A veces las noches eran amargas para mí, no podía siquiera soportar el dolor de la ausencia de Bruce, lo extrañaba tanto que a veces me quedaba pensando en que pasaría si el estuviera aquí a mi lado observando con tanta alegría y entusiasmo el proceso de mi embarazo pero la vida es así y no podía hacer nada más que solo imaginarme esas escenas de mi cabeza en donde el besa infinitas veces mi enorme panza a causa de mis pequeños Carolain y Edward.
Si, eran gemelos de ambos géneros, una hermosa niña y un bello varón a quienes añoraba tenerlos en mis brazos al igual que la señora Lucia lo desea también, ella había preparado la habitación principal de la casa para la llegada de los pequeños, yo me rehusé de inmediato porque era seguro que me diría que era suya pero a veces olvido que ella ya
