AMELIA —¡Me voy con Erick y Jess! —grité. Recibí una despedida breve y cariñosa de mis padres. Yo me aferré a mi bolsa de tela playera y corrí hasta el coche de la madre de Erick. Ninguno tenía coche propio, Erick conducía sobretodo el de su madre y yo el de la mía; Jess ni siquiera tenía carnet de conducir. Salté al asiento de copiloto y Erick me saludó con una gran sonrisa. —Primer día de playa —canturreó—. ¿Lo llevas todo? ¿La crema? Luego te quemas y me echas la culpa. —Fue tu culpa lo del año pasado —aseguré—. Me quitaste la sombrilla. —¡Fue mi hermano! —se rio con gracia y aceleró hacia casa de Jess—. ¿Ves? Todo es su culpa, díselo a él. Yo intenté que te la dejara pero tu cooperación estando dormida tampoco ayudó. Aquello era, sin duda, algo más de Elliot. Me pasé sema