AMELIA Decir que pasé mala noche se quedaba corto. Había estado rodando de un lado a otro, imaginándome escenarios dramáticos y caóticos con Elliot, y me había encontrado a mi misma gritando silenciosamente con la cara hundida en la almohada. Con suerte dormí cuatro horas y lo sorprendente fue que no tenía sueño cuando se hizo de día. Tenía el estómago cerrado por los nervios y no dejaba de mirar el reloj esperando que las agujas giraran más rápido. Estaba emocionada y me tuve que dar un baño relajante para descansar un rato. El teléfono me vibró durante mi baño relajante. Eran las cinco de la tarde y había puesto el ordenador en un taburete para ver una película desde la bañera. Era un mensaje de Elliot y era raro porque nuestro chat estaba casi vacío; nunca nos hablábamos si no era e