Un mole poblano con tortillas de maíz echas a mano, arroz al lado y dos cervezas indio, fue lo que David Canarias comió esa tarde en Puebla. —Como nuevo catador de mole, quiero decir que no me puedo decidir entre el mole de aquí, el mole de allá. No sé qué decir. —Excelente catador amor, sólo espera a comer el mole oaxaqueño. Lo bueno es que en norte no hay mole, pero si hay mucha carne y otras comidas. —Dios, odio decir esto, pero me agrada que no comeré tanto porque creo que el sobre peso en el avión seré yo. Tal vez tenga que ir Sila sola arriba y yo abajo con las maletas. —Ni se te ocurra dejar a nuestra hija sola ¿eh? Te la llevarás dos meses y ya la extraño. —Luz volteó a ver a Sila quien atenta veía a las personas que pasaban en frente de ella y luego al verla a ella sonrió—

