bc

UN HEREDERO PARA EL CEO

book_age18+
13.6K
FOLLOW
234.3K
READ
heir/heiress
blue collar
mystery
loser
lucky dog
city
addiction
like
intro-logo
Blurb

Ian Wolf es un hombre lleno de resentimiento y amargura producto de un accidente que marco no solo su vida, sino también su rostro.

Para un hombre como Ian, el amor es una pérdida de tiempo. La lealtad, una completa farsa.

Para él, todo y todos, tienen un precio.

El único deseo que tiene Ian, es tener un heredero.

Un día, una simple pasante de enfermería aparece en su vida y él no duda en proponerle un trato.

Brooke Bennett, una mujer dulce, independiente y tenaz que tiene que lidiar con sus propios problemas como para también aguantar al nefasto hombre que la mira con desagrado.

Frío, arrogante y horrible.

Y, no precisamente por la cicatriz en su rostro.

Ian es todo lo que ella detesta en un hombre.

Sin embargo, él le ofrece un trato simple; dinero a cambio de que ella tenga a su bebé.

Los principios de Brooke se verán cuestionados, pero la necesidad se hará presente en su vida, causando que la oferta de Ian sea bastante tentadora.

chap-preview
Free preview
El inicio de una nueva vida.
Pov Ian Wolf. «Hoy es el día.» Hoy me caso con la mujer que amo. Una sonrisa tira de mis labios mientras estoy de pie, frente al espejo, dándole el último ajuste a la pajita de mi traje de novio. Verónica y yo hemos estado juntos por más de cinco años y es momento de llevar nuestra relación al siguiente nivel. Es hora de formar una familia. «De tener los hijos que algún día serán los encargados de llevar mi legado.» Y, Verónica es la mujer perfecta para eso. Es abnegada, atenta, me ama y quiere una familia. Ella desea todo lo que no pudo tener al ser criada en un orfanato. —Ian Wolf, Tienes una sonrisa estúpida en tu rostro. —Jódete, hoy será perfecto. Sonrío. Miro a mi mejor amigo, mano derecha y padrino de bodas, Fernando. Palmea mi hombro con una sonrisa. —Ian. Ya es tarde, cariño. Mi madre, Selene Wolf, entra vistiendo sus mejores galas. —Te ves hermosa —dejo un beso en su mejilla y ella me estudia con apreciación. —Tú estás divino, mi amor —suspira —Verónica es afortunada. Niego. —Yo soy el afortunado de tenerle. Le guiño. Ella niega. Aunque en un principio, no le caía bien Verónica, ella logró ganarse a la reservada Selene Wolf. Y, ahora se llevan muy bien. —Tu padre ya está listo y debemos llegar antes que la novia. —Entonces no hagamos esperar a mi futura esposa. Dejamos la casa Wolf donde ya está dispuesta la carpa para la celebración y es un hervidero de personal entrando y saliendo. La iglesia donde se llevará a cabo la ceremonia no queda muy lejos y decido tomar mi Aston y conducir yo mismo hasta el lugar. Durante el camino no puedo dejar de pensar en el paso que estoy a punto de dar. Sin embargo, una parte de mí me dice que quizás me estoy adelantando. Niego. Bajo del auto y saludo a algunos invitados. Como parte de una familia como la mía, no es raro ver a diferentes personalices de Seattle. Nuestra familia es dueña del grupo Wolf, dedicada a la extracción y comercio de diamantes. Por generaciones hemos dominado el mercado y con el retiro de mi padre, Roger Wolf, el año pasado. He asumido el frente de la misma. Mi meta es hacerlo en grande. Luego de saludar a algunas personas, la organizadora de bodas me lleva a la habitación donde esté más cómodo y tomar algo con mi padre y mi padrino. Mi padre y Fernando son los que me acompañan en este lugar. Papá abre una botella de champán. —Estoy feliz por la decisión de formar una familia. Me tiende una copa. —Lo sé, pero mamá no está cien por ciento segura. Él asiente. —Lo sé. Pero, sabe que en esta vida hay que hacer lo que se debe. Fernando pone los ojos en blanco. —Yo opino que es muy pronto. Ignoro su comentario. Levanto mi copa. —Por Verónica, mi futura esposa y madre de mis hijos. —Salud por eso —secunda papá. Aunque me vean sereno estoy muriendo de nervios y estos aumentan cuando la organizadora me avisa que Verónica ya está en la iglesia. Mis manos sudan. Me tomo dos copas más antes de ponerme de pie. —¿A dónde vas? —A dar una vuelta por el pasillo. —Verónica ya está aquí. Miro a mi amigo. —No tardo. Con eso salgo camino por el laberinto que son las habitaciones