Capítulo 1 Cautivadora sonrisa

1776 Words
María 30 de septiembre de 1988, el peor día de mi vida, el día que nací, ¿para qué?, no tengo idea, solo a sufrir y vivir anhelando encontrar a un príncipe azul, el cual tal vez ni siquiera exista. Siempre fui una niña tímida y acomplejada, mi flacucho cuerpo, mi larga trenza y mi falta de carisma no ayudaba mucho. Cuando estudiaba la primaria, las niñas siempre peleaban conmigo, no tuve amigos, además de que mis calificaciones no eran la mejores, al entrar a la secundaria, las peleas cesaron, pero mis complejos aumentaron con intensidad, solo tuve dos amigos, mi amiga se la vivía en la luna pensando en su novio 10 años mayor que ella, y para colmo me termine enamorando de mi mejor amigo, el cual estaba loco por la más popular del salón, él lloraba en mi hombro su mal de amor, mientras mi marchito corazón se hacía más pequeño al consolarlo. Cuando termine la secundaria tenía muchas ilusiones, estaba convencida de que todo cambiaria, que por fin encontraría a mi príncipe azul, que me volvería mágicamente bella y popular, pero lo único que obtuve fue la peor etapa de mi vida, envidias, una par de falsas e hipócritas amigas y una fuerte depresión por mi inexistente vida amorosa. Cuando por fin salí de ese infierno, mi vida mejoró un poco, en la universidad conocí a mis únicas dos amigas, pasábamos horas divirtiéndonos, saltándonos alguna que otra clase para ir a comer hamburguesas, o simplemente nos sentábamos en las jardineras de la escuela deleitándonos las pupilas mirando a los  muchachos más guapos pasar. Claro que mi precaria vida amorosa siguió igual, ningún muchacho llamaba mi atención, y cuando me fijaba en alguien, o ya tenía novia, o era de una religión de la cual entendía J, o simplemente tenía una pequeña hija y un amigo gay enamorado de él. Como sea, aunque no encontré a mi príncipe azul, por lo menos si a mis dos mejores amigas,  Carly y Betty, aunque las tres somos muy diferentes sorprendentemente nos llevamos muy bien. Betty es alocada, parrandera y desinhibida, casi siempre duerme con un muchacho diferente y si no lo hace se deprime, se aburre fácilmente y solo ve a los hombres como objetos de placer, es muy guapa, alta, morena, de larga cabellera rizada y amplias caderas, las cuales contonea muy bien al caminar. Carly es sociable, simpática y alegre, es bajita, sus cabellos caen en sus hombros y siempre tiene sus anteojos puestos, además de todo es mi confidente. Yo, a pesar de mi escasa autoestima soy divertida, responsable y muy divertida, siempre trato de dar un buen consejo o por lo escuchar a mis locas amigas. Nunca he sido una belleza, en realidad llegue tarde a la repartición, mi flacucho cuerpo, está en equilibrio con mi pequeño busto y mi estrecha cintura, mi cabello es largo hasta la cintura, mis flacuchas piernas y mi grandes ojos castaños, me hacen una aburrida muchacha normal. La verdad es que Carly y yo somos más parecidas, a ella puedo enumerarle la lista completa de las características que mi príncipe azul debe tener y nunca se burlaría de mí, claro que si le digo a Betty que el hombre que espero con ilusión, debe ser caballeroso y educado, se echaría a reír en mi cara. Carly y yo siempre tratamos de aconsejar a Betty de no ser tan abierta por no decir golfa, claro que a ella le valen un pepino nuestras opiniones. Como sea, ellas dos son mis mejores amigas, y haría lo que fuera por ellas. Hace algunos años salimos de la universidad, inicie trabajando como ayudante en una biblioteca, después decidí que eso ya no era suficiente, me sentía asfixiada por la rutina, así que lo deje y comencé a trabajar en la editorial. Mi puesto es asistente de gerencia, mi sueldo es bueno, aunque mi jefa es un poco insoportable, tiene 30 años, su larga cabellera dorada y sus prominentes caderas la hacen una mujer muy atractiva y llamativa, claro que es más irritable que un despertador a las 5 de la mañana, yo solo la ignoro la mayoría de las veces. Estoy bien en mi trabajo, Carly y Betty siguen a mi lado, y con mi familia me llevo bien, aunque sigo sintiéndome incompleta, sé que es patético pensar que conoceré a mi príncipe azul en cualquier momento, será un hombre bueno, noble, trabajador y divertido, además de sexy y apuesto, seguramente me tropezare con él y cuando sus ojos se encuentren con los míos se enamorara perdida y locamente de mí, seremos novios un año y después pedirá mi mano a mis padres, organizaremos una hermosa boda y nos casaremos, tendremos tres pequeños hijos, y siempre que llegue a casa me dará un beso en la mejilla, con sus brazos rodeara mi cintura y me susurrara al oído todo el amor que siente por mí, para después hacerme el amor toda la noche en nuestra habitación. Lo sé, soy patética con P mayúscula, gracias a Dios aun no inventan ninguna ley que cobre por soñar, si eso pasara yo quedaría