[CAELI] El silencio en la estancia es distinto esta vez. No es el silencio del campo cuando cae la tarde, ni el que se escucha al amanecer antes de que despierten los gallos. Es otro. Más denso. Más íntimo. Uno que no quiero romper, aunque las palabras me ardan en la garganta. Kian está a mi lado, agachado junto a la silla donde estoy sentada, con su mano cálida sobre mi abdomen. Lo miro sin decir nada. No puedo. Las palabras que dijo hace apenas unos minutos todavía rebotan en mi cabeza, como si se negaran a asentarse del todo. —Solo quiero estar. Si es mi hijo… voy a hacerme cargo. Y si no… también. De algún modo, este bebé también forma parte de mi historia. Me cuesta entender cómo puede ser tan generoso, tan entero. Cómo puede seguir aca a pesar de la incertidumbre, de las dudas, d
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