Después de haber tenido esa "incómoda bienvenida" con Alessandro por fin llegamos a su casa, no voy a negar que en ese momento me sentía fuera de lugar, no me estaba sintiendo cómoda con está situación, Alessandro estaciona el auto y antes de que yo pueda reaccionar ya se encuentra parado junto a la puerta de mi lado, la abre y me ofrece su mano, no la tomo, no sé que sucedería si vuelvo a sentir su piel contra la mía, me levanto del asiento y su cuerpo queda muy pegado al mío, puedo sentir su aliento rozar mi mejilla. -Mírame. No suena como orden, sino más bien, como súplica. Yo me niego a hacerlo, sé que perderé la poca cordura que me queda. -Mírame Ela, por favor. Lentamente subo mi mirada encontrándome con la suya, él sonríe un poco, estoy tan hipnotizada con la profundidad de