NICHOLAS Ver a Kristal moverse debajo de mí y bajar poco a poco mis pantalones me pone demasiado tras dos semanas en las que no he hecho nada. Sus largas pestañas se mueven cuando parpadea, y juraría que tengo a un ángel conmigo, mi ángel de la guarda. –Te amo tanto...–susurro. Paso la lengua por su tatuaje y retiro el tanga con un solo dedo, dejándolo caer al suelo. Está muy mojada, y me hace al trabajo más fácil. Paso mis dedos por su pequeño paraíso y la escucho gemir mi nombre, provocando un gran bulto en mis calzoncillos. –Nicholas –gime, y arquea la espalda de manera que con la mano que sujetaba su cintura puedo desabrochar su sujetador. Mis dedos resbalan dentro de ella una y otra vez, y con sus movimientos de cadera consigo llegar más lejos. Guío mis labios a s