ALEXA
Creo que el dolor de cabeza me afectó bastante porque mi mente trata de engañarme con la pregunta que acabo de escuchar.
-¿Puedes repetirlo? Porque creo que no entendí bien. ¿Acabas de pedirme que me case contigo?
Él asiente.
-Si, ¿aceptas entonces? -Pregunta emocionado.
Pero ¿A este que le pasa por la cabeza? ¿Quién en su sano juicio le pide matrimonio a una chica que acaba de conocer? ¿Acaso es una broma para la tele? ¿Dónde están las cámaras?
- A ver, ¿tú estás mal de la cabeza o qué? –Contesto.
Me mira sin comprender.
- Ay no, probablemente te golpeaste al frenar tan apurado ¿verdad? - Acerco mis manos a su cabeza palpando para encontrar alguna protuberancia.
-¿Qué haces?
-No te preocupes, seguro es una conmoción y todavía estás algo tonto. ¡Enfermera! –Grito mientras reviso entre su pelo.
-¿Por qué llamas a la enfermera? Y deja de tocarme que me despeinas. -Se aparta y me toma de las manos mirándome a los ojos. –No tengo nada, estoy bien.
Niego con la cabeza.
-Na ah, no estás bien. Una persona en su sano juicio no hace preguntas como la tuya. Seguro te golpeaste y tienes algún derrame o algo y por eso no razonas bien, pero tu tranquilo que aquí te lo resuelvo - Tapa mi boca con su mano y me recuesta en la cama.
-No tengo ningún golpe ni nada. Estoy perfecto y antes de que sigas imaginando otra cosa mejor me explico ¿te parece?
Asiento y él separa su mano de mi boca poco a poco dejándome sentir la pérdida de la suavidad y el calor de su piel.
- Presta atención. Necesito contraer matrimonio para recibir una herencia que me corresponde, el plazo termina dentro de unas dos semanas. Por eso te pregunte si querías casarte conmigo.
Lo observo en silencio mucho tiempo esperando el "caíste" seguido de una carcajada pero parece ser totalmente cierto.
- Está loco. -Digo. -Muy loco, necesitas ayuda amigo porque tu cerebro no funciona bien del todo.
Estoy segura de que tiene alguna falla mental. No puedo creer nada de lo que estoy escuchando. Sus palabras parecen salir del libro más cliché del mundo. Aunque admito que si se parece a los personajes de algún que otra novela de romance. De hecho tienen todo el porte para ser un galán de novela, alto y atractivo, con dinero y posiblemente una mansión pero eso no significa que esto sea la trama de una novela.
-¿Entonces? - Vuelve a preguntar.
Salgo de mis pensamientos.
-¿Perdón qué?
-¿Qué si te casas conmigo?
-Ah eso. Pues no.
-¿Cómo qué no? -Se cruza de brazos como si estuviera indignado. –Pensé que dirías que sí dada tu situación.
-¿Mi situación? –Pregunto molesta
-Si. Apenas tienes para mantenerte a tu madre. Creía que aceptarías sin dudarlo.
Ahora si empiezo a sentir una ira creciente. Que conste que soy muy pacífica pero cuando invoco a la bruja que llevo dentro de mí me enciendo como si estuviera en llamas.
-Escúchame bien guapo porque no pienso repetirme. Tal vez tengas todo el dinero del mundo y estés más bueno que Christian Grey pero aún, sin tener un solo centavo, un techo donde vivir y un trozo de pan para comer no aceptaría tu propuesta y ¿sabes por qué? - Niega - Porque no te conozco idiota. A quién en su cabeza se le ocurre proponer matrimonio a la primera chica que ve en la calle.
- A mí se me ocurriría. No te lo pediría si creyera que no eres adecuada pero cumples con el perfil que busco para mi esposa. Nadie sospecharía nada.
-¿Nadie sospecharía nada? Dios esto no está pasándome. -Llevo mis manos a mi sien y masajeo para quitar el dolor. -¿Entonces este matrimonio sería falso?
