Al día siguiente
22 de agosto
Siento el sol pegar en mi espalda y comienzo a morirme de calor, me obliga a abrir mis ojos y al hacerlo me encuentro con el paisaje más divino. Su cabello desordenado, su espalda desnuda al descubierto, y dulcemente abrazada a su almohada. Parece un ángel, es tan hermosa...
Tomo mi móvil de la mesita de noche y sin poder evitarlo le tomo una fotografía, quiero guardar esta imagen para siempre. Lo vuelvo a dejar donde estaba, llevo la yema de mis dedos al centro de su espalda en la parte inferior, y comienzo a caminar por ellos por toda su longitud. Memorizo esos sensuales lunares que tiene en su piel, hasta que le escucho sonreír. —Pero ¿Qué haces? — Me pregunta aun entredormida.
—Me aprendo cada detalle de ti. — Le informo y sigo dibujando formas imagina
