Salimos de aquel café que ha sido testigo de una confesión importante entre nosotros dos y nuestras miradas se cruzan mientras caminamos por la acera. Entiendo en su mirada que está en esa disyuntiva entre decirme adiós o dejar que siga caminando a su lado y es en este preciso instante donde sonrió preguntándome donde ha quedado la mujer segura que me sedujo aquella noche —¿Te encuentras bien?— Pregunto sin dejar de mirarla y ella me sonríe. —Un poco nerviosa. — Confiesa y rio. —¿Nerviosa tu? ¿Por qué? — Presiono. —Es que no sé cómo actuar junto a ti.— Me explica. —Ven. — Digo tomando su mano y hago que vayamos corriendo hacia el parque que está a una calle de aquí. Sin detenernos hago que vayamos hasta un árbol solitario y me siento en el césped. —Siéntate conmigo. — Le pido y con u