-Sí, duraría un año para no levantar alarmas y después de ese tiempo nos divorciamos. No sería real.
- Y esperas que así nada más yo acepte ser tu esposa. -Él se acerca quedando a unos centímetros de mi rostro cortando mi respiración.
-Puedo ser muy convincente Alexa. Además recibirías una buena bonificación por eso.
-¿Una bonificación? ¿Sería tu esposa a cambio de dinero? Eso no me parece correcto.
- Por lo que puedo ver hasta ahora, necesitas dinero y yo te puedo dar un cambio de vida por un pequeño favor. Vamos que no es para tanto.
- Pequeño favor dices. Casarme contigo no es un pequeño favor, ni siquiera te conozco.
- Vamos, solo es un año. Además como dijo el médico, necesitarás dejar de trabajar tanto y estar casada conmigo es la solución. La oportunidad de tu vida.
- No me siento bien sabiendo que lo haría por dinero en caso de que acepte. Me hace sentir como una prostituta.
- No lo pienses así, además con el dinero ayudarías a tu madre. –Sugiere.
-Eso fue bajo.
-Lo siento pero es la verdad. Tu madre necesita tratamientos carísimos y tú no puedes seguir con tu vida como hasta ahora a menos que quieras sufrir un infarto antes de los 30.
- Déjame pensarlo ¿sí? -Aunque ya tenía una respuesta en mi mente. No.
Él asintió.
-Muy bien, aquí te dejo mi tarjeta. - Me dio su elegante tarjeta de presentación y me sonrió. - Solo avísame si aceptas; cuanto antes mejor. Recuerda que tengo solo dos semanas.
Se giró para marcharse, pero antes de salir volteo la cabeza y me dijo:
- De verdad espero que aceptes, creo que es perfecta para ser mi esposa.
CONNOR
Me fui con una sonrisa en la cara, estaba seguro de que ella aceptaría. Además, sabía que todos estarían de acuerdo, excepto mi madre, que quería casarme con mi antigua "novia" según ella. Jamás lo había hecho, ya que la idea del matrimonio me dio escalofríos, pero este era un caso de vida o muerte. Por ningún motivo iba a perder mi empresa.
ALEXA
Seguía pensando en la propuesta de Connor horas después de su partida. Admito que necesito el dinero pero no caería tan bajo para conseguirlo, seguiría trabajando como hasta ahora. Aunque apenas pueda caminar del cansancio.
Por la mañana me dieron el alta y me fui a casa con mamá. Sentía el cuerpo entumecido y fue un placer ver mi casa. Necesitaba recostarse unas horas más antes de volver a la rutina. Nos detuvimos en la acera cuando vimos a un hombre golpear nuestra puerta insistentemente. Vestía de traje aparentemente apurado y nervioso. Nos miramos con mamá sin entender y nos acercamos a él.
- Buenos días, busco a Alexa Harrison.
-Yo soy Alexa. -Digo.
El hombre me miró serio y contestó:
- Davis, Martin Davis. Señorita, imagina por qué estoy aquí.
- Pues la verdad no tengo ni idea. Pero le importaría si entramos, acabo de salir del hospital.
-Si claro.
Mamá abre la puerta y me ayuda a llegar al sofá. El señor Davis se sienta frente a mí y apoya su maletín en la mesa ratona. Miro sobre su hombro a mi madre que hace gestos pero solo yo encojo mis brazos ya que tampoco sé qué quiere.
-Señorita Harrison vengo porque debe tres meses de pago al banco.
-Ah, es eso. Mire, he llamado al señor Williams y quedamos en que pagaré lo que podría cada mes, me dijo que no tendría ningún problema.
Un hombre muy generoso que entendió la situación por la que estaba pasando y aceptó que pagara una cuota mínima siempre y cuando fuera puntual en los pagos.
