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Lo que reconstruimos [Libro 2]

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SEGUNDA PARTE DE: LO QUE CONSTRUIMOS.

David Canarias Donato, después de la muerte de su esposa, debe iniciar de nuevo pero, ahora, acompañado de su pequeño hijo David. Han pasado dos años desde que David Canarias, se ha convertido no solo en un empresario importante y exitoso, sino en un hombre atractivo y cotizado entre las mujeres.

Por fuera, David aún sigue proyectando esa seguridad y confianza que lo ha hecho ganarse a todos los que le conocen y cerrar negocios millonarios. Sin embargo, por dentro, es un hombre triste, solitario y desencantado con todo lo que tiene que ver con el amor y las relaciones, lo que lo ha vuelto duro y un tanto necio, además de que ahora debe criar a un hijo solo y por su cuenta.

Aun así, y con toda la dureza que hay en él, el destino y las alianzas le darán una oportunidad más para volver a vivir, a confiar, a sentir y a amar.

Lo que reconstruimos©

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CAPÍTULO 1: Dos corazones rotos
Lo que construímos © Safe Creative Código 2210032145244 IG: @anamarescritora SEGUNDA PARTE DE "LO QUE CONSTRUIMOS" -Seis meses después de la muerte de Alegra- Escucho entre sueños el llanto de un bebé que poco a poco se va apoderando de mi mente hasta que logra despertarme, provocando que abra los ojos en un solo movimiento. Es real, es David que, como todas las noches, llora desconsoladamente. Estoy rendido de estar todo el día trabajando y lo único que deseo es llegar a mi casa a dormir. Sin embargo, el niño parece que tiene un reloj interior que le hace despertar cada noche, a la misma hora y con el mismo volumen de llantos. Dejo que llore un poco con la esperanza de que Mandy pronto llegue a su habitación y haga que calle. Sin embargo, al parecer, Mandy está más dormida que yo y no responde ante el llanto del bebé. Me pongo de pie, me pongo la bata de algodón sobre el pecho desnudo y camino hacia la puerta de mi habitación para abrirla ⎯¡Mandy!⎯ pronuncio su nombre alzando la voz. Volteo a ambos lados del pasillos y noto que nadie hace caso⎯¡Mandy! David sigue llorando desesperadamente en su habitación pero la persona que tiene cuidarlo no va a él, solo estoy yo en aquel pasillo escuchándolo. Me doy la vuelta para volver a entrar a mi habitación y tratar de dormir pero, el llanto del niño me llama de inmediato, así que volteo y salgo de la habitación para ir hacia la puerta del niño. Volteo una vez más para saber si Mandy viene pero, al parecer no vendrá, es mi responsabilidad hacer que el niño guarde silencio si no, no podré descansar. Abro la puerta y de inmediato los llantos de David me pegan en los oídos. El niño sí que tiene pulmones y pueden llegar a tomar mucho aire para después sacarlos en llanto. ⎯Ya, ya...⎯ le hablo para luego acercarme a su cuna y tomarlo entre mis brazos⎯ ya, ya... tranquilo. David, de tan solo seis meses de edad, con el pelo rizado cubriendo su cabeza y esos ojos que no se pueden negar son de Alegra, se aferra a mis brazos y se recarga sobre mi hombro. ⎯Tranquilo, ya...⎯ le consuelo de la mejor forma que puedo. Comienzo a caminar por la habitación, acariciando su espalda y logrando que el bebé se tranquilice. Al ver que ya está tranquilo, lo vuelvo a poner sober la cuna pero, tan solo toca el colchón vuelve a llorar desconsoladamente. ⎯David, por Dios⎯ le hablo, y vuelvo a levantarlo para que el llanto termine⎯ estoy cansado y mañana tengo una junta temprano, solo duerme, te pido que duermas. Esta vez, David no guarda silencio, simplemente sigue llorando no importa si yo lo paseo por la habitación. Veo el reloj sobre la pared y me percato que en tres horas debo levantarme para salir a hacer deporte. ⎯Dios, niño...⎯ murmuro, para salir de su habitación y dirigirme a la mía. Con cuidado, acomodo las almohadas que yacen sobre esa cama matrimonial vacía del otro lado, y me recuesto con David sobre mi pecho. Ambos nos acomodamos y él de inmediato se mete el dedo pulgar a la boca y comienza a succionarlo. Poco a poco puedo sentir como se va tranquilizando, y va dejando de sollozar. Me quedo en silencio un momento, observando al bebé, para después voltear al lado y ver la cama vacía ⎯ te extraña⎯ murmuro al aire, como si ella estuviese ahí⎯ tu hijo nació con el corazón roto, por eso llora todas las noches, ¿sabes? Acaricio la espalda de David, cuya respiración va tranquilizándose.