más pobre que un indigente. Pero como dicen, la esperanza es lo último que muere. *** — De verdad María, no te  entiendo – dice Betty sentada en el  sofá de mi sala, la miro seria, ya va a empezar con su sermón — ¿Qué es lo que no entiendes Betty? – digo con desgana — Tienes 26 años, y nunca te has acostado con ningún hombre porque estas esperando a tu príncipe azul, ¿sabes que eso es denigrante? – dice con irritación, la miro con enfado — Yo solo, no se Betty, nunca he amado a nadie para hacerlo – digo tratando de explicarle mis razones, pero Betty solo mueve la cabeza negativamente — Sabes que los príncipes azules no existen, solo estas dejando pasar los años, por Dios ¡tienes 26 y eres virgen! – dice Betty con enfado, yo solo la miro seria, a veces Betty me estresa — Porque no te quitas esa tonta pijama de Bob esponja, te pones un mini vestido, unos tacones  y sales a buscar el amor – dice mi amiga con una amplia sonrisa — Betty el amor no se busca, solo… llega cuando tiene que llegar – digo y Betty rueda los ojos irritada — De verdad que no sé qué hacer  contigo, eres una solterona  aburrida – dice mi amiga, la miro irritada, esas palabras me duelen y lo sabe, pero le vale — No soy una solterona, solo… soltera – digo defendiéndome — Claro, lo que tú digas, sigue pensando que encontraras a tu príncipe azul, sigue siendo una virgen quedada, solterona – dice con malicia y ahora si me ha hecho enojar — Tal vez es cierto, tal vez soy una solterona, pero tú también lo eres, tenemos la misma edad y nunca has tenido un novio oficial, o por lo menos de más de una semana, solo duermes con quien te invita un trago, y ni se molesta en preguntarte tu nombre – digo irritada, Betty me mira con rabia, creo que no debí decirle eso — ¿Estás diciendo que soy una golfa? – pregunta mirándome con coraje, la verdad si lo es, pero es mi amiga y yo la quiero, siempre he aceptado su alocado estilo de vida y nunca la he criticado por dormir con un hombre diferente cada noche, solo quisiera que tratara de entenderme, me duele cada vez que me llama solterona o quedada, sé que lo hace porque no le gusta verme sola, pero no es fácil para mi hablar con los muchachos, no entiende que no soy como ella, desinhibida y sin complejos, yo solo quiero entregarme a alguien por amor. — No solo – digo pero ella no me deja terminar, se levanta del sillón y camina hasta la puerta — Tal vez soy una golfa, pero por lo menos no moriré siendo una aburrida virgen – dice con saña y sale de mi departamento, suspiro derrotada y me tirón en mi sillón, soy un desastre. Se me ha hecho tarde, anoche no pude dormir pensando en Betty, estaba furiosa, solo espero que se le pase rápido el enojo. Voy en el taxi pero para mí mala suerte, hoy está el tráfico insoportable, llevamos 10 minutos sin avanzar y si llego tarde a la editorial tendré a la pesada de mi jefa gritándome todo el día. Me decido y me bajo a una cuadra del trabajo, camino casi corriendo por las calles, al diablo el glamor, llevo mis carpetas con el reporte que entregaremos al nuevo dueño de la editorial, el cual seguramente será un viejo gordo y panzón, como el actual. Cuando me levante, trate de hablarle a Betty, pero nunca me contestó, quiero pensar que seguía dormida y no que me ignoró. Reviso mi celular, tengo 5 minutos para llegar, de pronto siento como mis carpetas caen al suelo, ¡maldición¡ lo que me faltaba, el causante de mi accidente se inclina a ayudarme y levanta mis cosas — ¿Puedes fijante por dónde caminas? – digo irritada, y alzo la mirada para ver al idiota que se me atravesó, cuando nuestras miradas se cruzan y veo esos intensos ojos grises clavados en mí, siento desfallecer, ¡es el hombre más hermoso que he visto en mi vida!, y eso que he visto a muchos, Carly y yo nos la pasábamos en los pasillos de la universidad mirando entrenar a los muchachos fuertes y fornidos del equipo de futbol, pero este hombre que tengo frente a mí, los rebasa por mucho, tiene unos carnosos labios rosados, su blanca piel combina con sus castaños cabellos, me mira fijamente sobre sus largas pestañas de sus radiantes ojos — Creo que la se debe fijar por dónde camina, eres tú, fuiste tú la que tropezaste conmigo – dice sacándome de mi trance por su perfecto rostro — Claro que no – digo irritada, yo venía distraída pensando en el enfado de Betty y sé que fue mi culpa, pero no le daré el gusto de ganar — Tal vez unos anteojos ayuden – dice divertido, oh Dios mío, tiene una hermosa y cautivadora sonrisa, este hombre es perfecto, bueno, ni tanto, sé que ve que es un idiota arrogante, extiende mis carpetas las cuales ha levantado del suelo, las tomo de mala gana y él vuelve a sonreír — Idiota – digo y me alejo con rapidez, él sigue sonriendo, no puedo negar que es sexy, pero arrogante, algún defecto tenía que tener....
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