- Señorita, el señor Williams fue despedido por haber estafado a más de trecientos de nuestros clientes.
- ¡¿Cómo?! - No daba crédito a mis oídos - Pero eso no puede ser. Llevo meses pagándole.
El señor Davis levanta su mano para callarme.
- Bueno, habiendo aclarado eso, ahora entiendo por qué estoy aquí. Técnicamente usted debe tres meses de pago, y me han mandado para informarle que si no paga en cuarenta y ocho horas el banco se verá obligado a embargar todo a menos que logre depositar todo el dinero que debe.
- A ver a ver, uno de sus empleados me estafó a mí ¿pero yo tengo que volver a pagar el dinero que ya había pagado? Ese no es mi problema, ustedes fueron timados ¿Cómo se les ocurre cobrarme un dinero que ya pagué? No pienso hacerlo, además no tengo ese dinero en mano ¿acaso no ve donde vivo? ¿Cómo espera que pueda pagar esa cantidad de dinero en dos días?
- Lo siento señorita, yo solo informo. Tiene cuarenta y ocho horas para realizar el pago de lo contrario embargaremos. Si me disculpa tengo tengo que ir a otro casa.
Se levantó pero me interpuse en su camino.
-Señor, no puede ser legal que me cobren algo que ya pagué. Es su responsabilidad no haber controlado los depósitos que se hacían. Deberían buscar a ese empleado en vez de sacarles plata a los pobres.
-Mire señorita, solo vengo a informarle lo que sucederá. Depende de usted que pague o no.
El señor Davis se fue sin decir más nada. Mi cuerpo comenzó a temblar y me acurruqué en el sofá dejando que las lágrimas fluyeran. ¿De dónde sacaría todo ese dinero y por qué había confiado en el señor Williams? Maldita sea, me quitarían todo. ¿Cómo pagaré las medicinas y tratamientos de mi madre? Mamá se acercó y me abrazó.
- Lexy no te preocupes, ya veremos cómo nos arreglamos. Puedes pedir un préstamo en una casa de créditos y puedo buscar algún trabajo para pagarlo.
- No puedes trabajar mamá, necesitas seguir con tu tratamiento y estás muy débil después de cada sesión. - Sollocé. ¿Por qué todo esto me pasa a mí? Soy buena persona. - Nos van a quitar todo.
-Claro que no, algo se os ocurrirá. Tú tranquila, siempre hay una salida para todo.
En ese momento me vino a la mente Connor. Salí del abrazo de mamá y la miré un momento.
- Ya se lo que voy a hacer y no perderemos la casa ni nada. - Mi madre puso cara de preocupación.
- ¿No iras a conseguir otro trabajo verdad hija? Apenas puedes andar con tres, ni siquiera quiero imaginar cómo será con cuatro.
- No ma, déjame esto a mí. Ve descansar, te ves agotada.
-Hija...
-Tranquila, te prometo que todo saldrá bien, tú solo ve a recostarte y no te preocupes por nada.
Insegura se fue a su habitación pero la angustia se notaba en su rostro y no era bueno en su condición. Esperé hasta que oí la puerta cerrarse y corrí a mi bolso. Busqué la tarjeta y la miré mientras pensaba en lo que diría. Aunque fue idea de él así que no necesitaría de qué avergonzarme ¿cierto? Lo que puedo pensar como un trabajo de actriz y eso no tiene nada de malo. Es por un buen motivo. No lo haría de no ser un caso extremo.
-Deja de ser cobarde y marca. –Me dije. Tomé el teléfono y marqué los números.
Al tercer tono contestó una suave voz
- Oficina del señor Willes.
- ¿Es..está el señor Connor? Quisiera hablar con él. - Mi voz salió cortada por los nervios
- Si claro ¿Cuál es su nombre y porqué asunto le llama? –Preguntar el asunto ya era de chismosa, seguro que si un hombre llamara a su jefe no preguntaría.