privadas de la iglesia. Mis pensamientos divagan. Estoy por comenzar una nueva vida. Verónica merece todo de mí. Una sonrisa tira de mis labios y estoy por volver cuando un gemido llama mi atención. Doy un paso más y el sonido se repite deteniéndome en seco. «¿Quién es su sano juicio coge en una iglesia?» Niego. Estoy por irme cuando un nuevo gemido se escucha y el vello se me pone en punta. La curiosidad me puede y me dirijo al lugar. «¿Será alguno de los invitados tendiendo un idilio amoroso?» Me detengo fuera de la puerta que es la más alejada de las habitaciones. Pongo la mano en el picaporte y abro con cuidado solo para quedarme mudo ante la escena. Verónica está acostada sobre un escritorio, lleva su vestido de novia, el cual está arrugado a la altura de sus caderas y tiene las piernas envueltas alrededor de la cintura de un hombre que no logro ver, ya que tiene el rostro en su cuello y se pierde entre el tul. —¡Si! —sisea está con abandono — ¡No te detengas! ¡¿Qué carajos?! Jadea y el hombre gruñe algo inaudible. Me enderezo. —Si quieren regreso más tarde. Mi voz es dura y clara. Verónica ahoga un grito al darse cuenta de mi presencia. Mi mirada está siempre centrada en ella, que me ve con expresión pálida. —¡Ian! Pelea con su vestido. No respondo. Me doy media vuelta y camino hacia la puerta más cercana. —¡Ian! Cariño, espera, no es lo que crees. Resoplo. — ¡¿En serio?! —me detengo y sus ojos oscuros me miran llenos de lágrimas —Dime algo, ¿él solo cayó sobre ti y te metió su verga sin tu darte cuenta? Niega. —Yo te amo. Me rio. Una risa vacía. —Puedo verlo —espeto con ironía — ¡Ten un poco de dignidad! Te acabo de encontrar con un hombre cogiendo antes de nuestra boda. —No es así… —¡¿No?! Entonces, la persona que vi adentro no eras tú. Estoy por perder mi mierda y hacer un escándalo. Peor no soy el tipo de hombres que le gusta hacerlo. —Ian… —¡Eres una maldita mentirosa! Me alejo cuando toma mi brazo me sacudo de mala manera. Doy un paso al frente y me Llegó sobre ella mirándola con seriedad. —Ve allá afuera y explícales porque no hay boda. Ella llora. Con eso me alejo y montando en mi deportivo salgo de esa maldita iglesia. Apenas soy consciente de mis acciones y cuando mi móvil suena lo tomo antes de arrojarlo al asiento del pasajero. El mismo donde pensaba llevar a mi esposa a la recepción y disfrutar del inicio de una nueva vida. Golpeo el volante con rabia. Me siento enojado Frustrado. Traicionado. —¡Maldita seas! Grito mientras piso el acelerador y entro a una de las avenidas principales de la ciudad. —Maldita mentirosa —susurro al tiempo que el sonido de un claxon me sobresalta y apenas noto el coche a un lado que me embiste sin poder evitarlo. ⭐⭐⭐⭐⭐ Siento el cuerpo entumecido. Intento abrir los ojos y me es casi imposible. Todo me golpea de repente. La boda. Verónica engañándome. El accidente. —Que… —¡Ian! La voz de mi madre llena la estancia y se escucha afectada. —Roger, llama al doctor. «¿Está llorando?» Abro los ojos y me encuentro que veo por un solo ojos. Me llevo una mano al rostro solo para sentir una especie de venda. —No te la toques, cielo. Miro alrededor y me doy cuenta de que estoy en una habitación de hospital. —¿Qué ha ocurrido? —Tuviste un accidente en tu coche luego de dejar la iglesia… hace cuatro semanas. —¿Qué? El shock me atraviesa. La puerta se abre y un doctor entra seguido de mi padre. —Es bueno verlo despierto señor Wolf. No respondo, sencillamente no tengo palabras. El hombre me hace una revisión mientras yo sigo pensando en las palabras de mi madre. Cuatro semanas. Miro mi pierna que está con una escayola. —¿Por qué tengo el rostro cubierto? —Tienes una herida que queremos mantener segura —replica algo incómodo —en un momento vendrá una enfermera a hacerte la cura y podemos echarle un vistazo. —Quiero verme. Ahora. —Pronto la vera. Mientras eso sucede quiero que descanses y en un par de horas vendrán por ti para llevarte a que te hagan algunos estudios —suspira —Tuviste suerte, Ian. Con eso sale dejándonos a solas. —Escucha lo que él dice —susurra mi madre. La puerta se abre por una segunda vez y una figura indeseable entra. —Ian, ¡Dios! Estás bien. Verónica corre hasta mí, pero la detengo. —Tu descaro es impresionante. —Ian… — ¡Lárgate