Camino hacia mi caballo, sin volver la mirada hacia atrás, mientras esas voces claman admiración al rey, como si hubieran encontrado en mí un nuevo líder. No digo nada, solo trato de mantenerme firme mientras esos hombres se alejan hacia el bosque. —¿Los seguimos, majestad?— dice uno de mis hombres con cierta urgencia al ver que esos hombres están a punto de desaparecer en el bosque y si algo he aprendido de este lugar, es que el bosque del norte se traga a cualquiera que no conozca cada arbol, cada roca y hierba para salir de ese laberinto de árboles sin fin. —No, ellos son muy buenos escondiendo sus rastros, es más fácil que ellos los obliguen a seguir huellas falsas en círculos a que alguno de ustedes descubra que ya están a miles de kilómetros. Lo mejor será irnos ahora, si no querem