- Alexa y dile que es un asunto personal. Él sabe a qué me refiero.
- Espere un momento. - Contestó con un tono más molesto.
CONNOR
Estaba al tope de trabajo, muchos trámites retrasados, la gente se movía a dos kilómetros por hora cuando necesitaban que estuvieran en su máxima potencia.
-Señor Willes, una mujer llamada Alexa quiere hablar con usted. Le pregunté el motivo pero solo dijo que era personal. –Escuché por el interfono.
Paré de teclear en la computadora y levanté enseguida el tubo.
-Comunícame ya.
-Enseguida señor. - Escuché el tono y me aseguré de que mi secretaria no escuchara la conversación.
-Alexa que bueno que llamaras tan pronto. Sabía que lo reconsiderarías. –El alivió me inundó el cuerpo.
- No habría llamado si no me encontrara entre la espada y la pared.
-El motivo no me importa solo quiero saber si aceptas o no.
-Estoy dispuesta a aceptar su trato. - Su voz sonaba cortada, como si estuviera llorando.
-¿Estas bien?
-Si. - Contestó pero su voz no me convencía.
-Me gustaría que nos reuniéramos para hablar de los detalles si te parece. Supongo que tienes preguntas.
-Las tengo.
- Excelente, si quieres puedes pasarte por mi oficina. La dirección está en la tarjeta.
- La veo. Nos vemos en una hora supongo.
- Muy bien, te esperaré
Colgué el teléfono y me sentí satisfecho conmigo mismo por haber logrado que Alexa aceptara ser mi esposa. Aunque por un lado me encontré algo preocupado, la voz de la chica era triste, apagada. Ya descubriré qué le pasa.
ALEXA
Una hora después estaba frente a las oficinas de Willes. El edificio era enorme, como de treinta pisos y cubierto de vidrio por fuera. Estudie un momento mi reflejo en los ventanales y aunque me puse lo más nuevo que tenía, no llegaba ni a la mitad de la elegancia con la que vestían los empleados aquí. Pero bueno, eran otro tipo de personas, posiblemente me mirarían como si fuera una hormiga que deben aplastar o peor, ni siquiera considerarían tomarse la molestia. Suspirando entré al edificio y me dirigí a una de las recepcionistas.
-Hola, vengo a ver al señor Connor Willes. -Dije bajito, la mujer levantó la vista y me miró de mala gana.
-¿Tiene una cita?
-No, pero hablé con él y dijo que me esperaba.
-Como todas. - Murmuró pero la oí perfectamente. -Dígame su nombre.
-Alexa Harrison.
La recepcionista tomó el teléfono y me miró como si fuera una pordiosera, me sentí muy mal sabiendo que no estaba vestida a la altura de la ocasión. Me había puesto un buzo de manga tres cuartos n***o con rayas, unos vaqueros oscuros y unas bailarinas que conseguimos a un buen precio en una tienda vintage. La mujer colgó y me señaló los elevadores del fondo.
- El señor la espera. Piso veintinueve.
Gracias.
Tomé el ascensor hasta el piso veintinueve y esperé en la sala a que su secretaria me anunciara. Solamente la sala era más grande que toda mi casa. Me sentí intimidada por todo lo que me rodeaba y no quería tocar nada para no contaminar con mis gérmenes de pobre. Esperé unos minutos observando la decoración del lugar. Todo era blanco, demasiado blanco y limpio.
Mire las suelas de mis zapatos para corroborar que no tengan barro o algo que podría ensuciar el suelo. Seguramente llamaran a un equipo de limpieza en el momento que me vaya. Escuché unos pasos y una risa que me hicieron levantar la vista.
CONNOR
La vi sentada en uno de los sofás, estaba hermosa. Tenía el pelo atado en un moño desordenado. Vestía un lindo busito y unos jeans que no dejaban nada a la imaginación. Me sentí excitado al ver sus largas piernas, pero lo que más me llamó la atención fueron sus lindas bailarinas con un moño encima. Me causó gracia y solté una pequeña risa que obtuvo su atención.