de aquí! Niega. — ¿Qué sucede, Ian? — ¿No les has dicho? Ella tiene sus ojos abiertos como platos y niega con suplica. —Por favor. ¿En serio ella está pidiendo clemencia? Mi madre me mira sin entender que ocurre. —Salí de la iglesia porque encontré a mi flamante futura mujer cogiendo con otro hombre en una de las habitaciones de la iglesia. Mamá jadea, Verónica ahora un grito y papá solo niega. —¿Qué? Ahora estás ofendida cuando has sido una completa… —¡Cállate! —Chilla. —¡No me grites! —Señores, están en un hospital. Una mujer con un uniforme azul entra. Sus ojos azules me observan en silencio y casi podría jurar que veo lástima en su mirada. Se aclara la garganta. —Necesito hacerle la cura al señor, Wolf. Así que pido que se retiren. —¡Lárgate de una jodida vez, Verónica! No mereces siquiera que te mire a la cara. —Tienes que escucharme. —Ya has escuchado a la señorita. Es mejor que te retires. El tono de papá es duro. Verónica levanta la barbilla, antes de salir dando grandes zancadas. Papá la sigue con mamá, dejándome con la enfermera. La mujer se acerca con la bandeja y la deja en la mesa a un lado. Sus manos torpes abren las gasas. Esta, alarga la mano y levanta unas finas tijeras. —No va a acercarte a mí con ese pulso de anciana de setenta años. —¿Disculpe? Inquiere en una mezcla de incredulidad y ofendida. —Sí, tu pulso es una mierda y no quiero que me apuñales el rostro. Me fulmina con la mirada. —Señor, Wolf. Necesito limpiar su herida. Miro su gafete. —Señorita, Bennett. Dije que no. —Sabe, para ser un paciente que estuvo a punto de morir no está siendo muy agradecido. Abro los ojos ante sus palabras. —Dime algo… —Brooke —escupe. —Brooke, ¿quién pidió tu opinión? —Dígame algo, señor Wolf. —Su tono es chulesco — ¿Va a dejar que le limpié la herida y así tener un alivio a la sensación desagradable que debe sentir en este momento o va a seguir hablando e insultándome? —Está siendo poco profesional. —Usted intransigente y está entorpeciendo mi trabajo. No respondo, solo me quedo inmóvil para que ella haga su trabajo. Con más delicadeza de lo que creí y sin lastimarme, corta la venda en mi rostro y al fin puedo parpadear. Aunque lo disimula, veo la impresión en su rostro. Me tenso —¿Tan mal se ve? Se aclara la garganta. —Yo… —Tráeme un espejo —ordeno con seriedad. —Necesito limpiarlo. —Tráeme el maldito espejo. Farfulla antes de respirar profundo. Su cabello rubio se mueve en su coleta y sus ojos azules me miran con seriedad. —Hagamos algo, voy a limpiarlo y luego le diré al doctor que desea verse—titubea —la herida está algo roja. Maldigo entre dientes cuando esta se acerca de nuevo a limpiar. Mantengo los ojos cerrados. —Ya está. Toma sus cosas. Cuando la veo salir la frustración me consume y decido tomar el toro por los cuernos. Con algo de dificultad me pongo de pie y me tambaleo un poco, pero no pienso detenerme. Arrastro la pierna con la escayola y entro al baño. Enciendo la luz y parpadeo acostumbrándome a la misma. Me acerco al espejo encima del lavado y me encuentro una gasa que cubre mi rostro. Lo tomo y de un tirón lo saco. Mis ojos se quedan clavados en la horrible herida, gruesa y roja que me atraviesa el lado izquierdo del rostro. «¡Soy un maldito monstruo!» La rabia emerge en mí y antes de darme cuenta maldigo golpeando el espejo que se hace añicos al tiempo que mi mano sangra. Mi pierna falla y caigo. —¡Señor Wolf! La mujer que me atendió entra al baño y mira la escena. Patético, Ian. Eres patético. Me repito en silencio mientras respiro de forma entrecortada. Sus ojos azules me miran con horror antes de tomar una toalla y envolver mi mano. —Es profunda —susurra. —No más que la herida en mi rostro —replico en tono seco. Ella me mira con atención. —Verá como pronto se sentirá mejor. —Brooke, ¿cierto? Asiente. —Bien, déjame decirte que nada me hará sentir mejor de ahora en adelante.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Bajo acuerdo

read
7.5K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
85.7K
bc

Navidad con mi ex

read
8.7K
bc

Mi Sexy Vecino [+18]

read
49.9K
bc

La esposa rechazada del ceo

read
163.1K
bc

Tras Mi Divorcio

read
508.8K
bc

Yo, no soy él

read
88.1K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook