Mis manos tiemblan cuando entrego la invitación, pero nadie hace preguntas ni tampoco se quejan o murmuran porque llevo el uniforme de un soldado, supongo porque muchos hijos de nobles también han sido y son soldados. Sigo a la multitud que va vestida con trajes finos y vestidos lujosos que brillan con las luces del palacio y por supuesto, todo me maravilla porque nunca antes he estado aquí y supongo que esta será la primera y la última ocasión en que pueda disfrutar de una noche como esta. Trato de no pensar en los lujos innecesarios que veo a mi alrededor, como la comida, los sirvientes, las copas y el champán. No quiero pensar en lo que sufre la gente alla afuera mientras aquí, ellos viven tan bien, disfrutan e incluso se dan el lujo de desperdiciar. Al final lo que veo me enfada, per

