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La gerente

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Blurb

Miranda Gómez oculta un secreto, un malentendido la llevara a tener que confiar en un compañero de trabajo para que esté no lo revele, cuando las chispas salten entre los dos las cosas se complicarán.

#sexo #erotismo #romance

¿Quieren ver la boda de César el Ceo ??? Pues aquí ocurre

cuarto relato de la serie de relatos eróticos de oficina.

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Capítulo 1
Hace frío, así que elijo el conjunto más abrigado de mi armario. Me calzo pantalones de mezclilla y botas negras de tacón alto que me llegan hasta las rodillas, una franelilla blanca y encima un cárdigan color mostaza. Salgo de prisa porque Sue me ha pedido hoy que este más temprano que de costumbre, así que opto por irme en un taxi. Cuando llego evito a todos como siempre y me dirijo a la oficina, me pregunto por un momento que será de la vida de Macarena, aquella pasante que entró conmigo a la corporación y que terminó casándose con Iker, el director de finanzas. No hablo con ella desde que intenté aclarar el rumor sobre mí, necesitaba saber si había sido por rumores esparcidos por Iker y Macarena que gané mi fama de puta. Confieso que me puse muy nerviosa con Iker durante mi entrevista como pasante y pudo malinterpretar mi conducta. ¡Vamos! me gustaba un poco y me ponía nerviosa, durante mi entrevista con él hice algo vergonzoso, por eso cuando mi fama de puta se disparó, los tuve que abordar para saber si fue ella la que regó los chismes sobre mí. Después mentí a todos sobre mi preferencia sexual. Choqué con Oliver al entrar al ascensor, me sacó de mis pensamientos. —Buenos días Mirandita ¿Cómo estás? —pregunta con tono de burla. —Buenos días —digo con tono frío y vuelvo la vista a mi móvil. Siempre que puedo evito saludar a la gente pero si me los consigo de frente en el ascensor poco puedo hacer, salvo ignorarlos olímpicamente. Saludarlos a veces sí y a veces no, ayuda a que mantengan la distancia y nunca estén seguros del todo sobre sí pueden abordarme, si soy accesible o no, siempre optan por pensar que no lo soy, y están en lo correcto. —¿Vas a ir a la boda de César? —pregunta. —No me invitaron. —Mentirosa, toda la corporación está invitada. —¿Si? No sabía. Él puso los ojos en blanco. ¿Para qué me habla? Si siempre lo ignoro. —¿Y a la fiesta aniversario? —insiste. —Ahora en lo que esté frente a mi computador te mando mi agenda desde hoy hasta dentro de tres años por si te interesa —digo y salgo del ascensor sin mirar atrás. Sue me espera ansiosa en la puerta de la oficina junto a Daniela, la gerente de selección de personal. Lo primero que pienso es que me van a despedir. Me arrepiento enseguida de haber sido una perra con todos y casi me quiero regresar al ascensor a abrazar a Oliver. Comienzo a temblar, trago grueso y disimulo normalidad, aunque quiero llorar. ¡Maldición! —Miranda...Nuestra Miranda —dice Daniela con tono afectado—. Pasa vamos a conversar un momento. Afirmo con la cabeza y voy detrás de ellas ahora confundida por la expresión de Daniela. Sue se sienta en su silla y Daniela frente a ella, me hace señas para que me siente. —Verás Miranda, hay un proyecto importante de consumo masivo en el que se ha estado trabajando. César ha puesto toda su fe en el proyecto, ahora con la alianza con UNE, se proyecta duplicar el desarrollo de los productos, y mejorar unos cuantos que ya están en el portafolio. Lo que quiero decirte, lo que trato de decirte es que ese esfuerzo, requiere de un gerente de investigación de mercado, que actualmente no tenemos ¿Cierto? —pregunta. Afirmó con un gesto y me pongo más nerviosa ante todo lo que está diciendo. —Contratamos externos cuando requerimos el servicio —contesto. —Exacto, pero ahora César ha exigido que tengamos nuestro propio gerente de investigación de mercados, te postulé —dijo Sue. No podía creerlo, apenas llevo dos años en la compañía y ya me están postulando para un cargo de gerente, no podía creerlo, sacudo mi cabeza confundida sin poder hablar. —Yo estuve de acuerdo, no hay una mancha en tu expediente, el mismo César lo entendió como una selección natural, está conforme, así que estando todos los interesados conformes, solo resta preguntarte si deseas ser la nueva gerente de investigación de mercado de la corporación Z —manifiesta Daniela. Afirmo de forma exagerada con la cabeza y me llevo las manos al rostro, no puedo creerlo. —Sí, claro, gracias por considerarme, ¿No soy muy joven? ¿Experiencia? Sé que he hecho mucho acá y he aprendido pero ¿No es un error? ¿No me dirán luego que se equivocaron y me bajaran de la nube? —pregunto. Las dos soltaron una carcajada. —No Miranda. Tienes 24 años, pero serás una gerente capaz, no me cabe la menor duda, el profesionalismo con el que has manejado todo es impresionante —dice Sue. —Gracias. —Te dejo con Daniela para que te hable de tu nueva compensación, de los beneficios, ya más tarde almorzaremos con César para hablarte de las expectativas del cargo y tus nuevas funciones, por ahora al terminar con Daniela, entrega tus cosas a Romina. Ella te suplirá. Afirmo con la cabeza y escucho atenta a Daniela. Ganaré más, tendré un puesto en el estacionamiento de gerentes, aunque no tengo carro, pero me van a asignar uno. Mentalmente alzo ambos brazos en señal de victoria. Casi lloró de felicidad. Al terminar con Daniela recojo mis cosas y veo a Romina sonriendo de forma exagerada, me imagino que ya sabe. —Felicidades Miranda —dice con su vocecita. —Gracias Romina, serás mi sustituta como coordinadora de planificación de marketing, me comentó Sue. —Sí, estoy contenta, apenas tengo un año acá y ya he obtenido dos ascensos —dice. —Y sin tener que acostarte con el jefe —le digo irónica y su sonrisa se esfuma. Porque lo intentó. Ella afirma y se marcha. Ya a la hora del almuerzo esperamos a César en la oficina, lo veo entrar por la puerta ¡Dios! Qué hombre tan hermoso que es, alto, de piel trigueña, esa barba, sus músculos, su porte, que ojazos, está muy bueno y es el director ejecutivo, así que mantengo cara de que me gustan las mujeres y él me da asco. —¡Felicitaciones Miranda! —dice y me abraza. Lo cual aprovecho para sentir sus brazos duros. Maldita suertuda la que se va a casar con él. Soy la envidia caminando. —Gracias César. —Irás a mi boda como Gerente ¿No? Cómo vuela el tiempo, aún recuerdo cuando entraron ustedes, tú entraste con Xander, lo recuerdo. —Cierto. Nos ha ido bien. —Sí, Macarena salió, Luisa consiguió una beca fuera del país, Xander está conmigo y tú bueno, nuestra nueva gerente —dice y se oye sinceramente orgulloso. Odiaba que César fuera tan empático, recordaba los nombres y el destino de todos los pasantes, de todos los empleados, era muy buena persona y no podía odiarlo. Caminamos hacia los ascensores. Es cierto, el estúpido de Xander, quien ha corrido innumerables chismes falsos de mi persona, aún está aquí, es su mano derecha, no es que me de envidia, pero no sé cuál es el futuro de su carrera. Es el senior de operaciones. César, él y después el mundo entero aunque en la línea jerárquica, yo sea gerente y él no, él tiene más poder. Por culpa de su lengua larga tuve que inventar que me gustaban las mujeres. Me tenía la reputación en el piso y todos los hombros de la compañía creían que tenían oportunidad de acostarse conmigo, yo era virgen ¡Maldita sea! Ese Xander, mi primera relación sexual la tuve a los 22 años con un amigo de mi hermano gemelo con él que aún hoy de vez en cuando mantengo encuentros. Otra razón por la que mentí sobre mi orientación sexual era para evitar a esa cuerda de babosos encima de mí. Nunca me tomaban en serio por ser bonita ¡Vamos que soy más que bonita! digamos que llamo bastante la atención, y no dejo de lucir bien para evitar a los demás, si me provoca lucir linda, luzco linda, ya después aguantarme las miradas, pues ya que. Por eso he admirado siempre a Claudia Macera, es una mujer poderosa, que no le importa lo que la gente diga. Se viste como quiere, se folla a quien quiere, aunque ahora está en una relación estable, pero incluso eso. Es un chico mucho más joven que ella, y a ella no le importó lo que la gente pudiera decir, es mi ídolo. Ya sentados en el restaurante César habla del proyecto y no puedo creerlo aún. —Miranda, me contó Sue que te preocupaste por lo de la experiencia, número uno, tienes nuestro respaldo, te apoyamos, número dos, irás a estudiar lo que tengas que estudiar para mejorar tus habilidades, y aprender de quien tengas que aprender, lo que tengas que aprender, y tercero, has hecho siempre un trabajo excepcional, podrás con esto, con los ojos cerrados. Lo sé —dijo César con su voz sensual. Estoy segura de que mis mejillas están rosadas, me siento en una nube. El CEO, me está diciendo que soy una estrella en el trabajo. —Gracias César, todo esto significa el mundo para mí. —Pero, como siempre, hay puntos de mejora, y quiero ser muy sincero contigo con respecto a esto porque además de que forma parte de los valores de la organización, es algo en lo que creo personalmente, Miranda, me recuerdas a una joven Claudia Macera —dice y yo sonrío para mis adentros. Sé de qué va el sermón pero me encanta que me compare con ella —Las habilidades blandas, la inteligencia emocional, son vitales, no llegamos a ningún lado solos, todo es trabajo en equipo, necesitas a otros siempre, por favor considéralo, si quieres hablar de eso, mi oficina está abierta. —Entiendo César. —Si Miranda, socializar más en el trabajo no te haría daño —agrega Sue. Afirmo y me quedo callada, no les contaré que sin abrir la boca, solo por tener las tetas y el culo grande, una cintura pequeña y el pelo rubio, desde el primer día ya decían cosas horribles de mí, me convino más quedarme callada y aislada. No tienen idea de cómo ven a una mujer bonita y joven en el mundo corporativo, ya ni digamos que te tomen en serio, corrí con la suerte de que Sue es mujer y César muy comprensivo. Termina el almuerzo, César me aborda, hace que nos alejemos de Sue. —Te quería pedir algo, es personal, me da pena, pero es una emergencia —dice con misterio. —¿Qué será? —Una vieja amiga de la universidad, no es esta vieja, no es vieja, quiero decir, estudio con Máxima, mi hermana, ella vendrá a la ciudad y cenaremos con mi prometida, pero ella esperaba que le arreglara alguna cita a ciegas, me da pena esto Miranda, no debí. Olvídalo. Lo miro callada, apretando mis labios y con los ojos como dos huevos fritos, quiere emparejarme con alguien, una mujer, porque claro, eso es lo que él cree que me gusta. ¡Maldita sea! —Está bien César, no pasa nada, es solo una cita ¿No? —digo. No sé qué hacer, ni que decir, me acaban de ascender a gerente y dije que me gustaban las mujeres, no tengo que darle explicaciones, pero siento curiosidad de conocer a la esposa de César que es la rectora de la Universidad Nacional Especializada, es una mujer muy competente y admirada. Decido que sí. —Olvídalo, no debí decírtelo, en mi cabeza se veía mejor, es decir, no imaginé nada en especial, me refiero a cómo te lo pedía —dice nervioso. —Mándame los datos. Asistiré —digo muy segura. Aprovecho y me hago una selfie con él y Sue y una con él solamente para presumir a mi jefe buenazo en mis redes sociales. Llego a mi escritorio, mi nuevo escritorio, en mi nueva oficina de cristal y puerta con mi nombre en ella y cambio el estatus de mi carrera en todas mis redes sociales. Miranda Gómez Licenciada en Administración. Especialista en Marketing. Gerente de Investigación de Mercado en Corporación Z. ¡Lo logré perras!

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