras del porche y dejé la maleta en el suelo para arrastrarla. Cuando entré entendí a Robert.  No tenía nada que ver con la fachada. Entrabas directamente a un gran salón. Toda la parte baja estaba abierta, sin ninguna pared. La cocina estaba con una isla y había una mesa para comer a la derecha. En frente, había varios sofás y una chimenea. Un televisor  estaba colgado en la pared. Había alfombras en el suelo y todo estaba decorado de blanco y gris. Había grandes ventanales que daban al patio trasero. Bueno, patio trasero. Era bosque. Podía ver el césped resplandeciendo y el sol reflejado en el gran lago, y era solo para nosotros. Podría vivir aquí toda mi vida. —    Los padres de Robert compraron el terreno hace unos años. —    Es increíble. —    Aparte de nosotros, viene más gente —Robert bajó las escaleras. —    ¿Más gente? ¿Quién? —preguntó Yohanna. —    Unos amigos y amigas. Demasiada gente, no me sentiría cómoda con tanta gente aquí. —    Vendrán dentro de un rato. Tendremos que compartir habitación. —    ¿Cuándo pensabas decírmelo? —preguntó mi amiga poniendo los brazos en jarra. —    Acaban de informarme —Robert se encogió de hombros—. Solo hay tres habitaciones en el piso de arriba. Pero hay colchones, los pondremos por el suelo. Que bien. —    Subiré tu maleta —Jack estaba a mi lado y la cogió. —    Oh, no te preocupes, yo puedo —él negó con la cabeza y lo seguí por las escaleras—. ¿Dónde la dejo? Dormiremos en la misma habitación. —    ¿Qué? No. Me niego —reí. —    Oh venga, no soy tan malo, princesa. Jack abrió la puerta de una habitación y dejó ahí nuestras maletas. Liam entró a la habitación seguido de Mike. —    Hola, Ella. —    Hola —sonreí. —    Hola Mike, yo también me alegro de verte —dijo Jack. Salí de la habitación y me topé con Yohanna, que llevaba su móvil en la mano. —    Tú tienes que dormir conmigo, no voy a dormir con todos esos en una misma habitación. —    Viene Kathy —dijo volviendo a mirar su móvil—. Dormirá contigo. Me tranquilicé en cierto modo, ni siquiera conocía bien a esos chicos que estaban discutiendo por quien dormiría en la cama de matrimonio.  Robert apareció y lo dejé pasar para que pusiera orden. —    Dejen el debate chicas, vamos a subir los colchones. Ayudé a subir con Mike uno y dejé que los chicos subieran los demás, sentándome en el sofá y cogiendo mi móvil. Mike no tardó en sentarse a mi lado cuando llamaron a la puerta. Una pluma apareció en mi campo de visión y Mike la pasó por mi nariz. —    Dime que no has cogido esa pluma del suelo. —    Sí —la metió en mi oreja. —    Para Mike. Me eché hacia un lado y mi vista se fijó en una chica morena de ojos marrones. Julia, la exnovia de Taylor. Tenía una bonita sonrisa y me miraba con su mano tendida para saludarme. —    Soy Julia. —    Stella —estreché su mano. Vaya, que suave la tenía. —    Hola Mike, cuanto tiempo sin verte. —    Lo mismo digo, Julia. Mike ni siquiera se levantó para saludarla. Lo miré y me senté a su lado de nuevo. —    ¿Dé que la conoces? —    Exnovia de un amigo —se encogió de hombros—. Demasiados amigos en común. ¿Conocía a Taylor?  Observé a Mike un momento, intentando recordar alguna foto del i********: de Mike en la que saliera Taylor. Los ojos de Mike se encontraron con los míos y desvié mi mirada. —    Siento interrumpir este duelo de miradas, soy Karol —miré a la chica pelirroja con pecas. —    Stella —le di la mano. —    Por desgracia a ti ya te conozco —Karol arrugó la nariz y después sonrió—. ¿Cómo te va, Mike? —    Bien, Karol. ¿Y a ti? —    Bien —se encogió de hombros. Miré a mi derecha, donde Yohanna me miraba. Sabía lo que quería decirme, yo también quería decírselo. Me hizo una seña para que fuéramos arriba y no tardé en levantarme. —    ¿No es la exnovia de Taylor? —preguntó mi amiga en voz baja cuando llegamos al cuarto de baño del piso de arriba. —    Sí —me miré al espejo. —    No sabía que Robert la conocía. —    Yo tampoco.     