bc

Mi amor incondicional

book_age16+
3.4K
FOLLOW
41.6K
READ
love-triangle
HE
heir/heiress
drama
bxg
bold
small town
like
intro-logo
Blurb

Ximena Monterreal Altamirano es una joven intrépida y arriesgada, enamorada de su mejor amigo desde siempre.

Sin embargo, Javier Beltrán solamente puede verla como su mejor amiga, pues está enamorado de otra mujer a quien le pide matrimonio en su cumpleaños número veinticinco. Rompiendo así el corazón y las esperanzas de Ximena.

Pero tras un desafortunado accidente durante el rodeo del pueblo, Javier queda en silla de ruedas cambiando el rumbo de su historia de amor, cuando su novia rompe con él, incapaz de sentirse capacitada para quedarse a su lado.

Ximena, por otro lado, no duda en acudir al lado de Javier y se ofrece a cuidarlo, aun cuando él la rechaza, Ximena no se rinde e insiste hasta doblegar el orgullo de Javier y demostrarle que no es lástima lo que siente por él.

¿Qué sucederá entre dos buenos amigos? ¿Podrá el amor surgir en el corazón de Javier para Ximena?

chap-preview
Free preview
Capítulo uno. Sorpresas
El aire golpea mi rostro, mientras mi caballo corre a una velocidad extraordinaria. La euforia corre por mis venas, la libertad jamás ha sabido mejor que ahora, en este preciso momento y no solo es la sensación de triunfo que recorre mi cuerpo, es la satisfacción de ver a Javier correr a mi lado, una cabeza por detrás de mí. Voy a ganarle esta partida, me llevaré el triunfo y no tendrá más remedio que pagarme. La espuela golpea el costado de mi caballo, él se agita y avanza en la carrera. Escucho a Javier gritarme algo, pero lo ignoro. Lo conozco bien para saber que es una de sus tretas para sabotear mi triunfo. Una sonrisa se dibuja en mi rostro al tiempo que mi mano toma la rama de laurel, prueba inequívoca de mi triunfo sobre Javier. —¡Te he ganado! —exclamo con euforia y mi corazón latiendo con fuerza. Él tuerce el gesto, pero asiente. —¿Cómo quieres que te pague? Su pregunta solo hace que mi sonrisa se haga más grande. —No lo sé, no lo he pensado —le digo. En realidad, sé muy bien lo que voy a pedirle, pero me gusta hacerle desesperar. Por el simple placer de hacerlo. Javier y yo hemos sido amigos desde niños, nuestros padres se hicieron socios, al igual que mis abuelos. Javier es simplemente el hombre que amo. —Ximena… Su voz ronca y sus ojos clavados en mí, provoca que un escalofrío recorra mi columna vertebral. Mis manos se aferran a las riendas de Tornado, presiono mis piernas para obligarlo a estar quiero. O quizá soy yo quien necesita sosegarse. Mi corazón late tan rápido, que siento que va a detenerse en cualquier momento. —Me gustaría que fuéramos juntos a la feria del pueblo —digo de manera atropellada. Él se echa a reír y los colores se me suben al rostro. —¿Qué es lo que te parece tan divertido? —le pregunto con el ceño fruncido. —El hecho de que me retes a una carrera y te esfuerces tanto en ganar, para pedirme algo que ha sido un hecho desde siempre. Eres la mejor corredora de la región, me atrevería a decir incluso que eres mejor que tu madre. Mi garganta se seca al escucharlo, ¿de verdad piensa que soy mejor que mi madre? Eso es imposible. Sarah Altamirano no tenía rival en las carreras de caballo en el pueblo. Su nombre fue escrito en letras de oro en el deporte de equitación del país. Yo solo sé correr. —No seas tan exagerado —respondo, mientras mis mejillas se sonrojan. —Solo me limito a decirte la verdad, que lo creas o no, no depende de mi —responde con simpleza. Me muerdo el labio ante sus palabras, estoy emocionada, sobre todo, porque tengo algo que decirle esa noche y no estoy segura de como reaccionara. —¿Vendrás esta noche? Su pregunta me saca de mis