AMELIA —¿No habéis hablado nada? —me preguntó Jess, Habían pasado un par de semanas y aunque intentó convencerme de algo los primeros días, ya no hablamos más y no nos volvimos a ver porque Elliot dejó de presentarse los domingos en casa. —No —suspiré y seguí pasando a limpio mis apuntes. Las clases de último curso estaban siendo algo duras para poder pasar los exámenes de la universidad, así que esa tarde después de las clases, fui a casa de Jess para hacer los deberes juntas. —¿Y no sabes cómo está? Volví a negar. Supuse que estaba bien porque Greg y yo hicimos tan buenas migas que los jueves, cuando íbamos a su trabajo porque Elliot no estaba, le preguntaba de forma no muy sutil. —¿No te apetece volver a intentarlo? Cuando estabais bien eras más feliz —comentó. Yo ya lo s