Me puse de cuclillas en el muelle y pasé las yemas de mis dedos. Estaba fría. Me levanté y observé el paisaje digno de fotografía. Ojalá tuviéramos una casa de verano como esta, me llevaría todo el día tomando el sol y leyendo. Observaría los atardeceres y vería los colores del cielo reflejado en el agua. Sentiría la fría brisa y me acurrucaría en mi sudadera respirando el aire puro. Cenaríamos en familia y jugaríamos a juegos de mesa. Obviamente, quitaría la televisión y el Wi-Fi para poder socializarnos entre nosotros  como cuando éramos pequeños y jugábamos al escondite. Me giré y vi que ya estaban la mayoría fuera. Caminé por el muelle hasta llegar a la tumbona que estaba al lado de donde estaba Kathy. —    No sabía que ibas a venir. —    Decisión de última hora —cerró el bote de protector solar—. ¿Quieres? —    Sí. Me quité el vestido que llevaba y empecé a echarme mientras mi amiga me contaba el motivo por el que había decidido venir. Hamilton. Me alegraba que él la hubiera dejado plantada —sí, estaba siendo una mala amiga—, la necesitaba aquí para hacerme compañía. —    ¿Quieres ayuda con la crema, Stella? Puedo echártela por la espalda —me giré para ver a Mike sonriendo. —    Gracias, Mike, pero—señalé a Kathy y me encogí de hombros. —    Mmmmm… le gustas. —    Error. Le gusta molestarme. A todos les gusta molestarme. —    Quizás es para que te sientas integrada, no eres muy habladora. No, no lo era con la gente que no conocía lo suficiente. Siempre solía decir cosas sin sentido y terminaba sintiendo la mirada de todos, así que optaba por quedarme callada y observar. —    Vaya, ¿Quién es esa chica? —murmuró Kathy  mientras expandía la crema por mi espalda.  Julia salió, mostrando su perfecto abdomen sin grasa y sus piernas delgadas y largas. —    Se llama Julia y es la exnovia de Taylor. —    Vaya, ¿Taylor salía con un intento de modelo? ¿Intento? La chica podía aparecer en la portada de VOGUE vistiendo de Givenchy y yo misma compraría la revista. Yo aparecería en alguna página anunciando un peeling para eliminar los puntos negros o cualquier cosa por el estilo. —    Será una estirada —Kathy terminó de echarme crema y la vi tumbarse. —    Dudo que lo sea —me tumbé. Y no me equivoqué. Julia llenaba el ambiente de alegría y risas, Karol no se quedaba atrás.   Después de una increíble tarde, donde bebí un par de cervezas y me olvidé de echarme más protector solar —por lo que mi piel estaba roja—,  empezamos a ducharnos. Había dos baños, eso lo aligeraba todo. Robert y Karol se estaban duchando mientras Julia, Yohanna y yo preparábamos algo de cena. Kathy estaba muy feliz hablando por teléfono con Hamilton. Negué con la cabeza cuando vi su sonrisa. —    Bien  —dijo Julia sacando algo del congelador —. Creo que haremos tres de estas, algo fácil. Meter en el horno y listo. Abrí el envoltorio de una de las lasañas mientras que Julia abría el otro y Yohanna encendía el horno. Metió las lasañas y nos quedamos allí hablando, o bueno, Yohanna hacía una especie de interrogatorio. —     ¿Qué estudias? —preguntó. —    Medicina. Vaya, medicina. —    Que bien, tiene que ser interesante. —    Sí, pero agotador —Julia sonrió y decidí irme al salón donde estaba el resto de los chicos. Antes de sentarme en el sofá Karol bajó y yo subí a ducharme antes que otro lo hiciera. Deseaba sentir el agua fría por el cuerpo para aliviar el calor que tenía. No me arriesgaría de nuevo, mañana me pondría en la sombra. Cómo era una chica con suerte, me di cuenta que me había puesto mala con la regla. Miré el tampax envuelto en el papel azul y lo cogí. Mordí mi labio y lo abrí. Era la tercera vez que me ponía algo de esto, no estaba acostumbrada porque me dolía, no me lo ponía bien. Cosas de inexpertas. Apoyé mis brazos en el lavabo y me puse a leer el folleto con el tampax en la mano.   1. Es muy importante que para tu primera vez no tengas prisa, porque si te pones nerviosa los músculos de tu v****a se tensaran y te costará más ponértelo.  Primero, lávate las manos y saca el tampón del envoltorio. Hecho. 2. Siéntate en el W.C y abre las piernas o pon un pie en el W.C.   Cuando fui a poner un pie en el W.C, intentando no quitarme la toalla,  la puerta se abrió y miré sorprendida. Taylor estaba allí mirándome extrañado. Pasó de mirarme a mí a mirar lo que tenía en la mano. —    Lo siento, no sabía que estaba ocupado. Cerró la puerta y me quedé unos largos segundos mirando la madera. 1. ¿Qué hacía él aquí? 2. ¿No había visto luz debajo de la puerta? 3. ¿Por qué tenía que pasarme esto a mí? Dejé mi s******o social para otro momento y me concentré en ponerme el tampón.       Me mentalicé antes de bajar las escaleras porque no podía evitar ponerme roja. Había estado un rato en la habitación pensando en qué cara poner cuando me lo encontrara. Bajé y Liam, Jack, Mike y Robert aplaudieron y silbaron hacia mí. Sonreí y levanté mis puños al aire, sacudiéndolos como si hubiera ganado algo. —    ¿Cuánto tiempo te llevaste ahí? —preguntó Jack. —    El necesario. Busque a Taylor con la mirada y lo vi hablando con Julia fuera. Yohanna tiró de mi brazo hacia la cocina y ambas nos pusimos al lado del horno a hablar en voz baja. —    Está aquí Taylor. —    Lo sé, ha entrado en el baño cuando iba a ponerme el tampón —Yohanna abrió los ojos sorprendida—. Creo que puse la misma expresión. —    ¿Estabas desnuda? ¿Te vio algo? —    No, menos mal, que vergüenza he pasado. Por eso he tardado tanto en bajar. ¿Qué hace aquí? —    Es amigo de Mike, y conocido de Robert. Parece que a Julia no le ha sentado muy bien que viniera, están hablando fuera. Abrí el horno y miré las lasañas. —    Creo que esto ya está listo. Yohanna lo miró y asintió. Lo sacó con mucho cuidado del horno; no me dejó hacerlo a mí porque sabía que yo iba a quemarme. Mi amiga me conocía bien. La mesa ya estaba puesta y no tardamos en sentarnos a comer fuera.  Había muchos botellines de cerveza puestos, me senté y cogí uno. Jack me lo quitó de las manos y le dio un sorbo. —    Gracias princesa —fruncí el ceño. —    No me llames princesa —cogí otra cerveza y Kathy se sentó a mi lado. —    Es verdad, no te gustaba que te dijeran princesa entonces, ¿cómo te llamo? —    Puedes llamarme Ella. —    Pero Ella es muy aburrido. Rodé los ojos y le un gran sorbo a mi botellín dejando que el líquido amargo bajara por mi garganta. Taylor y Julia se sentaron juntos. Evité mirarlo durante toda la cena, y así lo hice. Salvo cuando las cervezas empezaron a escasear y se levantó con Robert a por más. —     ¿No eres muy pequeña para beber? —Jack golpeó mi pierna. —    ¿Y tú no eres muy grande para acosar a una de dieciocho? Jack soltó una carcajada. —    No te acoso, princesa, solo me gusta molestarte. ¿Te imaginas el ejercito de Ella’s borracha, Liam? Taylor y Robert empezaron a dejar las cervezas encima de la mesa. Liam soltó una carcajada. — Se te haría imposible sostenerlas a todas, Mike. Mike sonrió antes de beber de su cerveza. —     ¿Qué es eso de un ejército de Ella's? —preguntó Taylor. —    Hoy en el coche le dije que parecía como si fuera a sacar un arma y matarnos a todos. Debe de tener una metralleta escondida, lo sé —dijo Jack. Reí ante su ocurrencia. —    No sé por qué tenéis ese pensamiento de mí si soy muy simpática —Jack soltó una carcajada y golpeé su hombro—. ¡He aguantado tu pierna llena de pelos puntiagudos durante dos horas y no me he quejado! Los chicos rieron.       Cuando me desperté, no había nadie en la habitación. Me estiré y me levanté. No tardé en estar lista y bajar las escaleras. —    Ya era hora dormilona —dijo Robert, que estaba pasando por allí—. Tienes zumo en la nevera. —    Gracias —le sonreí y di un saltito en el último escalón para ir a la cocina, feliz. Cuando vi allí a Taylor echándose zumo en un vaso mi corazón golpeó fuerte contra mi pecho —    Buenos días —dije moviéndome más pausadamente. —    Buenos días. Taylor dejó la jarra de zumo en la encimera y me miró sonriendo. —    Vaya, que sonrisa tan bonita —sonreí, pero me puse seria. ¿Había dicho eso en voz alta? —Me refería a que te has levantado de buen humor. Taylor sonrió más abiertamente. — Siempre me levanto de buen humor. —    Anda, que suerte —dije soltando una risita incómoda. —    ¿Quieres zumo? —    Por favor —suspiré. Me fije en que llevaba una camiseta de mangas cortas negra y un bañador del mismo color. —    Después de terminar de desayunar vamos a montarnos en el barco. —    ¿Ah sí? Que bien —Taylor me ofreció el zumo y cogí el vaso—. Gracias. —    ¿Quieres galletas o algo? —dijo abriendo el armario. —    ¿Hay de chocolate? Taylor miró y sacó una caja de galletas. —    Vas a tener suerte Sonreí y cogí una galleta de la caja. Taylor me dejó sola en la cocina desayunando y quise golpearme con la encimera. ¿En serio le había dicho que tenía una sonrisa muy bonita? Si no se había dado cuenta ya que me gustaba es que era tonto, aunque agradecí que fuera tan amable y dejara pasar mi gilipollez. Suspiré y guardé las galletas. Apenas había conseguido comerme una. Me bebí el zumo y me dirigí al patio trasero, donde estaban todos. ¿Había comentado que me había puesto otro tampón por la mañana y sin interrupciones? Un éxito rotundo. —    Buenos días —saludé a todos. Yohanna estaba tomando el sol. Kathy estaba sentada en una tumbona con su móvil, al lado de estaba Karol. Julia estaba hablando con Liam y los chicos estaban bebiendo cerveza, tan pronto.  Ah, Taylor estaba sentado en una tumbona mirando su móvil. Miré a Julia y a él y me di cuenta de que hacían una bonita pareja. —    Vamos al barco antes de que haga más calor —dijo Robert terminándose su cerveza.   La parte de atrás del barco tenía asientos, por lo que cabíamos todos. Taylor y Robert estaban manejando el barco al centro del lago, por dar un paseo. —    Ayer no te bañaste —dijo Jack. —    No —me quité mi camiseta para coger color. —    Protección —dijo Mike, que estaba a mi lado. —    Shhh —puse mi mano en su cara callándolo porque Karol empezó a hablarme. —    Tu cara me suena, ¿Eres hermana de Aaron? —asentí. —    ¿Escuchaste, Julia? —dijo Karol. Julia puso su atención en nosotras. Su cuerpo bronceado, sus gafas de sol y su bikini azul la hacían verse como una modelo. —    Es hermana de Aaron. Julia rio. — Ese chico  —negó con la cabeza ante la atenta mirada de Taylor—. Estaba conmigo en el instituto. Era malísimo en matemáticas —sonreí—.  Me quedé varias veces después de clases para explicarle. Imagino que se fue por una carrera de letras  —asentí. El barco se paró en medio del lago. Hacía calor y la mayoría se había tirado al agua para refrescarse, estuvieron un rato allí hasta que subieron  y Jack —que estaba sentado frente a mí— me miraba con los ojos entrecerrados. —    ¿Qué? Jack se levantó. — Iremos al agua. —    No, no quiero —me negué y Jack me cogió—.  ¡Espera Jack! —me agarré a él, pero este se deshizo de mi agarre y me impulsó fuera del barco por uno de los laterales—. ¡No sé nadar! —grité antes de que mi cuerpo se sumergiera en el agua. Aguanté la respiración nerviosa y moví mis extremidades para salir a la superficie. Mi corazón iba a mil por hora, sintiendo el pánico y a mis pulmones hacer un esfuerzo por no respirar. Moví mis manos hacia arriba y respiré cuando salí a la superficie, moví mis brazos y mis piernas. El agua daba en mi cara. Alguien paró mis brazos. —    Tranquila —escuché la voz de Taylor.  Me cogió de la cintura y me pegó a él. Rodeé su cuello con mis brazos como si fuese mi salvavidas, y en ese momento lo era. Inconscientemente mis piernas rodearon su cintura y su agarre sobre mi cintura se reforzó. Intenté tranquilizarme, ya que respiraba agitada. Llegamos a la parte de atrás del barco y supe que tenía que separarme de él cuando unas manos me tocaron. Dejé que me alzaran y me subieran al barco. —    ¿Estás bien? —preguntó Robert. —    Ella, lo siento, no lo sabía —se apresuró a decir Jack. —    No importa, solo ha sido el susto. Me pusieron una toalla por los hombros y lo agradecí. Me senté en uno de los asientos finales y Kathy y Yohanna se vinieron conmigo. —    Estoy bien, chicas —limpié mi cara con la toalla mientras intentaba dejar de temblar. —    ¿Seguro? ¿Le digo a Robert que volvamos? —preguntó Yohanna apoyada en mis rodillas. Podía escuchar a Mike regañando a Jack. —    No, no —me apresuré a decir —. Estoy bien  —sonreí. Kathy acariciaba mi pelo ahora mojado. —    Taylor ha saltado a salvarte — susurró—. Su actuación ha sido muy rápida, parece que estaba pendiente de la conversación. Yohanna asintió efusivamente. —Se ha quitado la camiseta y ha saltado al agua como un episodio de los vigilantes de la playa —sonreí y negué con la cabeza—. Ha sido digno de ver. —    Ha sido amable, eso es todo —dije. Yohanna y Kathy se miraron. —    Deja de ser negativa. Todos aquí son amables y ninguno ha sido tan rápido para saltar —Yohanna se quitó las gafas de sol para ponérselas sobre los ojos. —    Estoy con Yohanna, disfruta de las cosas que te da la vida, Stella. Déjate llevar y lánzate.  Sí, al agua iba a lanzarme de nuevo.     Cuando bajamos del barco me fui a la habitación y me senté en mi cama. Aún tenía la mala sensación en mi pecho. Me había asustado bastante. Jack entró y se sentó a mi lado. —    No te disculpes de nuevo —dije antes de que él hablara—. No tienes la culpa, no lo sabías. Si crees que ahora me caes peor que antes, no es así. Jack rio. — No dejas de ser tú, ¿eh? —    ¿Cómo voy a dejar de ser yo? —    Menos mal que Taylor ha sabido reaccionar más rápido que todos nosotros, estaba reaccionando ante tus palabras cuando él se ha tirado a por ti —Jack pellizcó amistosamente mi mejilla con sus dedos.   Ese día almorzamos dentro de casa ya que hacía mucho calor fuera. Estaba en la cocina con Julia y Kathy. Cogí los botellines de cerveza que me cabían y cerré el frigorífico con mi cuerpo. Que Taylor estuviera detrás de mí hizo que saltara hacia atrás del susto. —    ¿Cómo estás? —preguntó.  Su pelo castaño estaba hacia abajo e iba sin camiseta. ¿Que era el aire? —    Estoy bien —le sonreí—. Gracias por ayudarme. —    No hay de qué. Cogió las cervezas que tenía entre mis brazos y salió de la cocina con ellas. Lo vi irse y miré a las chicas. —    ¿Lo conocías de antes? —preguntó Julia. —    Sí, me ha dado clases de física estos últimos meses. —    Ah, ¿así que tú eras la chica tímida y torpe? —    Sí, supongo que soy yo —las comisuras de mis labios se levantaron en una sonrisa. —    Quedábamos después de vuestras clases. A veces venía frustrado y discutíamos, pero bueno, después nos desfogábamos en la cama y todo listo. Lamí mis labios y Kathy vio incómoda la situación  por lo que decidió hablar. —    Julia, ¿me vas a enseñar el vestido que me dijiste? —    ¡Sí! Es verdad, vamos. Julia tiró de Kathy y me quedé sola en la cocina con Karol. —    Siento que mi amiga sea tan explicativa —la miré y sonreí negando con la cabeza—. Jack debería relajarse, no deja de molestarte. —    No, no me deja desde que lo conocí. Pero él lo hace para que me sienta integrada. —    Lo sé, se ve que eres demasiado tímida como para empezar una conversación. Ella cogió varios vasos y se los dio a Mike cuando entró. —    ¿Estás bien, Ella? —preguntó. —    Perfecta, gracias Mike.  Él sonrió y los chicos no dejaron de entrar a la cocina para seguir poniendo la mesa y entre todos hacer de comer. Necesitaba estar sola y aun me quedaban seis días aquí. No sabía si iba a aguantar. Necesitaba estar en mi cama y soñar despierta sobre el brazo de Taylor rodeando mi cintura. Y necesitaba deprimirme por lo que me había dicho Julia. ¿Por qué tenía que afectarme tanto? 
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