cavilaciones. —Te aseguro que no faltaré, así llueva, truene o relampaguee. Me tendrás en primera fila y te aseguro que te llevarás más de una sorpresa esta noche —le aseguro. —Me intriga, ¿me dirás de lo que se trata? Niego con un movimiento de cabeza. —No, lo sabrás cuando llegue esta noche —respondo, mientras halo las riendas de Tornado para volver a casa. —Te veré esta noche —dice mientras su caballo gira un par de veces, como sintiéndose inquieto. —Puedes firmarlo —respondo. Lo siguiente que sé es que estoy corriendo a campo abierto de regreso a la hacienda de mis padres. Alejándome de Hacienda Vieja para volver por la noche. Una vez que he movido la montura del lomo de Tornado, lo hidrato y cepillo su hermoso pelaje. —Señorita Monterreal, sus padres la esperan. —Odio cada vez que me llamas de manera tan formal, Aitana —me quejo y ella sonríe. —Es la fuerza de la costumbre, Ximena —refuta y suspiro. —Vamos a ver lo que mis padres quieren esta vez —digo, tomando la mano de Aitana y caminando por las caballerizas. Aitana era la hija de una pareja de trabajadores que lamentablemente fallecieron en una de las tormentas más fuertes que azotó la región años atrás, ella tenía diez años cuando llegó a la hacienda y se integró a la familia, como ahijada de mis padres. Era noble y muy servicial. —¿Vendrás con nosotros a la fiesta del pueblo? —le pregunto mientras entramos a la casa por la puerta de la cocina, el aroma a sopa de gallina criolla golpea mi nariz y la boca se me hace agua. Esos aromas y sabores era una buena razón para vivir en el campo. —No lo sé. —¿Por qué? —No es como si tuviese alguien con quien ir —responde. Frunzo el entrecejo al escucharla. —¿Yo no cuento como alguien para ti? —pregunto con el tono de voz más serio y herido que puedo. —No. La miro con asombro ante su respuesta. —Digo, sí, pero sabes que no me prestarás atención si Javier Beltrán viene contigo —dice. No puedo negarlo, cada vez que estoy con Javier me olvido de todo, así que admito mi culpa y guardo silencio, mientras ella se ríe. —Igual puedo ir con tus padres, ellos jamás van a perderse una de tus carreras —añade. No tuve tiempo de decir más, pues llegamos a donde mis padres esperaban. —¿Qué pasa? —pregunto de inmediato. —Acaba de llegar un hermoso ejemplar de Miramar, ¿se puede saber por qué? La pregunta me hace sentir nerviosa, no puedo mentirle, pero tampoco puedo decirle toda la verdad. No, si no quiero enfadarlo. —Se lo he comprado a mi abuelo —dije y no era ninguna mentira, pero tampoco iba a comentar que técnicamente me lo había regalado. —¿Has comprado el caballo a Andrés? —pregunta como si no hubiese escuchado lo que dije. Asentí. —Se lo he pagado, puedes preguntarle —dije con un poco de molestia—. El abuelo no va a mentirte —añado con rapidez. —Déjala, cariño, Ximena sabe lo que hace —la voz conciliadora de mi madre me lleva un poco de tranquilidad. Un poco, pues estoy segura de que apenas tenga la oportunidad de lanzarse a mi yugular y preguntarme el motivo de comprar un semental, habiendo muchos en la hacienda. —Gracias, mamá, los amo —digo antes de dirigirme a mi habitación. Las siguientes horas pasan en un abrir y cerrar de ojos, me doy una rápida ducha y visto con mis pantalones tejanos, botas y sombrero. —¿Te vas? Giro para ver a mi madre. —Estaré en el establo, necesito ver que todo esté bien con Pegaso —respondo antes de salir corriendo y terminar mi cometido. Una vez que me aseguro que Pegaso está en magnífico estado, me apresuro a colocarle la silla que mandé hacer exclusiva para la ocasión. —¿Se llevará este caballo? Niego. —No voy a montarlo, prepara a Tornado —ordeno al caballerango, tengo prisa. Las horas se han ido con tanta prisa que perdí