⎯ Nos dejaste a ambos con el corazón roto, Alegra, y, ¿quién nos lo va curar?, ¿no pensaste en eso, cierto? El silencio de la habitación es enorme. A veces quisiera que ella me diera una señal de que me está escuchando, pero sé que no será así. ⎯La otra vez un padre comentó que las personas como tu se van al infierno...⎯ y al pronunciar eso siento como el nudo en la garganta se vuelve a formar⎯ pero no sé si creerlo porque ¿cómo puedes estar en el infierno si aún vives en mi corazón? Al pronunciar esas palabras siento como las lágrimas van cayendo sobre mis mejillas, y de nuevo aquí estoy, llorando a estas altas horas de la noche sin ningún consuelo. Lo admito, he tratado de enterrar a Alegra, de ya no recordarla más pero, me es imposible. Mi mente nada más tiene un momento se pone a pensar en ella, en su sonrisa, en su voz, en sus besos, como extraño sus besos. Volteo a ver a David que yace profundo sobre mi pecho y beso su cabello⎯ aunque no creas te entiendo, de verdad lo hago. Perdiste al primer amor de tu vida justo como yo y eso, duele⎯ suspiro⎯ la ventaja tuya es que jamás la recordarás y yo, lo haré hasta el último día de mi vida. Ojalá pudiese, borrarla pero no puedo, eres igual a ella, sus mismos ojos, su misma sonrisa y ese carácter tierno que la distinguía. Nunca podré negar que eres su hijo. David bosteza haciéndome sonreír. Aunque él no lo crea lo amo, siento una gran conexión cuando estamos juntos pero, este carácter nuevo que me ha quedado después de la partida de Alegra no me ayuda a demostrarlo. Confieso que la mayoría de las veces prefiero ignorarlo y no verlo, antes de caer rendido a sus pies. ⎯¿Cómo pudiste dejarme sin respuestas?⎯ vuelvo a hablar al aire⎯ ni siquiera hubo una carta de despedida Alegra, ¿eso significaba para ti?⎯ le hablo⎯nada...te fuiste y no me diste respuestas. Tantos años juntos, tantos sueños juntos y... ¿nada? Yo dejé todo por ti, todo... y al final, solo me dejaste con un bebé y dos corazones rotos. ¿Sabes el daño que le hiciste a tu hijo?, ¿sabes el dolor que pasamos?, no, no sabes nada... no sabes nada... Para este momento ya estoy llorando a mares, como ha pasado desde que ella se fue. Hay veces que me despierto llorando por las noches, que la sueño en aquella playa y le grito a todo pulmón que voltee, qué me vea, que no camine hacia las olas pero, me es imposible. Alegra simplemente desaparece entre las olas y en ese preciso momento me despierto gritando su nombre. ⎯No puedo vivir así Alegra, no puedo⎯ le reclamo⎯ simplemente no puedo... ⎯ veo a David⎯ pobre de ti, con un padre atormentado que no quiere ver ni fotos de tu madre y tú, sin conocerla... jamás la verás, jamás la conocerás... si ella viene en sueños a ti es lo único que sabrás pero... en este plano, Alegra está muerta... solo seremos tú y yo. No sé si David me escucha, o me entiende, pero con la fuerza con la que se aferra a mí me hace entender que él comprende que fui su salvavidas. Lo salvé de una vida terrible en aquel bar, creo que si lo hubiese dejado ya hubiese sido abandonado a su suerte en algún orfanato y crecido solo sin nadie. ⎯Yo estoy cumpliendo mi promesa, Alegra, ahora hazme el favor de cumplir una tú... vete, y déjame tranquilo... no te quiero ver más⎯ hablo con coraje aunque, muy dentro de mi corazón sé que eso será imposible. Alegra es parte de mí, en cada paso que doy, cada pensamiento está ahí. Alegra habita en mi corazón y en el de su hijo, ambos rotos pero ahí está... y sé, que no importa cuánto luche, jamás se irá... su regalo yace dormido entre mis brazos y David, siempre me recordará a ella, siempre. ⎯Serás el mejor de los hombres hijo...⎯ le vuelvo a prometer⎯ discúlpame por ser yo tu padre, un hombre amargado, duro y necio, me hubiese gustado que conocieras al que era antes, tal vez te hubiese caído mejor pero eso sí, nadie, pero nadie, te amará más que yo... eso, te lo juro⎯ finalizo. Cierro los ojos y sintiendo la respiración tranquila de David, el sueño me empieza a ganar provocando que los ojos me pesen y el cuerpo se relaje. Así, me dejo llevar por el momento y abrazando a David para que se sienta seguro me quedo dormido sin más al sonido de estos dos corazones rotos que no les alcanzará la vida para repararse... espero que no sea así.

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