Se paró de su asiento y aplano sus manos sobre su suéter quitando arrugas inexistentes. Se vio muy nerviosa.
-Hola. -Dijo ella tímidamente.
-Hola Alexa ¿Cómo has estado?¿Te sientes mejor?
-Si, gracias.
-Pasemos a mi oficina. –Digo.
Su nerviosismo hizo que se tropezara con la alfombra de camino a mi oficina, pero llegué a sujetarla y evitar que cayera.
-¿Estás bien?
-Si, lo siento, es que soy algo torpe.
Me acerqué a su oído y le susurré:
- No te preocupes, siempre estaré aquí para sostenerte.
Se ruborizó completamente, quedó roja como un tomate y bajó la cara para disimularlo un poco. Pero ya era tarde, la había visto sonrojarse y no tengo idea de porqué pero me sentí extasiado por ello.
ALEXA
Entramos a la oficina de Connor y me dijo que tomara asiento. Lo hice y esperé a que hiciera lo mismo. Su oficina era linda, en tonos neutros y muy ordenada. El escritorio era de madera en un color n***o que le daba un toque masculino. Me sorprendió no ver ninguna foto o cuadros, las paredes estaban en blanco sin nada que las decorara. Nos quedamos callados unos segundos hasta que mi ansiedad pudo y estaba a punto de hablar cuando él me ganó.
-Y dime ¿por qué decidiste aceptar? –Estiró sus brazos y los apoyó sobre su escritorio.
- ¿Acaso eso importa? - Dije de mala gana. No quería contarle que estaba a punto de perder mi casa. Suspiré y lo miré, su expresión era preocupada, no quería que sintiera lastima por mí pero necesitaba el dinero urgentemente. -Lo siento, es que esto es difícil.
- Imagino que sí dado que estás aquí después de haberme dicho que no aceptarías ni en las peores condiciones. ¿Qué te hizo cambiar de opinión? –Me sonrojo al recordar mis palabras y ver en donde me encuentro ahora.
Pero era esto o terminar en la calle con mi madre enferma. Ahora entiendo a las personas que toman decisiones arriesgadas para salvar a su familia. Suspiré y apreté mis manos.
- Trabajo duro para pagar las cuentas y parece que nunca es suficiente. Esta mañana se presentó un hombre del banco en mi casa diciendo que tenía tres meses de pago. Le expliqué que había re-financiado las cuotas con uno de sus agentes, el señor Williams, para pagar lo que podía por mes. Aceptó sin problemas, pero resultó ser que el tipo que estaba estafando. Lo despidieron pero aún así se fugó con el dinero de trescientos clientes. Ahora debo pagar la deuda que tengo o me embargarán todo, y no tengo ese dinero. –Limpié mi mejilla al sentir algo húmedo. Estaba llorando y ni siquiera me había percatado, todo esto era demasiado para mí.
La expresión de Connor cambió y se acercó a mí tomando mis manos.
- No te preocupes Alexa, todo se va a resolver. Te daré el dinero que necesitas.
Me aparté de él y lo miré un momento. No me gustaba hacer esto no me tenía otra opción
- Connor, quiero que sepas que hago esto porque no tengo a quién más recurrir aparte de ti. Pero en cuanto pueda establecerme te devolveré hasta el último centavo.
- Eso no es necesario, con qué aceptes ser mi esposa estará todo arreglado. Considéralo un trabajo que será remunerado como cualquier otro.
- ¿Solo será un matrimonio de apariencia? - Pregunto dudosa.
- Si, solo eso.
Suspiré y lo miré a los ojos. Bueno Alexa, es esto o vivir en la calle.
-Acepto.
- ¿En serio? Eso es fantástico.
- Acepto ser tu esposa de mentira. -Dije solo para molestarlo.
-No es gracioso.