la noción del tiempo. Una vez que tengo todo preparado subo al lomo de Tornado, mientras halo las riendas de Pegaso y salgo de casa, rumbo a Hacienda vieja. El sonido de la música se escucha a distancia, la fiesta ha empezado y yo voy llegando tarde, no me preocupo mucho por ello, más vale llegar tarde que nunca. El pensamiento me hace reír, a veces tiendo a ser un poco, solo un poco exagerada. —¡Pensé que no llegabas! El grito de Javier solo hace que mi sonrisa se ensanche, él parece como si me hubiese estado esperando y mi corazón se acelera como un caballo a todo galope. —Feliz cumpleaños —digo, mientras desmonto del lomo de Tornado y halo las riendas de Pegaso—, espero que sepas cuidarlo y tratarlo con amor —le digo. —¿Bromeas? —No. En verdad es tuyo, es mi regalo de cumpleaños, la sorpresa que te había preparado —digo y antes de que pueda decir o hacer algo más, Javier me toma entre sus brazos y me estrecha contra su pecho. Cierro los ojos y me concentro en escuchar los latidos de su corazón, suena acompasado y tranquilo, mientras el mío parece salirse de mi pecho. —También te tengo una sorpresa —dice y la curiosidad me asalta. —¿Buena o mala? —pregunto mientras Javier entrega las riendas a uno de sus vaqueros. —Asegúrate de tenerlo cerca, quiero dar un recorrido después de la fiesta —dice. Yo espero a que me responda. —¿Entonces? —Buena, estoy seguro de que te va a encantar —asegura y yo estoy confiando en él. Una vez que nos unimos al resto de invitados, me siento en la mesa reservada para mi familia. Mis padres y abuelos ya están presentes, por lo que saludo a mis abuelos primero. Andrés y Laura Altamirano seguían siendo el modelo perfecto de un matrimonio, eran mi mayor fuente de inspiración y alimentaban el deseo en mí de formar mi propia familia. —¿Por qué la demora, cariño? La voz de mi abuela me hace levantar el rostro. —Vine a caballo y no venía sola —digo, ellos enarcan una ceja, pero no preguntan por lo que me doy prisa para aclarar la situación—. Traje a Pegaso, no hay mejor regalo para un vaquero, que un hermoso semental —digo. No tengo idea de lo que pasa por la cabeza de mis padres y abuelos en ese momento, pues la voz de Javier en la tarima capta mi atención. Él lleva dos copas de champaña en la mano, y su mirada se posa en mí y eso me pone sumamente nerviosa. ¿Me está viendo? ¿Soy yo el motivo de esas dos copas? La emoción corre por mi cuerpo y mi corazón vuelve a acelerarse. Mis manos sudan y mis ojos se clavan en la figura de Javier y mis oídos le prestan total atención. —Hoy en mi cumpleaños, también quiero compartir con todos ustedes la felicidad que me embarga, quiero que todos ustedes sean testigos de este momento. Marina. Mi corazón se hunde casi de inmediato, mientras una hermosa mujer se pone de pie detrás de mí, ¿era ella la mujer que Javier había visto? No me queda ninguna duda al verla caminar entre las mesas y subir al escenario. De repente el ambiente caluroso propio de la costa se torna frío y mi cuerpo se estremece. —Marina Villacorta, me concederías el honor de convertirte en mi esposa y madre de mis hijos. «Marina Villacorta, me concederías el honor de convertirte en mi esposa y madre de mis hijos» Las palabras se reproducen como un mantra en mi cabeza, mientras mi corazón explota en miles de fragmentos, destruyendo todas mis esperanzas. 

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

La esposa rechazada del ceo

read
169.1K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
86.9K
bc

Mi Sexy Vecino [+18]

read
52.0K
bc

Bajo acuerdo

read
10.1K
bc

Navidad con mi ex

read
9.0K
bc

Tras Mi Divorcio

read
511.6K
bc

Yo, no soy él

read
88.6K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook