Capítulo 50: Horace
El cliente le gritó en la cara, escupiéndole encima. Horace ni siquiera llegó a escuchar su argumento, sólo apareció cuando preguntaron por el gerente y el hombre empezó a gritar incoherencias.
Horace se quedó mirando sus zapatos. No porque fuera tímido. Tampoco por haberse acobardado. Sus zapatos estaban sucios y él simplemente acababa de darse cuenta.
Ira apareció a su lado en la terraza.
―¿Vas a dejar que te hable así? ―refunfuñó, empujándolo hacia abajo para poder susurrarle―. ¡No tienes que comértelo como un cagón! Golpea al estúpido cabrón.
Horace cerró los puños, y luego se volvió hacia Martha.
―¿Qué ha hecho?
Martha dudó, y luego se inclinó cerca para susurrarle al oído.
―Me ha agarrado el culo, y cuando le he dicho que pare, ha empezado a quejarse del s
